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Petofilia:
tragicomedia de Crépito y Flátula

sábado 17 de septiembre de 2022
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Petofilia: tragicomedia de Crépito y Flátula, por Rubén Monasterios
¡Todo el mundo declara públicamente su asco por las plumas, pero al pearse en privado todos huelen las suyas con supremo deleite! Imagen: Alex Sandoval

Aparecen en esta obra los siguientes personajes:

  • Flátula, dama de mediana edad pero de muy buen ver, doctora y profesora universitaria.
  • Crépito, artista, caballero de mediana edad.
  • Beethoven.

 

Argumento

Flátula y Crépito pasan vacaciones en un balneario marino; siendo personas discretas y ajenas al bullicio, buscan disfrutar del sol en esa mañana radiante en una terraza aislada del hotel; así coinciden en este lugar donde hay dos sillones de jardín. Una circunstancia imprevista los lleva a reconocer sus afinidades; conversan y encuentran que están hechos el uno para el otro; enamorados, se declaran recíprocamente su pasión; no obstante, el inclemente destino, personificado por Beethoven, se opone a su felicidad y los conduce a un fin trágico.

 

Acto único

Ahora Flátula yace en uno de los sillones, leyendo un libro. Entra Crépito, cruza frente a ella e intercambian un ligero saludo; se dispone a ocupar el otro sillón, pero una flor llama su atención; se inclina para arrancarla, de tal modo que su trasero queda orientado hacia la dama; al ejecutar esta acción se escucha una flatulencia escandalosa y prolongada:

¡Prooooaaaacckkk! ¡Puiggg! ¡Crotanockkkkkkk! ¡Puahhhhgraaaa!

Flátula hace gestos de desesperación, de ahogo; intenta levantarse, no lo logra, queda desmadejada en el sillón; finalmente, su expresión es de éxtasis.

Flátula: ¡No lo puedo creer!… ¡Un auténtico pedo plurivocal grave, seco, dilatado, de intensidad sonora alta, no menor de nueve, y potencial odorífico complejo!… ¡Qué maravilla!

Crépito: ¿Se siente usted bien, madame?

Flátula: ¡Oh, sí! ¡Gracias, gracias! Más que todo, fue la impresión, ¿comprende? Mejor dicho, la emoción, porque no es frecuente tener el privilegio de recibir en plena cara una flatulencia de tal categoría, así, sin previo aviso…

Crépito: Pero… ¿Acaso es usted una diletante?… ¡Asombroso: una dama petófila! ¡Una auténtica amante de los pedos!

Flátula: A ver, permítame analizar su composición, antes de que su portentoso efluvio se disuelva… Básicamente, es el resultado de un cocido gallego, con mucho repollo y garbanzos, pero también hay en el aroma un toque dulzón…

Crépito: ¡Chicha!, chicha andina…

Flátula: ¡Eso es!, y algo más que no logro identificar…

Crépito: Todo eso, más unos bocadillos de chicharrón de cerdo y un trozo de queso blanco cremoso fue mi desayuno. Veo, señora, que más que simple diletante, usted es toda una experta…

Flátula: ¡Me halaga usted!, pero así es: soy una especialista. Soy médica petóloga. Permítame presentarme: Flátula Neumática.

Crépito: ¡Eso me explica su conducta, doctora! La generalidad de las personas reaccionan de una manera adversa ante estas manifestaciones naturales del organismo: se sienten ofendidas, expresan repugnancia… ¡Mucho gusto!, mi nombre es Crépito Mezzocuesco.

Flátula: ¡Crépito, qué gracioso!

Crépito: ¡Gracias, señora! ¡Su simpatía me reconforta! No sabe usted los agobios que he tenido yo a causa de mi condición… Me han insultado y perseguido; una vez intentaron lincharme; he ido preso. No me lo va a creer, doctora Flátula: ¡hasta un juicio me abrieron una vez, por alteración del orden público y daño a la propiedad privada, a causa de la simpleza de largar un viento en un teatro!

