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Turismo literario

martes 31 de diciembre de 2019
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Turismo literario, por Estrella Cardona Gamio

¿Existen las rutas de turismo literario, no hay acaso rutas de castillos con fantasmas?, entonces…

Lo cierto es que nunca me he encontrado, en ninguna agencia de viajes, con una ruta que hablara de seguir, por ejemplo, el itinerario europeo de Lord Byron cuando abandonó por vez primera su patria: Lisboa, luego España, Gibraltar incluido, y Grecia. En España el sur, después Catalunya… Porque Byron estuvo en Andalucía, donde tal vez subsistan todavía descendientes suyos (Don Juan en Andalucía), y estuvo en Catalunya, en Sant Miquel del Fay, donde hay una placa que, entre las de otros nombres ilustres, le recuerda.

En 1816, Byron abandona para siempre Inglaterra y marcha otra vez al continente, siendo Suiza el país en donde vivirá los primeros meses, trasladándose luego a Milán y posteriormente a Venecia, para ir a morir a Grecia, concretamente en Missolonghi, adonde le llevó su romántico ardor patriótico por las causas perdidas.

La ruta de George Sand comienza en Francia, en Nohant, mansión familiar de su familia paterna.

Por cierto que en Cologny, cerca del Lago de Ginebra, se encuentra Villa Diodati, en la cual, una noche de verano de 1818, en una irrepetible reunión en la que se hallaban Byron, el poeta Shelley, su esposa Mary, madre literaria de Frankenstein, y Polidori, secretario y médico de Byron, se gestó la idea de escribir historias de terror, empresa que sólo llevaron a cabo Mary Shelley y Polidori con El vampiro.

Otra ruta, esta Yorkshire puro, la casa de la familia Brontë, donde imagino aún deambulan los fantasmas de las tres escritoras, Charlotte, Emily y Ann, acompañadas de sus criaturas literarias. Sus viajes en este caso carecen de interés, ya que es la casa familiar, hoy convertida en museo, y los páramos, el principal atractivo de esta ruta.

La ruta de George Sand comienza en Francia, en Nohant, mansión familiar de su familia paterna, quinta deliciosa que aún se conserva, París, Venecia y Valldemosa, como puntos referenciales más importantes en su inquieta existencia. La mansión familiar cuartel general de sus idas y venidas y el hogar en donde finalmente falleció, París, ciudad que la vio convertirse en escritora y periodista; Venecia, en donde vivió un idilio frustrado con Alfredo de Musset, y finalmente Valldemosa, donde todos sabemos de su tempestuosa relación con Federico Chopin en la inhóspita Cartuja tan visitada hoy por un público rutinariamente curioso.

En este recorrido no debemos olvidar a Lewis Carroll, el autor de Alicia en el País de las Maravillas, cuya ruta no es muy larga en kilometraje: aldea de Doresbury, en la cual nació y residió hasta los once años, otra aldea en el Yorkshire llamada Croft, y finalmente Oxford, en donde estuvo 47 años de su vida como profesor. Vida aparentemente sencilla y anodina pero sí muy interesante si tenemos en cuenta que en esta venerable institución nació la extraña historia de amor del joven Carroll hacia una niña de cuatro años, la pequeña Alice Liddell, hija del doctor Liddell, decano en el departamento de Christ Church, en Oxford, y que duró para el resto de la vida de Lewis Carroll, el hombre que escribió un cuento que ha trascendido el paso del tiempo como una especie de adivinanza o incógnita por resolver.

Valdría la pena transitar por esas rutas casi irreales, de ciudades, villas fantasmales cercanas a lagos románticos.

Y finalmente, la lista es larga, pero no vamos a hacer un catálogo, la ruta de Sherlock Holmes, esta sí que está incluida en algunos folletos de viajes.

Sherlock Holmes, el detective que nunca existió, con su inseparable doctor Watson, más vivos que su propio autor para muchas personas, ya que hay un itinerario turístico que puede conducirnos a su casa en el 221B de Baker Street, casa que tampoco existió jamás, y así se visita su famoso despacho, una joya victoriana perfectamente reproducida según se describe en las novelas de Arthur Conan Doyle.

Valdría la pena transitar por esas rutas casi irreales, de ciudades, villas fantasmales cercanas a lagos románticos, casas museo, instituciones que fueron marco de atípicos sentimientos, y escenificaciones casi teatrales de pensiones de huéspedes a través del caudal imaginativo de sir Arthur Conan Doyle.

Estrella Cardona Gamio
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