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La poesía para niños de Iván Pérez Rossi

jueves 11 de febrero de 2016
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Iván Pérez Rossi
Fotografía: Alba Ciudad

El texto poético, templo sagrado de la palabra que abre ranuras en el corazón y convoca a la belleza perenne, reescribe con frecuencia la importancia vital de la metáfora para la existencia. El poema se desliga de la linealidad del discurso y se adentra por las veredas intrincadas del ritmo, la rima, la musicalidad. La poesía escrita especialmente para niños ofrece el resplandor de la mirada, luz inconmensurable que abona los campos fértiles de la imaginación y redimensiona la visión que el niño tiene de la vida.

La poesía infantil remite a los terrenos de la esperanza, de la paz, de la quietud, del amor. También dignifica la esencia humana porque forma en valores de belleza y fraternidad. Quien lee poesía desde la niñez vive amparado de la maledicencia y la inquina que se desborda en las calles, se protege de la violencia que fusiona la inutilidad y el desamor. A decir del poeta cubano Samuel Feijoo: “Poesía. Amor que no reclama amor, sino que crece dándose, y para cuyo crecimiento es la página escrita un cauce más donde cumplir su destino”.

Cantemos con los niños es un libro sencillo, de increíble composición pues el autor publica junto a los textos las partituras y un método para ser acompañadas con el cuatro.

La escritura nos conduce por caminos insospechados. Desde la sensibilidad del poeta emanan palabras que respiran certidumbre y sosiegan el alma; aparecen como relámpagos para iluminar las oscuras intermitencias que extrañan o exilian la paradoja humana. Regiones de transparencia que convocan a la lectura de versos sagrados. Ojos que se encienden ante la ternura de vocablos que cantan al misterio, al destino, a los animales, a las flores, al viento, al agua, a las proezas; a cada razón o sinrazón creada por la naturaleza, por Dios.

El lenguaje poético se nutre de la música; poema más que palabra es aliento insuflado desde la música que permea las rendijas del texto. Siempre caminarán juntas pues todo poema tiene música propia, inmersa entre sus fonemas; grafemas que danzan al ritmo de las notas imperecederas escritas por el poeta. No hay abandono posible mientras la poiesis rememore con nostalgia o alegría toda escritura que llene los espacios lúdicos de los niños y adultos; esencia que conjuga sentimientos, colores, ideas, emociones, notas musicales y pasiones.

Hablar de Iván Pérez Rossi nos remite a una vida que se mueve entre la poesía y la música. Escribir y cantar a los niños resulta loable. Un amor inmenso por los más pequeños recorre nuestra geografía y se proyecta al mundo desde el corazón de Iván. El poeta Efraín Subero se refiere al trabajo de Pérez Rossi así: “Usted le pone dedos al amor. Le pone pasos y el amor camina. De allí nace la espora de la ofrenda. La justificación de la filantropía. La concreción anónima. La justificación silente del sentimiento heroico. De allí nace el futuro mucho mejor que este que se vive en presente”.

Oriundo de Angostura, desde 1971 canta, escribe y expresa su amor por los niños junto a Serenata Guayanesa. Bastión desde el que pregona su poesía y la de muchos venezolanos que han dedicado sus textos a los infantes. Su trabajo poético es incomparable. Sus libros de poemas, que acompaña siempre con un CD, representan un legado maravilloso que poco a poco conforma un referente sutil de expresión y libertad conquistada en cada línea de sus versos. La metáfora recorre sin ambages ni rebuscamientos los caminos de la belleza. Proximidad a lo divino, a lo alcanzable solo para quienes leen y disfrutan de la palabra comprometida, para quienes sedimentan en su interior la pureza de la imagen que refiere a la inocencia.

"Cantemos con los niños", de Iván Pérez RossiCantemos con los niños es un libro sencillo, de increíble composición pues el autor publica junto a los textos las partituras y un método para ser acompañadas con el cuatro. Innegable afán de llegar hasta el núcleo familiar y que su trabajo sea compartido en la intimidad del hogar. Quiero referirme a su labor poética pues la considero de suma importancia y poco estudiada en Venezuela porque siempre ha estado ligada a la música. Diversidad en su temática que va desde los cantos de arrullo, pasando por rondas, bestiario, juegos y textos de consentida espiritualidad como la navidad que tanto aman los niños.