Flátula: Comprendo sus problemas, señor Crépito… Los pedorreros no soy muy apreciados en la sociedad… Ciertamente, son execrados.

Crépito: ¡Todo el mundo declara públicamente su asco por las plumas, pero al pearse en privado todos huelen las suyas con supremo deleite! ¡Hipócritas!

Flátula: Tanta es la hipocresía, que la gente ha ideado procedimientos para disimular sus pedos. Algunos emiten vigorosas expresiones guturales, por el estilo de: “¡Ejem, ejem!”. Otros tosen o estornudan…

Crépito: …No faltan los que ponen cara de “yo no fui” y miran con expresión reprobatoria a otra persona, o patean al perro…

Flátula: Tratándose de disimular, lo más recomendable es recurrir al recurso de apretar bien fuerte el esfínter; sucede entonces que debido a la comprensión del gran músculo del ano el vapor que pretendió salir escandaloso, se evade silenciosamente.

Crépito: ¡En tal caso se disimula el sonido, no así el aroma! ¡De una u otra forma, el pedo siempre se impone y supera la represión! ¡Porque el peo es intangible, pero eterno y omnipresente!

Flátula: ¡Soberbio pensamiento, señor Crépito! ¡Me deslumbra usted!

Crépito: A veces me sale el filósofo.

Flátula: El olor no puede disimularse a causa de los gases que entran en la composición del flato: skatol, un gas odorífico intenso y permanente; el ácido hidrosulfúrico, cuyo hedor es a huevos podridos, y el metano, un gas pestífero originado de la fermentación de materias orgánicas.

Crépito: ¡Gloriosa podredumbre intestinal!

Flátula: No obstante, en la generalidad de las personas los pedos son de aroma efímero: no duran más de dos minutos; algunos muy especiales, hasta cinco minutos, y dejan de sentirse a partir de los quince metros a la redonda. Los humanos largamos entre ocho y doce peos diariamente, con un volumen de gases apenas suficientes para llenar un balón de fútbol.

Crépito: ¿Sí? ¡Menudencias! Yo me he tirado hasta quinientos pedos de larga duración en un día. Una vez gané la apuesta de llenar con mis ventosidades la cisterna de un camión de gasolina. Cuando largué el peo que le dije, en el teatro, tuvieron que clausurar el local. La sala quedó impregnada; dos años después todavía olía.

Flátula: ¡Asombroso! ¡Usted es un prodigio de la naturaleza!

Crépito: ¡Gracias, madame! Sus palabras me redimen de tantas humillaciones…

Flátula: La gente desprecia los pedos, sin darse cuenta de que son los mejores aliados de la salud. Retener los pedos daña el cerebro.

Crépito: También son los mejores aliados de la protesta política. ¿Cuál es el presidente, ministro o general que sigue su discurso después de sonar un peo escandaloso y pestífero en el recinto? ¡Yo, con un peo bien maduro, he silenciado a más de un demagogo!

Flátula: Y los cuescos también son excelentes cómplices del amor…

Crépito: El peo es la verídica voz del amor. Si es atronador, expresa la pasión atormentada; siendo sutil y silencioso es un suspiro… ¡El suspiro de un culo enamorado!

Flátula: ¡Ay, que romántico es usted, señor Crépito!

Crépito: ¿Quizá quisiera usted?…

Flátula: ¡Oh, desde luego! ¡No siempre tiene una la oportunidad de encontrarse con una persona como usted! Además, si me lo permite, yo también quiero hacerle algunas demostraciones de mis discretas habilidades…

Crépito: ¿¡Cómo!? ¿De modo que usted también es practicante? Suponía que tan sólo era una estudiosa…

Flátula: ¡Oh, no, ya lo verá!

