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Confesión entre olas

viernes 20 de mayo de 2022
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D., regreso a ti para informarte lo siguiente: he decidido ir al mar y terminar con mi vida. Y sé que te parecería muy fino si no supieras que soy demasiado cobarde para hacerlo. ¿Para qué voy a mentirte? Lo captas todo. Conoces detalles puntuales de mi cotidianidad a la perfección. Te he contado la mayoría de las cosas en las que pienso, especialmente que la estabilidad de mi existencia se está cayendo a pedazos. ¿Puedes creerlo? Me parece insólito que Angelina Jolie no me adoptara, encontrándome yo en un país del tercer mundo… En fin, ya estoy resignada. Sólo me queda recordar y reflexionar sobre mi pasado. A veces pienso en P., mi hermana, y su confesión entre olas. Sus palabras aún retumban en mi cabeza y me siguen afectando bastante aunque diga que no es así. Por casualidad, a mi violento padre se le ocurrió que deberíamos vacacionar en la casa que alquilaron en no sé qué parte, imagino que en la misma zona en donde mi “dulce” mitad fraterna hizo su anuncio. Mamá, pasiva como siempre, dijo que sí al instante y yo me obligo a ir por mi dependencia y mi falta de dotes en la cocina. No te lo he dicho, pero odio la playa con todo mi corazón. Y, en ocasiones, sospecho que eso es culpa de P.

***

Observo el mar que se aprecia desde el auto. Pronto llegaremos a esa playa para pasar las vacaciones, D. Mientras nos acercamos, más pienso en mi hermana y en esos instantes tan desagradables. Siempre detesté las olas, la arena y el sol. Creo con frecuencia que soy un vampiro como el niño raro de Hijo de sangre, de Richard Matheson. De cualquier modo, me encanta el encierro y la paz que nunca logro alcanzar por las peleas que genera mi padre para intentar sacarme de mis casillas. Sólo sé que P. tuvo bastante suerte. Ella se fue y estoy convencida de que no volverá. A mí no me interesa eso realmente. Lo sabes. Esa mujer dio señales de su gran indiferencia durante todo el tiempo en el que estuvimos juntas. Ahora que lo pienso, actuaba igual que la tía Dolores, quien ni siquiera se llama así, pero es que la vieja es un dolor de cabeza… Esbozo una sonrisa mientras contemplo el mar. Da la impresión de que se une con las alturas. Luego borro el gesto al sentir un nudo en la garganta.

***

Mi hermana soltó la verdad y me dejó sola. Yo me quedé boquiabierta.

D., salí con mi mamá para caminar por la ribera. Luego me hizo sentarme en el suelo arenoso y disfrutar la brisa marina que aborrezco con mi alma. El sol me pega en la cabeza y algunos de los rayos no me permiten ver. Por alguna razón, me recuerdo de pequeña hundiendo mi cuerpo en el mar, tomada de la mano de P. Sí, ese día ella fingía protegerme para hacer la confesión entre olas. Buena táctica para que mamá no escuchara. Tal vez la tía Dolores sabía lo que me diría, pues noté que estaba de pie en el borde que separa el agua de la tierra, creo que cuidando más a P. que a mí. Entonces, mi hermana soltó la verdad y me dejó sola. Yo me quedé boquiabierta. Sospecho que desde ese instante odio el mar. Después ella se iría de casa y el insoportable hombre empezaría a atormentarme. Sé lo que piensas, querido D., pero hay cosas que es mejor callar.

***

Ha transcurrido una semana desde que estoy atrapada en este lugar, D. Se me ha inflamado el colon por culpa de la rabia, el estrés y la tensión de costumbre. Los recuerdos tampoco me ayudan. Ayer soñé con P. y la tía Dolores. Las dos intentaban ahogarme. Afortunadamente, desperté antes de que las cosas se pusieran peor en el sueño. Pocos días atrás, el tipo se puso agresivísimo al beberse una caja de cerveza otra vez. Estoy tan cansada, D., tan cansada… Mi mamá no entiende, su pasividad no la deja ver la realidad. Quisiera que tú pudieras ayudarme. El pequeño detalle es que ni siquiera existes.

***

Es de noche y decidí encaminarme hacia el mar, D. Todo está desolado y espero que nadie me asesine mientras estoy aquí, aunque imagino que me harían un favor. Admiro las olas que se desvanecen bajo mis pies y pienso en mi infancia, cuando era tan dulce y atormentada por vacaciones como estas. En ese tiempo, sólo deseaba quedarme en casa dibujando dinosaurios que nunca me quedaban bien. En fin, tomo la determinación de regresar. No te imaginas el inmenso vacío que siento. Hay algo más que no te he dicho: creo que vi la aleta de un pez que se asomó fuera del agua. Me pregunto si era la de un tiburón o de algo parecido. De cualquier modo, da igual. Solo vuelvo a la cama. Me cuesta dormir. No sabes cuánto odio el calor sofocante de este ambiente.

