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Max Chárriez
“La literatura me salva ahora en mi adultez”

domingo 12 de agosto de 2018
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Max Chárriez
Max Chárriez: “Mi mayor influencia ha sido de escritores previos a mi generación, especialmente en el género policial-detectivesco”.

Max Chárriez (Puerto Rico, 1968) es educador, activista, cuentista, novelista, editor, antólogo, gestor cultural… escritor. Es fundador de la Editorial La Tuerca, un novel proyecto editorial enfocado en visibilizar cierta e inevitable literatura alternativa, transgresora y muy necesaria en el Puerto Rico de hoy. Realizó estudios en narrativa en la Universidad del Sagrado Corazón, de donde obtuvo su maestría en Creación Literaria. Su trabajo creativo se ha concentrado en la llamada literatura negra (noir) y la literatura queer. Chárriez ha compartido unas palabras sobre su trabajo creativo, las cuales comparto con mucho entusiasmo.

—En 2016 publicó 2058 d. C. (Puerto Rico, Editorial La Tuerca, 2016). ¿De qué trata en esta colección de cuentos especulativos, como le llama Yolanda Arroyo Pizarro? ¿Cómo compara su temática con Delirios de pasión y muerte (Puerto Rico, Ediciones Aventis/La Tuerca, 2009/2014) y con sus otros trabajos creativos dentro del género del cuento?

Ojos como de hombre fue mi tesis de maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón.

—En 2058 d. C. están mis cuentos preferidos porque los escribí con el único criterio de querer escribirlos. Sigo pensando, ahora con más firmeza, que la función principal de la literatura es lúdica, la búsqueda de belleza en el lenguaje, lo social y hasta lo literario va en función de crear una obra que entretenga. Ese entretenimiento puede ser causar risa, hacer pensar, provocar la especulación, sorprender. Escribí lo que me gusta leer: ciencia ficción, especulativo, el terror, lo cómico, la sátira, lo erótico. Delirios de pasión y muerte es un libro al que le tengo mucho cariño y contiene dos cuentos que me han dado a conocer, “Belleza” y “La noche de los raros”, que todavía son muy solicitados, crean controversia, aparecen en varias antologías y que de cierta forma me han definido como un escritor queer. Pero hoy soy un escritor muy diferente. Le llamo a ese período el período de la homofobia porque ese es mi tema recurrente. Ahora exploro y abordo el tema de forma diferente. Es un libro muy bueno, contiene otros cuentos que son bien oscuros, raros, bien queer.

Ojos como de hombre (La Tuerca, 2011) fue su primera novela. ¿Cómo surge la oportunidad de trabajar este género? ¿Qué relación tiene Ojos como de hombre con su trabajo creativo en Huesos secos (La Tuerca, 2013) y Mutilãre (La Tuerca, 2014)?