Crépito: ¡No faltaba más!, y como la cortesía obliga, las damas primero…

Flátula: ¡Muy gentil de su parte!… Vea este, el vulgarmente llamado peo “de señorita”, o “peíto”, denominado en un lenguaje más técnico monovocal en “i” breve.

Se escucha algo que suena así como un “priiii”… delicado y agudo.

Crépito: ¡Qué delicadeza! Lo hizo usted con todas las reglas del arte. Es un peo muy decente, y pone de manifiesto que usted está dotada de una fosa rectal angosta, y de un ano pequeñito, apretado, por el cual apenas cabría una paja…

Flátula: ¡Gracias! Es usted muy galante. Ahora quiero hacerle mi flato plurivocal prolongado… Oiga…

Sonido: “praaa, pruuu, priii”… suave y prolongado.

Crépito: ¡Ah, exquisito y sensual! Y ese aroma… colecitas de Bruselas, nabos, un efluvio a repollo, un toque de cebolla… ¿Es usted vegetariana?

Flátula: No regularmente; a veces como cosas un tanto más pesadas. ¡Pero ahora le toca a usted!

Crépito: Para contrastar con sus delicadezas, haré uno más complejo, espeso y profundo… Uno de esos pedos que luego de haber intentado salir numerosas veces se calienta y se carga de diferentes porciones de materia grasa, húmeda y oscura, que desata de las paredes intestinales. ¡El peo diptongado, llamado vulgarmente “de albañil”!

Flátula: ¡No!… ¡Cuidado! Puede ser muy peligroso…

Crépito: No se preocupe, es una ventosidad de demostración. (Sonido: un “pruuuaaaggg”… grueso, esponjoso, escandaloso seguido de una retahíla de pedos que suenan “pruuuaaaiiig, priiieeeuuuaaag, plof, crac, graaauuun”, etc., potentes, ensordecedores, en diferentes registros, disparados a intervalos irregulares y enriquecidos con efectos sonoros adicionales). ¿Qué le pareció?

Flátula: ¡Casi no puedo hablar de la emoción! Sale cuando su autor es robusto, y al hacer un esfuerzo los saca a flote mediante un pujido único y brutal de su poderoso abdomen. Es un pedo muy difícil. Depende de la configuración del ano, que debe ser fuerte, musculoso y flexible, y de la calidad de la materia, copiosa, mezclada de humores calientes, tenues, fríos y espesos.

Crépito: Esa es la descripción científica del pedo diptongado.

Flátula: El flato diptongado que usted echó fue benigno, pero realizado con saña tiene efectos fatales. ¡Ha malogrado a infinidad de personas! La potencia del viento puede hacer girar la cabeza sobre los hombros, quebrantando la séptima vértebra, con lo que rompe la médula espinal y origina la muerte.

Crépito: ¡Ah!, dejemos a un lado esos aspectos tétricos de la ventosidad intestinal. Ahora, usted…

Flátula: ¡Oh, no! ¿Acaso no ha sido suficiente?…

Crépito: ¡No!, sólo más y más es suficiente tratándose de un placer como el que sus vientos deparan. ¡Vamos, complázcame! ¡Tenga piedad! Exhale uno… uno solito, aunque sea pequeño…

Flátula: Bien… ¡Aquí tiene!

Sonido: un “priuooo”… delicado y trémolo como un trinar de alondra.

Crépito: ¡Oh, qué delicadeza! ¡Sonó como un pajarito!… (Al público:) ¿No sería el mismo pajarito que oyó…? (Aspira el aroma:) ¡Ahhh! ¡Deleite divino! ¡No sabe usted cuánto me gustaría olerlo a la vera orilla de la fuente!

