
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2019 con motivo de arribar a sus 23 años.
La escritura ha sido un “refugio” para mí. Te lo comento porque es lo único que puedo hacer mientras hay luz (la del sol). ¿Preguntas por qué? Estamos atrapados en un lugar donde alguna vez hubo electricidad, comida, agua y “diversión”. Ahora te pregunto por qué inquieres esa obviedad. Te lo he contado en muchas ocasiones. Sigues sin creer, pero es así. La ciudad está a oscuras cada noche y sólo la iluminan las estrellas (cuando las condenadas están)…
Escribir salva de alguna forma, también la lectura y las manualidades (sí, las manualidades).
Te he repetido que no es mentira, caramba. Esta situación es el motivo por el que la escritura es una forma de escabullirme, “no” pensar en un futuro entre sombras. La crisis… Insistes en que hay lugares con realidades peores… Entonces te invito a vivir aquí para que te “deleites” con el “maravilloso” aroma del miedo. En fin, persisto, aunque a veces me siento triste (irritada) ya que la “musa” se va. Son las mañanas más “bonitas”. La dinámica consiste en mirar el cuaderno varios minutos seguidos, tirarlo y escupir que esa tontería de la literatura no me ayudará a escapar de la calígine. Luego se me pasa el “berrinche” y comienzo a hacer cosas más productivas como estrellas de papel con unas cartulinas que guardaba en una mesa que casi le falta una pata. Imagino que tendrás una biblioteca… ¿No? Parece que alguien ni lee las notificaciones que llegan a su teléfono… ¿Qué te estoy ofendiendo? Claro que “no”. Tú eres mi amigo “nada” ignorante (“no” te dejes engañar por las comillas, colocarlas es mi “pasatiempo”). ¿Cómo te decía? ¡Ah, sí! Te hablaba del bloqueo y lo terrible que es en estos tiempos de crisis. Siento alivio al retomar. Y después de escupir sobre la escritura, pienso que de verdad me ayudará a sobrevivir.
¿Has leído Rebelión en la granja (George Orwell) y el cuento “La tienda de muñecos” (Julio Garmendia)? Yo sí. Detallan bien lo que ocurre. Deberías leerlos (“sólo” es cultura). Presta atención a estos personajes: el burro Benjamín y Heriberto, el sirviente. Uno intuía lo que pasaría y el otro cae en la desesperación después de la muerte del amo…
He leído mucho durante estos días. A veces comento esos textos. Escribir salva de alguna forma, también la lectura y las manualidades (sí, las manualidades). En esta época, cuando no sabes qué sucederá, es una manera de desintoxicarte de tanta “incertidumbre” (palabra favorita en la actualidad).
Ya está oscureciendo y debo dejar de escribir estas “trascendencias”. Inventarte fue un placer, un verdadero desahogo. Mañana posiblemente retome estas “charlas” contigo, diario. Tú sabes, para salvarme de las sombras. Llamaré estas entradas “Escribir antes de la noche”. No está mal… Será un “éxito”.
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