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Tres poemas de Natalia Lara

lunes 1 de agosto de 2016
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1

Bajo la niebla amorfa
la hora se degüella
es una niña ultrajada
a quien le tasajean el cuerpo

Incompleta y desdeñada
en el paisaje invertebrado y hambriento
frunce círculos:
es un tiempo que aridece

Columnas sin término
t..e..r..r..o..s..a..s
Calles vibratorias

Enrollo las lenguas en los husos
miro dentro un espacio monocromo
cerrado de albas
que cae en el fuego

Preciso el amarillo obseso
su olor a trementina
una tela de cielo menos pálida

Mi casa sin el contorno ahumado
guarecerme bajo el manto
como alondra muda
derretir en el combate
estos ojos de tempestad
uncidos de barro

Alzarme
sobre otra roca.

 

2

Absorbente en la dispersión de la historia
es mudo el hilo blanco de la noche.

Sobre la imagen que deviene
el fenómeno obscurecido y fluctuante.

Entre la mezcla cabecea la ira,
una calva demacrada abrumada de estupores.

El azar sin distancia
retenido y equívoco.

Corre el llanto del rumiante
Ante la incertidumbre sonora.

Apenas mira
v.. e.. r.. t.. i.. c.. a.. l.. .

Encima del lomo morado de apetito
las hormigas veleidosas exhiben los dientes.

El miedo se abre y vela en el día
una interrogación que crece.

Sin respuestas
a la fatiga que mana.

Todo está plegado.

Quizá sea el aullido de una playa
el que nos abrace.

Síntoma de haber embestido la ola giratoria
Que nos arrastró a orilla.

Lamemos su paso intemporal,
hermético y pesado
como un sueño bíblico
que posa las ruinas.

 

3

Hollines de blanco
flor.. oscura.. nocturnal.. helada

Era la soledad claridad sedienta
abierta como la piel azul de la fuente
esa carne crecida y templada.
Sobre la piedra ebria
la hierba mineral, y
el silbido a orilla.
Amatista herida espesa en el aire.
Lejos la brillantez de la hebra
la noche disuelta entre nombres mojados.
Días como humo grasiento
elevaron las estrelladas grutas.
El año cayó con sus líneas muertas:
espejo de gavilanes donde atravesar las cruces.

Reclinado como estoy,
bajo las columnas de fuego
sé del vaho en el nido, y de las muertes tempranas.
La playa entre las piedras y la arena movediza
olas que se arriman a la delgadez de las venas;
los peces y sus manos enfundadas con el frío del mar
fértiles como un viento que llueve hijos.

Reclinado como estoy
errante……….lóbrego
pasa la ligera sonrisa del padre amado
nubosa la nuca extendida hasta su nombre
denso como un lenguaje olvidado.
Aquellos pálidos cabellos
en el traspiés de la lejanía…
el tiempo más agrio
la vertiente idéntica
donde reconozco mi sombra y su luz.

Natalia Lara
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