Flátula: ¡Oh, señor Crépito! Usted me turba, hace que me salgan los rubores…

Crépito: Doctora Flátula… Señora Flátula… Flátula… ¿Me permite que la llame así? (Flátula asiente)… Es que usted, con sus armoniosos sonidos y arrobadores perfumes intestinales, expulsados con tanta gracia por ese ano fino, firme y estrecho, ha hecho estallar el volcán de mi pasión y desatado el potro de mi deseo. ¡Flátula! ¡Ardo de pasión!

Flátula: ¡Oh, Crépito, amigo mío, no sea usted osado! Si acabamos de conocernos… ¡Todo a su tiempo!

Crépito: ¡Le pido mil perdones por mis efusiones, madame! Ocurre que así como largo vientos espontáneamente, también suelo dejarme llevar por mis emociones.

Flátula: ¡Oh, no tiene que disculparse! Lo comprendo: ustedes los artistas son apasionados, emotivos… Y usted es poeta.

Crépito: Tiene razón, todo artista es, en alguna medida, poeta; pero yo, en realidad, soy músico.

Flátula: ¡Oh, músico! ¿Violinista, trompetista?…

Crépito: No, soy petómano.

Flátula: ¿Petómano? No había oído… ¿Y cuál es ese instrumento?

Crépito: Este. (Señala su trasero.)

Flátula: ¿¡Qué!?…

Crépito: El modular ventosidades es una cosa menor; el petómano armoniza mediante sus pedos… En otras palabras, toca música.

Flátula: Sigo sin comprender cómo…

Crépito: Permítame explicarle… La técnica del petómano clásico, por así decirlo, consiste en introducirse por detrás un tubo de goma que conecta su ano con la boquilla del instrumento; mediante enérgicas presiones ventrointestinales impulsa la columna de aire que sale por el esfínter adecuadamente relajado, pasa por el tubo y llega al instrumento, que el intérprete toca normalmente. En menos palabras, en vez de tocar con el orificio inicial del tubo digestivo, lo hace al revés; o sea, con el agujero terminal.

Flátula: ¿Y cuáles instrumentos tocaban los petómanos?

Crépito: Por lo general, flautas, el oboe y otros de sonido delicado… Pero algunos eran capaces de tocar también el trombón, la trompeta y hasta la tuba wagneriana.

Sonido: compases de la “Cabalgata de las Valquirias” de Wagner armonizada en pedos.

Flátula: ¡La persona debe tener un intestino fortísimo para poder hacer tal cosa!

Crépito: No crea; se trata menos de fuerza y más de habilidades, de destrezas y de cierto truco…

Flátula: ¿“Cierto truco”?…

Crépito: El secreto de esos artistas consiste en aplicarse un sustancioso enema de tabaco poco antes de salir a escena.

Flátula: ¡Claro! ¿Cómo es que no había caído en cuenta de ello? La lavativa de una infusión de tabaco en rama produce una acumulación formidable de gases en los intestinos. Los galenos de antaño observaron que los enemas de tabaco son salutíferos; además de aliviar males como dispepsia, gastritis, estreñimiento y otras enfermedades, originan en la persona estados de euforia. ¡Todavía hoy los usan los médicos naturistas!

Crépito: Los petómanos más talentosos de antaño tocaban melodías complicadísimas… Marchas triunfales en desfiles militares… Conciertos completos, como el de Mozart para fagote en si bemol mayor, transcrito para interpretación anal…

Flátula: ¡Eso es increíble!… Entre largar peos y tocar un concierto hay una distancia…

Crépito: Flátula, ¿quiere una demostración?

Flátula: ¡Pero si no tiene el tubo de goma ni un instrumento! ¿Cómo?…

Crépito: Amiga mía, no tengo necesidad de esos artificios. No me valgo del procedimiento clásico; interpreto la música directamente con el culo, sin tubo ni flauta ni ningún instrumento, y gracias a mis particulares condiciones fisiológicas tampoco tengo necesidad de ponerme una lavativa de tabaco.

Flátula: ¡Portentoso!… ¡Ah, por favor! Ahora soy yo quien se lo suplica: ¡una demostración!