***

Me sentí muy triste el día de la confesión de P. Lo consideré un acto terrible contra una niña tan sensible como yo. Ese día no quería despegarme de la arena y dejar de mirar la línea que une el agua con el cielo. Me abandonaron allí para irse a comer o a pelear, no sé cuál de las dos. Y, mientras el sol se escondía en el horizonte, vi la misma aleta que se asomó fuera del agua. Hoy no puedo dejar de pensar en eso, pues la escena acaba de llegar a mi mente. Tal vez era un tiburón u otro tipo de pez. Antes, especulé con ingenuidad que era una sirena. Hoy ya no creo en nada.

***

Es probable que no poder dormir me esté convirtiendo en una chiflada.

Pasan los días, D. Y pronto regresaremos al verdadero hogar, si eso se puede llamar así. Por lo menos podré encerrarme y tratar de borrar esta breve estadía de mi memoria. También debería hacer lo mismo con lo de P., pero no puedo por algún motivo. Ay, tú ya lo sabes. No sé ni para qué te lo comento. Sólo espero que esto acabe rápido. Estar aquí me produce insomnio y detesto el extraño sonido de un animal que me estremece a cada instante. Sabrá Dios de dónde viene. Por lo que veo, nadie más lo oye. Es probable que no poder dormir me esté convirtiendo en una chiflada.

***

D., sigo escuchando el sonido. Ayer le pregunté a mamá si había oído algo, pero me dijo que no. Preferí no hablarle más sobre el asunto, sólo le pedí que me acompañara a la playa. Quería ir no me preguntes por qué. Tal vez fui sincera cuando te advertí que quería acabar con mi vida en este lugar que odio tanto. No obstante, es imposible. Soy demasiado cobarde para hacerlo. En el fondo, amo la vida, mas no la desgracia de tener un padre violento, una madre pasiva y una hermana indiferente. Ya te puedes imaginar que P. no me manda ni un mensaje. Eso es obvio.

De cualquier manera, ya no me importa. Ahora sólo pienso en el mar y en la aleta del pez que se asomó fuera del agua. Me devuelve al ayer porque vi algo semejante mientras estaba sentada a orillas del mar, triste por la confesión. Hoy me siento diferente. Le presto mucha atención a las olas. Entonces, escucho el sonido. Se lo comento a mamá y ella menea la cabeza. Después me pregunta si me siento mal. En fin, tal vez sea exceso de imaginación.

***

D., ayer me escapé de nuevo. Y volví a contemplar la aleta. Oí el sonido y le grité que me dejara en paz. Pensé que me estaba volviendo loca y sigo suponiendo lo mismo. La aleta dio vueltas en el agua y luego desapareció. Después corrí hacia la casa y desperté a mamá. Le dije que quería irme de allí. Ella me contestó que me calmara, que pronto partiríamos. Yo regresé al lecho y volví a escuchar el ruido perturbador del animal. Me tapé los oídos con la almohada. Esa noche soñé con la confesión entre olas, con la tía Dolores y yo observando la aleta sumergirse en mi cara. Honestamente, no entiendo lo que está sucediendo.

***

Me comentaron que nos iremos en cuatro días. Intenté convencer a mamá para marcharnos hoy, pero ya sabía que eso no pasaría sin la aprobación del otro. Estoy cansada y no puedo dormir. Ella se preocupa más en ocuparse del marido que, por desgracia, es mi padre. Han pasado dos amaneceres desde esa noche extraña, y aún sigo escuchando el sonido del pez, sirena, tritón o lo que sea. Eso provoca que reflexione de manera obsesiva sobre la confesión entre olas y en toda la historia de mi vida.

(Más tarde). Si supieras lo harta que estoy, D… Me gustaría que existieras para que tomes cinco minutos de tu vida para salvarme de este infierno marítimo y vacacional.