Ojos como de hombre fue mi tesis de maestría en Creación Literaria en la Universidad del Sagrado Corazón. La novela publicada como Ojos… es un 95% la tesis, que se tituló Inocencia primordial. Me tardé dos años en publicarla porque tuve muchos tropiezos, fui víctima de engaños y traiciones, y de ahí surge mi proyecto Editorial La Tuerca y la tradición de no añadir comentarios de otros escritores en la contraportada de mis libros (aunque en 2058 d. C. no me hicieron caso y mi diseñador los añadió, pero vale). Realmente, la historia que había querido contar desde hacía mucho tiempo era Huesos secos, pero sabía que necesitaba experiencia escribiendo novela y el proceso de tesis me la daría, por eso decido escribir la precuela para la tesis y luego escribo Huesos secos. Soy de la generación X, soy producto de la Guerra Fría y sus efectos acá en una colonia del Caribe. Quería escribir sobre eso, que no se ha escrito casi nada. No es una novela histórica, es policial con mucha acción, estilo novela de espías estadounidense o inglesa y, hasta cierto punto, especulativa también. Tiene hasta elementos fantásticos. Creo que es el libro que mejor me define como escritor. A veces la leo y me sorprendo de haberla escrito. Sé que ha gustado mucho y fue y es muy leída, pero me atrevo a pensar que genera un poco de miedo, tal vez, a los puertorriqueños no les gusta escarbar muy profundo la historia. Mutilãre tiene un origen más mundano. Originalmente, el detective de Ojos como de hombre mencionaba a un primo detective privado que era gay. Eso quedó fuera de la novela una vez editada. Para mí Manuel Sánchez era un personaje demasiado traumado, cargaba esa parte negativa mía, por qué negarlo, y no me gustaba. Me funcionaba bien para la trilogía Profecías, pero no me gustaba, creo que no quería que la gente lo asociara conmigo. Decidí entonces darle vida al primo que era detective privado y crearlo totalmente opuesto a Manuel Sánchez. José Lottas Osorio, conocido como Pepe, Pepe Lottas, es un gay feliz, le gustan el sexo, el alcohol y las drogas. Originalmente, Mutilãre se vendió como una novela serial, por capítulos, creo que a $2, y se llamaba Las aventuras de Pepe Lottas y el Capitán Carambolo. Era pura poca-vergüenza, pero gustó mucho y hay una fanaticada de Pepe, especialmente mujeres. Más tarde lo tomé en serio, David Caleb Acevedo la editó, se sugirió cambiar el título. Es posporno. Las descripciones del sexo son explícitas y hay mucha comedia. Es realmente una sátira a las novelas del hard-boiled estadounidense.

—Si compara su crecimiento y madurez como persona y escritor, ¿qué diferencias observa en su trabajo creativo de entonces con el de hoy?

—Creo que en mis comienzos estaba muy motivado por mis compromisos sociales, la idea de que la literatura sería una herramienta de transformación. Eso se dio en la convergencia del Colectivo Literario Homoerótica, del que formé parte desde el principio. Fue un período maravilloso. Nunca se me acusó de panfletismo, pero yo mismo me leo y veo la fina línea muy cerca de ser cruzada. Fue un período de mucho aprendizaje. Hoy continúo teniendo un compromiso con la equidad, la justicia, la liberación política de mi país, soy socialista, pero no creo que mi trabajo deba ser sobre eso. Creo que debe reflejarlo. Igual pasa con la educación, mi trinchera es el salón de clases y, no importa la materia o donde enseñe, mi compromiso es con esos valores y los practico y enseño. Como escritor tengo muchas herramientas a mi disposición para hacerlo. Para luchar contra la transfobia, por ejemplo, no hay que escribir sobre la transfobia, al menos no directamente. Para denunciar la violencia contra la mujer no hay que escribir un cuento sobre un hombre que golpea a su esposa, hay otras formas de hacerlo.

—Max, ¿cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico?

—Mi trabajo creativo siempre ha estado influenciado por el trabajo de los pares. Puedo afirmar que escritores como David Caleb Acevedo, Yolanda Arroyo Pizarro, Ángel Antonio Ruiz, Rubén Rolando, H. R. Llanos, Julio A. García, influencian mi trabajo, aprendo de ellos. Admito que extraño mucho los talleres y los colectivos. Se aprende mucho. Sin embargo, creo que mi mayor influencia ha sido de escritores previos a mi generación, especialmente en el género policial-detectivesco, como Wilfredo Mattos Cintrón, Marta Aponte Alsina, Francisco R. Velázquez; en lo queer, a Mayra Santos Febres, Daniel Torres y Abniel Marat. Tampoco puedo negar la influencia de la literatura popular estadounidense e inglesa, especialmente de terror, ciencia ficción y acción que devoré en mi juventud. Admito que leí mucho en inglés. Quien haya leído a Stephen King y James Rollins puede encontrar rastros de los maestros en mi trabajo. Jamás me compararía, pero está ahí. De la novela policial y detectivesca mis grandes maestros han sido suecos y noruegos como Stieg Larsson, Henning Mankell y Jo Nesbø. Hasta muy reciente mi conocimiento de literatura hispanoamericana era escasa. Pero no puedo dejar de mencionar a Leonardo Padura.

