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Donni de Mirande: mis cargos no eran políticos.
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Definitivamente, este 25 de agosto se conoció que la reconocida lingüista argentina Nélida Donni de
Mirande no participará en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, a celebrarse en Rosario,
Argentina, en noviembre próximo, tras una espinosa controversia que enfrentó al gobierno argentino con la
Real
Academia Española (RAE).
La lingüista, objetada por su desempeño político-académico en la Universidad
Nacional de Rosario (UNR) durante la dictadura militar, envió su renuncia al director de la RAE,
Víctor García de la Concha; al director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina —coorganizadores
del congreso—, y al presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, secretario ejecutivo
del III Congreso.
Con palabras precisas, la lingüista —que participó en los congresos anteriores de Zacatecas y
Valladolid— expresó que su renuncia responde a "la campaña de discriminación política e
ideológica" y "la censura a la que he sido sometida en los últimos meses, sin dárseme el
mínimo derecho formal a defenderme". Subrayó que se aleja para "evitar la continuación de una
polémica que ha alcanzado una repercusión escandalosa dentro y fuera de la Argentina, además de preservar
mi dignidad personal e intelectual".
La investigadora dijo: "Sólo en Rosario sufro esta discriminación, no en el resto del país ni en
el exterior, ya que mi trayectoria personal, académica y científica ha sido absolutamente honorable, como
mis colegas han reconocido".
A mediados de agosto, la Secretaría Ejecutiva del Congreso había reincorporado a Donni de Mirande como
participante. Pero la Comisión Ejecutiva, presidida por la subsecretaria de Cultura, Magdalena Faillace (en
ausencia de Barcia), comunicó en una carta a García de la Concha la decisión oficial de reconocer sólo
la lista de participantes presentada el 12 de julio en la Casa de Gobierno, en la que no figuraba la
lingüista, tras un acuerdo ad hoc alcanzado entre el director de la RAE y la subsecretaria Faillace para
facilitar la presentación del congreso.
Faillace negó que hubiera discriminación de tipo político en la exclusión de la lingüista Donni de
Mirande. "Soy licenciada en Letras, pero nunca me enteré de la existencia de Donni de Mirande hasta
que recibimos las impugnaciones de la intendencia de Rosario y de la Universidad Nacional de Rosario",
señaló, agregando estar "entristecida porque a través de la Comisión Ejecutiva propusimos que se
invitara a Noé Jitrik, director de literatura hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras, uno
de los académicos de mayor prestigio del país. Él es el verdadero excluido de este congreso".
El 17 de febrero pasado, la subsecretaria de Cultura recibió una carta del decano de la Facultad de
Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, Darío Maiorana, en la que enumeraba los cargos
que Donni de Mirande había ocupado durante las sucesivas dictaduras militares y en la que advertía el
malestar que ocasionaría su participación en el Congreso de la Lengua dentro del ámbito académico
rosarino. Además, el intendente de Rosario, Roberto Miguel Lifschitz, el rector de la UNR, Ricardo Suárez,
y los prestigiosos lingüistas Nicolás Rosa y Nora Mugica —quienes debían compartir la mesa con la
objetada profesora— enviaron notas en las que rechazaban la incorporación de Donni de Mirande.
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Argentina no olvida la Noche de los Bastones Largos.
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En 1966, Argentina sufre un golpe de estado tras el cual se destituye al presidente Arturo Illia y se
procura el ascenso al poder del general Juan Carlos Onganía. Las universidades argentinas, que condenan el
golpe, son intervenidas, con violenta participación de la policía, la noche del 29 de julio, en lo que se
conoce como "la Noche de los Bastones Largos", y durante la cual las
fuerzas del orden
literalmente apalearon a estudiantes y docentes. Poco después, el 7 de septiembre de 1966, Nélida Donni de
Mirande inicia su vertiginoso ascenso en el mundo universitario.
Mientras cientos de profesores, en octubre de ese año, presentaban masivamente sus renuncias, Donni de
Mirande escalaba posiciones: en octubre ya había conquistado el status de titular de cátedra y un mes
después accedía a la dirección del Instituto de Investigaciones Lingüísticas. En 1968 fue nombrada
directora de la carrera de Letras y en 1972 fue decana interina de la facultad durante nueve meses, hasta
que fue removida por las autoridades democráticas que llegaron de la mano del presidente Héctor Cámpora.
Pero cuatro años más tarde, con el golpe de marzo de 1976, Donni de Mirande regresó: primero como
directora de la Escuela de Letras y luego del Departamento de Lingüística y Lenguas Clásicas, cargo que
ocupó hasta que renunció en octubre de 1983. El decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR,
Darío Maiorana, recordó, en reiteradas oportunidades, que al menos 82 personas vinculadas con esta
facultad desaparecieron durante la última dictadura.
En una carta de opinión publicada el 23 de agosto en un diario rosarino, la lingüista rechazó
imputaciones del decano de la Facultad de Humanidades de Rosario, Daniel Maiorana, que le adjudican haber
ocupado cargos políticos durante gobiernos militares. "Siempre fui independiente en mi pensamiento y
no es verdad que haya ocupado puestos políticos durante mi trayectoria universitaria", dijo la
investigadora en su carta.
También renunció al congreso el historiador Armando Alonso Piñeiro, molesto por la falta de
información sobre su intervención, tras "haber efectuado repetidas llamadas sin respuesta" a
Faillace, según expresó en su renuncia.
Donni de Mirande se defiende en declaraciones ofrecidas este 26 de agosto, por correo electrónico, a la
periodista Silvina Friera, del argentino Página/12.
"Toda esta situación, además de lamentable y bochornosa, no tiene proporción con el acto del que se
trataba, es decir, una exposición de unos minutos en un congreso internacional que no organizó ni el
gobierno nacional ni la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario".
La lingüista subraya que los cargos universitarios que desempeñó fueron, "no sólo en los
gobiernos de facto sino también en los constitucionales —ya que tengo más de 30 años de trabajo en la
universidad, aparte de los 20 últimos años fuera de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario—,
fueron académicos, no políticos, salvo que se piense que la actividad universitaria debe ser siempre
política e ideológica y no como muchos pensamos eminentemente educativa, científica y cultural, al
servicio de la comunidad".
Donni de Mirande concluye sus declaraciones así: "Si se me discrimina por haber trabajado durante
gobiernos militares en esa etapa desgraciada de la Argentina, le recuerdo que millones de argentinos
hicieron lo mismo dentro y fuera de las universidades nacionales y, aun más, muchos panelistas argentinos
del Congreso tienen una trayectoria similar a la mía por cuestión cronológica, sin que en sus respectivos
sitios de trabajo, otras universidades nacionales, se los haya discriminado por tal motivo. ¿No es
paradójico? Nadie es profeta en su tierra, pero aquí la exageración es grotesca".