
María Antonieta Flores
Kalathos Ediciones
Caracas, 2014
plenos se otorgaron
sin discusión
amada
con equívocos
sin aciertos
así prueba
aprendizaje
el lomo acariciado de una bestia
mi aspereza
domesticada por el amor que pasa
ya me cultivaron con rudeza
sólo espigas doy al viento
alumbre
buscaba para el solsticio
una ciudad dedicada a la luna
el reflejo de la luz del sol
una mujer siempre recibe la potestad
los poderes crecen cuando mengua la sangre
basta mirar el cielo
según el mandato
la sal
el vino
aceite de la oliva
el pan en la mesa
como gesto de piedad
así en mi voz
cosas duras
abandonos
los cinco dedos de la mano poderosa
señales que me trazan
bajo el cuerpo de este hombre
levantarme en armas
con paso venerable
tradición de misioneros
el viento sabe lo que arranca a los árboles
tu aliento encuentra camino
respirando muy cerca
no conozco resistencia
y me tiendo
tétanos
se alimentan de flores amargas
en la última rigidez de las acciones
la mordida que nunca supe reconocer
caer bajo el sonido de las alas
mi rigor en las manos y en la boca
mientras acometes
lo que azuzan las piernas
balanza
en la siniestra el reposo y la migaja
pero él prefiere la diestra
cedo el territorio
no son exactos los fieles
lo que él me ha concedido es asunto delicado
cada uno pone sus haberes con cautela
inclínase un lado más que otro
y a veces inasible
el equilibrio
ocurre cuando sostenemos la mirada
celebro los lugares que no alcanzo
camino por la humildad
la ceniza tizna la boca
el hervor de la templanza
aun en el abandono
lámina de bronce y de paz