El pasado 15 de marzo se lanzó en Barranquilla el libro El mutante de la cuatrimoto, de la poeta barranquillera Nora Carbonell. No es su primera publicación de narrativa infantil; ya antes había publicado Armando Líos en el arco Iris, Lluvia María y el ladrón de sonidos y La sombra del miedo, para mencionar tres de una docena de relatos.
Aquello que llamamos literatura infantil es en verdad literatura cuando aún como adultos la leemos y nos conmueve. La literatura infantil no consiste en unos cuadernitos para colorear que una vez ya leídos olvidamos, cuadernitos que abundan en las librerías y que desaparecerán un día para siempre.
Los textos que llamamos literatura infantil en muchos casos ni siquiera fueron concebidos como tales, como Los viajes de Gulliver o Las mil y una noches, por ejemplo. Lo cierto de todas formas es que sean cuentos o poemas aquellos libros que leemos desde las aguas de la niñez nos conmueven aún de adultos. No cabe duda de que si retomamos un libro como El principito o Alicia en el País de las Maravillas volveremos a enternecernos o asombrarnos. La buena literatura, sea cual sea el apellido que le colguemos, deja en nosotros una huella imborrable, como aquellos amores que recordamos cada vez que volvemos a las calles donde los ojos claros de una muchacha nos hirieron para siempre.
El mutante de la cuatrimoto, último libro de la poeta barranquillera Nora Carbonell, de seguro logra lo descrito. Se trata de una narración que un niño de ocho años puede leer, disfrutar, comprender y significar desde su sencillez. Pero de igual manera sus páginas estremecen a los adultos y nos descubren al infante que cada uno de nosotros alberga dentro de sí, aunque quiera ocultarlo.
Más aun, como buen texto literario, El mutante de la cuatrimoto está impregnado de poesía en cada una de sus líneas. De allí que yo insista en que, siendo una gran narradora, Nora Carbonell no abandona su esencia poética. Pero Nora logra algo que no es fácil, una prosa ágil, llena de emoción, al mismo tiempo que cargada de profunda poesía; prosa rápida y dinámica a la que la poesía no le pone fardos sino que la hace liviana, pero no por ello menos profunda. La poesía se puede apreciar en nombres como “La Tía de Papel” o “Tsunamis” o en frases como “lo único que ella tiene de agua brava son sus ojos verdes y grandes” (p 9).
El mutante de la cuatrimoto se puede mostrar como un claro ejemplo de literatura infantil, pero es mucho más que eso.
La buena literatura, y sin duda El mutante de la cuatrimoto se puede mostrar como un claro ejemplo de ella, revela la profundidad de las cosas que están frente a nosotros pero no vemos. Al igual que el protagonista del cuento, Juancho Montero, cada uno de nosotros tiene dentro de sí poderes que quizá desconozcamos. Nos maravillan las películas de superhéroes sin saber que de seguro nosotros somos uno de ellos. Contamos con poderes cotidianos que por lo mismo olvidamos: el poder del amor de los amantes, el poder de la imaginación de los niños, el poder de soñar de aquellos que proponen mundos nuevos que hoy parecen imposibles.
Más aun, Juancho Montero, El mutante de la cuatrimoto, nos enseña desde su silla de ruedas poderes que van más allá del cuento y que son necesarios para construir otro país: el control de fieras, tan necesario para calmar los odios que animan y vencen a los colombianos, control que sólo es posible con “la fuerza palabra”. Nora, a través de un cuento bello y sencillo, propone con profundidad aquello que nos es necesario a los habitantes de estas tierras hermosas y salvajes para construir nuevas formas de ser y convivir.
Hay otro poder que posee el personaje central y que también nos urge en tiempos como los que vivimos: el poder de viajar a otras dimensiones. Nuestras vidas, nuestro mundo pueden ser distintos, pero para que lo sean primero hay que soñarlos. Soñar no basta, pero toda acción transformadora comienza con un sueño.
En verdad, El mutante de la cuatrimoto se puede mostrar como un claro ejemplo de literatura infantil, pero es mucho más que eso. La narración devela la poesía que hay en cada uno de nosotros, tanto en nuestras debilidades como fortalezas. Libro para leer desde la infancia; libro para leer desde la adultez. Leer también es uno de esos superpoderes que cada uno de nosotros debería tener.
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