Las canciones de cuna son las primeras manifestaciones poéticas que ligan al niño con su madre. Vínculo que se torna indivisible cuando le recita un arrullo para que concilie el sueño o para calmarlo mientras lo amamanta. Hermoso ínterin que precede al sueño y que expresa el matiz filial de una relación indisoluble. En “Arrullo para un negrito” Iván Pérez Rossi nos dice: “Mariposa del aire / flor en capullo. / Duérmete mi negrito / mientras te arrullo. / En las puertas del cielo / dan caramelos / a todos los negritos / pata en el suelo. / Cocuyito que alumbras / por el postigo, / ilumina al niñito / que está dormido. / Y si tú no te duermes / niño inocente, / te daré mere mere / con pan caliente”. Canción de cuna que llama al sueño, melodía con una carga de afectividad para tranquilizar y adormitar mientras la madre vela. Rítmicos balanceos que combinan compases y silencios a decir de Elisa Boland. En “Mi niñito precioso”, texto cargado de alegorías, suscribe metáforas para mostrar la hermosura de lo cotidiano. Refrenda la apertura del mundo onírico y lo concatena con las cosas simples, sencillas de la naturaleza. “Mi niñito precioso / dedos de trigo, / con los rayos del alba / borda cariño / Mi niñito precioso / campo florido / malabar y cereza / pájaro y trino / Mi niñito precioso / canta dormido / porque teje arcoíris / de seda y lino”.

El bestiario ocupa un lugar importante en la poesía de Iván Pérez Rossi. Indiscutiblemente, para los niños la humanización es una figura que les provee de elementos para jugar con la imaginación y la fantasía. En el devenir histórico de la humanidad, los animales representan alimento, compañía, temor, médiums entre el mundo material y el metafísico, y por lo tanto siempre aparecen referidos en la literatura oral y escrita. Pérez Rossi les canta para encantar a los niños; les escribe para pintarlos en sus múltiples facetas, los asimila en poemas que sugieren significados alegóricos. En “El grillo Cri Cri” recita: “Un cielo estrellado / alegra el jardín / y suelta su canto / el grillo Cri Cri / Guardián de la luna / rumos de violín / la noche es la fiesta / del grillo Cri Cri / Levita y pum pac / estilo Chaplin / Es un caballero / el grillo Cri Cri / La brisa reparte / limón y alhelí / y la serenata / del grillo Cri Cri / La luna bosteza / se quiere dormir / y cierra los ojos / el grillo Cri Cri”. Lenguaje poético que alimenta el amor por los animales, por la conservación y preservación de las especies que nutren de vida al mundo en que vivimos.

“Sapo lipón” es un poema con una musicalidad única. Ritmo interior en el que se intuye la presencia de la sonoridad y el festejo de la palabra. “La luna brilla / por el jardín / y el grillo arrulla / con su canción, / canta el sapito / sapo tilín / canta el sapito / sapo lipón / Quiero cantar en Mi menor / con el sapito / más barrigón / Ven a cantar / sapo tilín / canta sapito / sapo lipón”.

La identidad de la patria, el fervor por los elementos que nos identifican como venezolanos están presentes en este libro. Los símbolos nacionales junto a instrumentos propios del país son descritos en un lenguaje poético que merece ser leído y cantado en todas las aulas de Venezuela. “El papagayo” es quizás el poema-canción más conocido y tarareado de Iván y Serenata Guayanesa. Con un contenido nacionalista, acusa el texto el valor inconmensurable que expresa la alegría de vivir en una nación como la nuestra. “Quiero hacer un papagayo / volador multicolor / para remontar las nubes / y llegar donde está Dios / Tres franjas / tiene mi papagayo / una amarilla / cual sol de mayo / La franja azul / el mar y el cielo / con ocho garzas / ocho luceros / Y el rojo fuego / del cardenal / sangre de héroes y libertad / Quiero hacer un papagayo / para aprender a volar / y que juegue con el viento / la bandera nacional”. El ondear del pabellón patrio izado en el horizonte, en las nubes, cercano al Creador, volando libre y con la misión de unirnos en un solo destino. Grandeza de espíritu que rinde tributo a los héroes nacionales, a quienes dedicaron su vida por independizarnos de la monarquía española.

