Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2019 con motivo de arribar a sus 23 años.
Pájaro poeta
Una máquina de escribir rota
descansa bajo el encino,
vieja como las enigmáticas estrellas.
Un pájaro azul
pica las teclas desvencijadas,
extendiendo sus delicadas alas.
Las palabras
vuelan una a una,
se acomodan a su gusto
formando líneas de versos,
que el viento susurra
y
surgen
rayos luminosos por doquier
en la etérea transparencia.
Extraño conflicto,
poesía y luz
retan a la oscuridad
de las crisis humanas,
más versos para amanecer
y llegará la claridad.
Claridad
¿Cuáles son los límites de la noche
que trajo el hombre?
¿Hay nostalgia en la sombra?
Mi mente ya enajenada
busca la claridad.
Mi energía está mal orientada.
¿Cómo escribir poesía?
Cuando hay tantas cosas “útiles”
por hacer, dicen por ahí.
Crisis, crisis, crisis, crisis,
se oye un murmullo que
acaba en grito ensordecedor.
De valores, económica, moral,
racial, política, crisis…
Mientras yo poeta,
humildemente,
descargo mis frustraciones
en unos cuantos versos
en los que se incluyen
trocitos de esperanza.
Esperanza en el ascenso
Descendemos,
de eso no hay dudas.
La paz endeble en que vivíamos
se ha roto, dicen “para siempre”.
¿Qué nos queda a los poetas?
Escoger entre el conformismo
y la sedición
Callar o escribir,
sólo eso nos queda.
Eso sí,
aborrecer la neutralidad,
existir pese a todo,
a pesar de los presagios,
de las crisis, de la muerte.
Es que hay mucho por hacer
en el exilio de las palabras.
Descendemos,
como el sol al final del día,
y
como la luna
los poetas
nos rebelamos.
Palabras perdidas
Lluvia de letras sobre el
paisaje del desamparo.
O. Paz.
Me envuelvo en las palabras
como un manto protector.
La poesía me separa
del áspero mundo de las manipulaciones
mecánicas y normalizadas.
Desciendo recordando
el abismo del destino.
Me faltan las palabras redentoras
para alumbrar las tinieblas humanas,
sacudidas por estruendosas crisis
y sus monstruos,
las bombas, la pobreza, la esclavitud,
que no dejan percibir
el triste susurro del alma.
Por lo tanto tristemente
no me puede sorprender
que me falle una y otra vez
el lenguaje
para pintar la realidad
y brindar una
esquelética esperanza.
Esquelética esperanza
No se ven las mariposas,
sólo un puñado de gorriones
caminan velozmente dando tumbos por la calle,
picando piedritas de colores.
El aire frío duele
y la falsa calma abruma.
Antesala de metamorfosis,
palabras clausuradas
el tiempo del silencio
o la complejidad del silencio.
Un pájaro símbolo
hilvana melodías
ese poema sonoro es la ruptura
esquelética esperanza.
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