Al igual que el tango y el bolero, ritmos musicales que han dado la vuelta al
mundo enriqueciendo nuestro folklore continental, el flamenco proviene de
orígenes muy humildes y tristes, de gentes sencillas que cantaban a la pasión,
su sentir y sufrimientos. Todos estos ritmos en su momento traspasarán al
triunfo merecido por el hecho probado de que ninguna sociedad, esté donde
esté, puede sustraerse a los sentimientos de su pueblo.
El flamenco andaluz surge a raíz de la persecución de los gitanos asentados
en aquella región de España en el Siglo XIX. Fueron ellos los primeros
artistas que interpretarían ese nuevo ritmo y estilo. Para las familias gitanas
la música tenía una calidad sacra, las palabras de ese pueblo acosado y su
música cantaban del hambre, el sufrimiento, las cárceles y la muerte. Con
toques de palma y baile este pueblo trabajador y exilado encontraba en su cante
el escape favorito a sus alegrías y a sus penas, el flamenco en boca de sus
intérpretes de orígenes era una música muy emocional.
"Es preferible reír que llorar
y así se debe tomar
los ratos buenos hay que aprovechar
si fueron malos mejor olvidar".
Hacia 1850, los cafés musicales se hacían populares por toda España; estos
mismos gitanos pobres y algunos payos (como le dicen los gitanos a los no
gitanos) comenzaron a hacerse famosos actuando en los mejores cafés, atrayendo
en sus actuaciones a miles de personas provenientes de todos los estratos de la
sociedad.
Hacia esa época, al mismo tiempo, provenientes de América, regresaban a
Europa numerosos marineros españoles interpretando muchas canciones y ritmos
del Caribe (Cuba y Puerto Rico) y desde América del Sur (la región del Río de
la Plata en Argentina y de los puertos colombianos).
En el argot musical del flamenco, aquella música que invadió primero desde
España a la América y retornó después hacia Europa para transformar al
flamenco, se llamó "Cantes de Ida y Vuelta". Citando al reconocido
crítico Fernando Quiñones: "Los ya independientes géneros musicales
engendrados en el Nuevo Mundo (tangos, guajiras, colombianas y rumbas, entre
otros) sobre líneas, verbo y materiales facilitados por el Viejo Mundo,
desembarcan en los muelles españoles y, un poco por propia inquietud
reconquistadora y otro poco por la facultad local de deslumbramiento y
absorción, entran en las guitarras del puerto, les dejan su lento dulzor de
mango o de guanábana y salen de ellos electrizados de cadencia y compás
flamencos".
Así fue de fascinante el viaje personal de estos ritmos hispanoamericanos.
Al historiar la rumba flamenca, aun cuando la primera palabra de este
encuentro musical pareciera provenir de palabras africanas como tumba y nkumba,
también reflejan varias expresiones de origen español (andaluz) como rumbo,
gente de rumbo. Las formas literarias y los giros melódicos, por ejemplo en las
décimas, nos dan confirmación de la presencia de elementos hispánicos.
"Todavía esta en mi cama
el hoyito que dejó
las horquillitas de su pelo
y el peine que lo peinó".
Al igual que la milonga y el tango flamenco que llegan como "Cantes de
Ida y Vuelta", la sensible inspiración de Pepe Marchena nos trae las
colombianas que a pesar de críticas fueron aceptadas como palo flamenco. Un
miembro del grupo de Paco de Lucía, Rubén Dantas, introdujo el cajón peruano,
instrumento adoptado por los nuevos artistas flamencos. Otro de esos cantes
importados, la guajira flamenca, posee un ritmo muy conciso, por lo que cuando
se taconea, el acompañamiento de guitarra está desprovisto de falsetas y sólo
se hacen los rasgueos.
"Junto al Palmar del Bohío
tengo un bujío cubierto de flores
para la linda trigueña
que con mi alma sueña
risueña de mis amores".
Ritmos y estilos contagiados de aires americanos que penetraron el solar del
arte flamenco.
Como bien se ve, el cante flamenco, como nuestra propia raza, es el resultado
del mestizaje, que en la época actual, principios del siglo XXI, ha sido
conquistado por nuevas corrientes como el jazz, la salsa y el bossa nova e
interpretados por valores artísticos como Ketama, el Niño de Pura, el
brasileño David Tavares y la cubana Maylena, entre muchos otros.
Aunque creemos que lo mejor está por verse, hay sin duda un gran reto que
tiene ante sí el ritmo flamenco: el futuro.