Nunca he pretendido escribir sólo para los puertorriqueños, pero mucho de lo que escribo es de Puerto Rico y en Puerto Rico.

—¿Cómo concibe la recepción a su trabajo creativo dentro de Puerto Rico, y la de sus pares, bien sean escritores de narrativa u otro género?

—Creo que la recepción que ha recibido nuestro trabajo es extraordinaria, a veces sorprende. Especialmente de escritoras y escritores queer. En ciertos círculos literarios se nos resiente por eso. También se nos admira. Creo que el período del Colectivo Homoerótica fue clave para eso porque hicimos cosas muy valientes que sentaron las bases. Lo más importante fue acabar con la invisibilidad. Una generación de escritores lesbianas y gays que decidieron no irse y enfrentar la situación. Fue una guerrilla. También esa aceptación se debe a que estamos contando otras cosas, es una generación que se ha alejado bastante de “lo nacional” como tema. Podríamos estar hablando de posmodernismo tardío, un poscolonialismo. Los críticos que se encarguen de las etiquetas. Nos falta mucho todavía, apenas estamos comenzando. Es una generación que escribe terror, ciencia ficción, fantasía, gótico, posporno, etc.

—Sé que es de Puerto Rico. ¿Se considera un escritor puertorriqueño o no? ¿O, más bien, un autor de literatura, sea ésta puertorriqueña o no? ¿Por qué?

—Nunca he pretendido escribir sólo para los puertorriqueños, pero mucho de lo que escribo es de Puerto Rico y en Puerto Rico. Soy un escritor puertorriqueño, no considero mi obra limitada a lo puertorriqueño. 2058 d. C. es prueba de eso y otros proyectos en el tintero se alejan más todavía del 100 x 35. Puede ser París, Nueva York, el Amazonas; Puerto Rico es buen escenario para cualquier historia. No es diferente. Lo que sí podemos hablar es de la limitación que impone escribir en Puerto Rico y alcanzar otros lectores, especialmente en Latinoamérica. Puerto Rico es una isla, salir y llevar fuera físicamente al escritor y su literatura es costoso. A eso se le suma el asunto político. Hay maneras de vencer eso con TIC y el enorme mercado de hispanos en Estados Unidos. Mi próximo gran proyecto es traducir al inglés poco a poco los títulos de La Tuerca. También he considerado escribir en inglés, que lo puedo hacer.

—¿Cómo integra su identidad étnica y su ideología política con o en su trabajo creativo?

—Toda mi experiencia de nacer, crecer en Puerto Rico, caribeño, de pobreza, como sobreviviente del fundamentalismo cristiano, como sobreviviente de abuso sexual, como emigrante en Estados Unidos, como maestro, como hombre gay-queer, se refleja en mi trabajo creativo. Es mi identidad, es imposible sacarlo del proceso creativo. Ahora, no creo en el nacionalismo, aunque sí creo en un Puerto Rico soberano e independiente donde seamos los puertorriqueños y las residentes los que decidamos, integrados al Caribe y en relación y cooperación con la comunidad internacional. Eso se refleja en mi trabajo creativo. En 2058 d. C. hay cuentos que tratan de eso, de forma distópica, pero lo hago. Mis personajes casi siempre llevan la voz de mis ideales. Especialmente, el detective Manuel Sánchez Osorio. Huesos secos es una novela independentista, aunque critica mucho al independentismo tradicional y Manuel Sánchez es muy sarcástico.

—¿Cómo se integra su trabajo creativo a su experiencia de vida? ¿Cómo integra esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor hoy?

—No me gusta la literatura autobiográfica. No la critico, pero a mí no me gusta escribirla. Por otro lado, los escritores no podemos negar que en cada personaje dejamos un pedazo de nuestra alma, y uso “alma” como metáfora de la experiencia de vida, de la identidad. Hay temas que me gusta tratarlos porque necesito hacerlo, tal vez para exteriorizar: el abuso y explotación de menores, el extremismo religioso, lo queer. El que me lea bien, sabe cuáles son mis demonios. De la misma forma que la lectura me salvó en la niñez y adolescencia, y fui un lector voraz, la literatura me salva ahora en mi adultez. Creo que mantiene el balance entre cordura y locura.

