
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2022 en su 26º aniversario
Este es un poema roto,
mutilado por lo cruento de los tiempos,
despojado del ardor de las palabras
que cantaban a Marte y a Plutón,
a Venus y Cupido.
Nada es bello en un campo de batalla.
Los triunfos por la “paz” son un insulto
en el desamparo de los cuerpos mutilados,
y cantos de guerra que hieren la razón.
No hay amor en el limbo de los juegos
que, entregados a la pasión del genocidio,
estalla desde los miembros de soldados cercenados.
No hay belleza en los ancianos y niños famélicos
que, entre escombros, procuran sabandijas,
ni en las aves de rapiña que husmean entre los muertos.
No hay amor en estos versos, no,
ni en los cantos triunfalistas que promueven
una victoria ilusionista,
plagada de llantos y vientos de exterminio.
No hay belleza en un guerrero adolescente,
ni en los mártires suicidas que sacrifican su vida por una quimera,
aunque la épica enaltezca su osadía
para enmascarar las virtudes homicidas del imperialista.
No hay amor, no, en el campo de batalla,
territorio fulminante,
ni en las casas tomadas por asalto
al ritmo de la verónica.
No hay belleza en este texto,
sino ruptura, desolación, lamento, rabia…
llamado estridente en la búsqueda de oídos
que escuchen el clamor por la cordura,
el Cese al Fuego,
un silencio que anuncie la Esperanza.
Este es un poema quebradizo,
resquebrajado por el odio de esos que se dicen justos;
esos que, tras sus corbatas de satén y escritorios de caoba,
juran defender al mundo del pagano;
de esos que miran tras la bola de cristal de su computadora
para armar estrategias como si se tratara de un simple juego de ajedrez.
Este es un poema antiépico,
antiestético,
parapléjico;
un poema rasgado por las hostilidades y el dolor,
el terrorismo y las masacres,
el asesinato en masa;
un poema que reniega del arrojo de la plutocracia cautivadora y grandilocuente,
que ofrece desarrollo económico y estabilidad financiera.
Este es un poema afónico,
ronco por gritar ¡un basta ya!,
un poema amorfo,
anafórico,
indeseable,
abortado a conciencia;
resultado de la xenofobia de las castas más altas
que nos miran desde el centésimo piso
y nos amagan con langostas y guerras biológicas.
Este es un poema entre paréntesis
antirromántico y antihumanístico,
si por humanidad se entiende la oda al agonismo.
Este es un poema ridículo, sí,
vulgar, antipático;
pero plagado de nostalgias,
de ensueños y plegarias
por que aprendamos que la felicidad es posible por la felicidad misma,
y no porque unos cuantos triunfen aplastando el mundo entero.
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