***

El sonido persiste y me está volviendo loca al igual que la manera en la que me trata el condenado hombre. La situación empeora de forma terrorífica. Ya no quiero usarte más, D. No tengo ganas de nada. Sólo me arrepiento de nacer en este entorno tan virulento y lleno de injusticias filiales. Me siento tan atrapada como antaño y este lugar no me ayuda mucho. Las noches son demasiado oscuras y, cuando salen las estrellas, el animal brama, aúlla o canta en mi cabeza de forma insufrible. Sin embargo, debo escribir en ti por lo menos una vez más antes de dejarte. Ya no deseo realizar anotaciones, tampoco dibujar y menos escuchar lo que me está atormentando (además de las escenas del tipo). Necesito vacaciones de verdad y muy lejos del mar y de mi familia. Quizás ella y yo somos tal para cual porque parece que toda se halla enferma, deschavetada.

En fin, D., me tomaré un descanso. A pesar de eso, todavía me corresponde informarte que tuve una nueva pesadilla. El sonido dejaba de ser sólo eso y me decía algunas cosas particularmente ciertas. También me recordó las palabras de P. en el agua, la mirada displicente de la tía Dolores y un millón de fragmentos más de mi existencia colmada de tormentos de sangre… De igual manera, no me hagas caso. Es probable que haya perdido la cordura y no lo sepa. Mejor voy a dormir. Buenas noches. Espero que pueda descansar si el sonido se silencia alguna vez.

***

Sé que persistirá este calvario cuando regresemos, el que he contado en mi diario desde que lo empecé siete meses atrás.

Decido volver a la playa. El extraño sonido se intensifica, pero no es tan exasperante como lo que acaba de ocurrir en la casa. El tipo me echó aerosol en el cabello y le grité que era un idiota. Después me encerré en mi habitación y esperé a que todos se durmieran para lograrlo. Sé que persistirá este calvario cuando regresemos, el que he contado en mi diario desde que lo empecé siete meses atrás. También sé que nadie me salvará de esta, que a nadie le importará y menos a P. después de su estúpida confesión. No lloro, mas siento un terrible dolor estomacal. Todo me ha pegado allí desde que era niña. Se siente tan fuerte como cuando estaba sentada en la arena y vi la aleta que está moviéndose en este momento frente a mí. Pronto, sale una cola parecida a la de un cetáceo que se hunde de inmediato en el mar. ¿Para qué engañarme? Creo que fui sincera cuando anuncié que acabaría con todo en este sitio…

Meto los pies en el agua con la certeza de que ya no hay escapatoria. Igualmente, a ninguno de mis parientes les importará mi pequeña desaparición. P. tampoco sentirá nada y menos con la nota que le escribí para mandarla al infierno al igual que a la tía dolores de cabeza, a mi violento padre y a toda la familia.

La aleta desaparece mientras me adentro. Entonces, cuando estoy en el mismo punto donde se encontraba, una mano me toma del brazo y me lleva a las profundidades.

Ivanna Zambrano Ayala
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Comentarios (8)

Extraordinario cuento. Uno de los mejores que he leído, aunque es costumbre de Ivanna Zambrano Ayala, ofrecernos excelentes relatos

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¡Muchas gracias por sus palabras! Un abrazo grande.

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Confesión entre olas, es la última entrega de esta nobel y talentosa escritora y que Letralia ofrece a sus lectores. Siento que este texto es cercano, complejo y muy bien llevado. Explora el comportamiento humano y sus conflictos con habilidad literaria. Tengo tiempo tras las huellas de Ivanna Zambrano Ayala y en cada uno de sus escritos hay crecimiento y madurez. Felicitaciones. Enhorabuena…!

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Hola, Mariela:

¡Muchas gracias por leerme y por tus palabras! Me alegra bastante que te haya gustado mi relato.

Un abrazo enorme

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La escritura de Ivanna Zambrano Ayala, rasguña o busca en el mundo interior. Se adentra con pesimismo, y a su vez, con una linterna filosófica, se asoma para ver, lo que puede ser una constante observación a personajes inmediatos, cercanos. A la letra de Zambrano Ayala, se le puede afirmar, que está en las páginas iniciales de una novela, de un extenso relato. Ella confiesa miedos, “un dolor estomacal”, y que si revisamos en la vida de nuestro prójimo, es lo mismo que padecen todos los vivientes. Salva al escrito, es la reiteración, la sostenida mirada interior, el monólogo. De seguro, allí en esas páginas, está la tabla de salvación: la creación de su propio verbo.

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¡Hola!

Muchas gracias por leerme. Me alegra que le haya gustado mi texto. Agradezco, además, su profunda apreciación sobre el contenido de esta historia.

Un abrazo

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Mil felicitaciones, me encanto este cuento, me sumergió al suspenso y a emociones no encontradas….de verdad te deseo lo mejor y que sigas en este camino de inspiración literaria.

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¡Hola, Ana!

Muchas gracias por sus palabras. Me alegra bastante que le haya gustado mi relato.

¡Un abrazo!

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