Como editor de La Tuerca continúo buscando proyectos; vamos a publicar libros de teatro, una antología, una importante novela queer y cómics.

—¿Qué diferencia observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a su trabajo creativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?

—Mis amigos y compinches están muy entusiasmados con mi nueva libertad artística expresada y la decisión de dedicarme a proyectos innovadores y géneros literarios que me gustan. Lo ven como una especie de renovación. Estoy sorprendido de que en tan poco tiempo mi trabajo sea objeto de estudio, especialmente en Estados Unidos, donde ha sido reseñada, analizada y hasta objeto de tesinas y tesis. También desde países distantes como Nueva Zelandia e Inglaterra. En Puerto Rico este no ha sido el caso. No es que sea desconocido, pero la crítica no le ha prestado mucha atención. Cuando lo ha hecho, ha sido positiva. No creo que se deba a mi persona o la calidad del trabajo. Tiene que ver con la idiosincrasia boricua. Los puertorriqueños estamos muy atentos a los premios literarios, lo llevamos en la sangre, hay gente que escribe para eso. No le presto mucha atención a los premios, confieso que me aterran, odio el elitismo y no lo practico. Así que, si uno se gana un premio, aunque los criterios sean dudosos, todos te quieren hablar y mencionar tus libros. El panismo, el amiguismo y la velagüira son el pan nuestro de cada día. Por otro lado, no tenemos muchas revistas de crítica y los periódicos cada vez dedican menos tiempo, espacio y esfuerzo a la crítica. A eso se le suma que la literatura noir, policial o detectivesca, no es vista con seriedad y no se reseña ni se critica, no se mercadea internacionalmente. Tenemos un cuerpo literario noir de excelencia con Mattos Cintrón, Velázquez, Aponte Alsina, entre otros, a la que no se le hace caso, pero invitamos a Leonardo Padura y se llena el teatro. Así somos en Puerto Rico. Tanto programa y películas sin sustancia que se producen en Puerto Rico y no hay una serie de Dolores Cardona, de Francisco R. Velázquez, o una película de Fúgate, de Marta Aponte Alsina. Hay mercado. Soy un tipo bastante ordinario. Ahora, con los lectores no académicos, que leen por placer, es muy diferente. En Puerto Rico sí se lee. La gente se acerca y te comenta, en las redes sociales. Tengo apoyo dentro de las comunidades LGBTTQ, mucho cariño y hasta cierto reconocimiento. Es suficiente.

—¿Qué otros proyectos creativos tiene pendientes?

—La tercera novela de la trilogía Profecías sale ahora en octubre o noviembre y con ella cierro ese ciclo. Es posible que vuelva a revivir a Manuel Sánchez, pero no por ahora. Además, estoy trabajando otra aventura de Pepe Lottas y el Capitán Carambolo, esta vez parodiando a El Halcón Maltés; tengo una novela sobre zombis en proceso, “Las crónicas de Pandora” (el cuento gustó mucho y saldrá en una antología), y un libro de cuatro o cinco cuentos largos en el que exploro algunos temas que me preocupan, se titulará 19. En el futuro cercano me gustaría desarrollar una idea que tengo para una novela detectivesca, pero ambientada en una distopía futurista en la que no se supone que haya criminalidad y, por lo tanto, no hay policías. También una serie de novelas juveniles fantásticas sacándole partido a nuestra historia y geografía. Quiero volver a escribir teatro como en mis años de adolescencia. Por supuesto, como editor de La Tuerca continúo buscando proyectos; vamos a publicar libros de teatro, una antología, una importante novela queer y cómics. Este mes de agosto comenzamos a trabajar para el próximo Congreso de Literatura Queer.

Wilkins Román Samot

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