La intimidad del hogar, refugio de nuestros sueños y amparo de las vicisitudes, es recreado en el poema “Mi casa”. Trabajo de filigrana donde se hilan las letras precisas para componer un texto que aromatiza y endulza los sentidos del niño. Fraterna melodía que enuncia el amor filial, quizás con rasgos autobiográficos que seguramente remiten a la casa del poeta en Angostura. Reminiscencias surcadas por los años de la infancia y su noción de un entorno alegre y feliz. “Mi casa es pequeña / de alero y zaguán / y aroma los patios / la flor de azahar / Turrón las ventanas / las puertas de pan / y el techo tejido / como un sebucán / El sol la dibuja / de añil y coral / y el piso parece / papel celofán / Mi casa es un templo / de amor y verdad / porque nos arrulla / la voz de mamá”.

Sabemos que es crucial darle al niño la posibilidad de que maneje la imaginación a su antojo y conveniencia pues allí están los cimientos fundamentales de su formación como adulto. Los sueños se cumplen porque están trazados con ráfagas de lo que imaginamos. Pérez Rossi apunta en la nota de apertura del libro: “Es bueno recordar que en cada niño hay un poeta, pero que debemos motivarlo para que él mismo lo descubra”. “Arcoíris” es un poema que desata la imaginación como tantos otros de este libro. “Yo quiero caminar el arcoíris / yo quiero conocer todas sus flores / yo quiero patinar en sus bajadas / y quiero dibujar con sus colores”.

En los niños jugar con las palabras es una actividad natural. Quien escribe para ellos debe conocer bien los temas que les gustan. El sentido lúdico de la literatura los engancha, les atrae y los repliega a leer sin observancias los textos de su interés. “La troya” remite a un juego ancestral que ha subsistido desde los inicios de la humanidad. El trompo bailarín incansable ruge desde tiempos inmemoriales. “¡A la voz de troya / trompo que se vaya! / Zumban los guarales / y los trompos bailan. / ¡A la voz de troya / trompo que se vaya! / Cuerpo de madera / y pie de metal / bailarín de sueños / atado a un guaral”.

La navidad fundamenta parte de la obra de Iván Pérez Rossi. El amor a los niños es expresado en sus canciones y aguinaldos. Seria crítica hace de estos tiempos en que niños pobres parecieran no tener navidad. “Los niños pobres preguntan / ¿Dónde está San Nicolás? / Y los niños ricos juegan / felices en navidad”. La exclusión y la división de clases sociales; la soledad y el desamparo son testigos fieles de la dura vida muchos niños en el planeta. “Triste se ve el huerfanito / caminando en navidad / que no tiene ni juguetes / ni el calor de su mamá”.

Otros poemas se fundamentan en la esperanza, en la alegría de los momentos decembrinos. La llegada del Niño Dios, Rey de reyes y salvador del mundo, la creencia en sus promesas, son acunadas en estos textos: “Blanca mariposa / rayito de luz / cubre con tus alas / al niño Jesús. / Blanca mariposa / regalito en flor / abre tus ojitos / que el Niño nació”. En “El niño bendito” expresa: “Ha nacido el niño / el niño bendito / Niño concebido / de amor infinito / Un zumbido alegre / pulsa el tucusito / y la miel más dulce / le lleva en su piquito”. Matices de alegría, conmovedores poemas que nos acercan al júbilo de celebrar una vez al año la llegada del Salvador. En tiempos de paz y unidad, la poesía salva.

Iván Pérez Rossi, poeta de la ternura y el amor, usa el don misterioso de la escritura para deleitar a los más pequeños. Ataviado con su propuesta poética recorre el universo infantil exaltando los valores propios del niño y los lleva por los caminos inexplorados de la poesía.

 

Referencias bibliográficas

  • Feijoo, S. (2005). Lo que escribe la mano sin mentira. Madrid: Signos.
  • Pérez Rossi, I. (1998) Cantemos con los niños. Caracas: Ex-Libris.
José Gregorio González Márquez

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