Crépito: ¡No faltaba más! ¿Qué prefiere: jazz, música académica o popular?

Flátula: ¡Académica! ¡Adoro a Beethoven!

Crépito: Bien, le obsequiaré mi interpretación de Para Elisa.

Sonido: compases de la pieza citada armonizada en pedos.

Flátula: ¡Admirable! ¡Oh, Crépito!… Usted es… ¡sublime!

Crépito: ¡Venid a mí, amada, idolatrada!

Flátula luce alucinada; se desmaya de la emoción; Crépito la recibe en sus brazos; ella reacciona: lo abraza; se besan apasionadamente.

Entra Beethoven, furioso.

Beethoven: ¡Basta! ¡Esto es el colmo de las humillaciones!, ¡el mayor de los escarnios! ¡Generación tras generación le ha entrado a saco a mi música! ¡Me han plagiado inclementemente! Como si no fuera suficiente, los compositores de jingles publicitarios… de boleros… han usado mis melodías y una caterva de abusadores las han puesto como fondo musical en escenas cursilísimas de pésimas películas. ¡Hasta los rockeros tocan mi sublime Quinta Sinfonía a su aberrante manera! ¡No, no fueron suficientes esas ofensas! ¡Nada de eso colmó el ánfora de las vituperaciones! Und ohne bezahlen einer alein Hundertstel! ¡Sí, así como lo oyen!: ¡sin pagarme un solo centavo! ¡Ninguna de esas injurias fue suficiente! Ahora tengo que oír en forma de pedos nada menos que ¡Para Elisa! ¡Para Elisa en forma de una ristra grotesca de ruidos intestinales! Beischlaf durch gagen, Führer goteen rabfagrer: Vorhaben Vorhalle! Splat fechen fahnne? Niet, niet! ¡No complació al mal gusto que los peores pianistas del mundo la tocaran fuera del tiempo en que fue compuesta, convirtiéndola en una especie de melcocha musical, alargando las notas, haciéndolas languidecer, como si fueran putas en el acto de tenderse en el diván, para distraer al cochon bourgeois mientras toma el té en el cafetín à la mode! ¡Tenían que venir estos guarros bellacos a poner mi reverenciada Para Elisa como una asquerosa pedorrera! Mannschaft und unsterblich Knirps, ¡Kleister! Durchfall ausweding Zeitung turnm, über! Über! ¡Dios, esto no tiene perdón! Gott, diese nicht haben Begnadigung! Esa delicada bagatela ha sido una víctima desde que la escribí. Yo me enamoré de esa niña y compuse Me lo Para Elisa, pero a la estúpida de la transcriptora le pareció obsceno y borró el “Me lo”… “Para Elisa”… es lo quedó… ¿Habrase visto cosa más cursi? ¡Sus cenizas estarán hirviendo en su tumba, tanto como las mías! ¡Es el mayor de los agravios! ¿Para esto se partió uno el lomo tratando de hacerse inmortal?

Flátula: ¡Maestro!, jamás quisimos ofenderlo, pretendíamos rendirle un homenaje…

Beethoven: ¡Homenaje de mierda, gropeing tochter pute, grandísimos carajos! ¡Ah, pero ya se acabó! ¡Tomen, tomen de su propia pócima!

Con la última frase Beethoven se baja el pantalón, orienta su trasero hacia la pareja y suelta un poderoso viento que se escucha como los primeros compases de la Quinta Sinfonía en forma de pedos.

Flátula: ¡Socorro! ¡Es un pedo diptongado maligno! ¡El pedo letal!

Crépito: ¡Aghhh, aghhh!… ¡Oh, váleme Santa María! ¡Muerto soy! ¡Confesión!

Cae convulsionando, muere.

Flátula: ¡Muero, muero! ¡Aghhh, aghhh! ¡No es tiempo de yo vivir! ¿Cómo no gocé más del gozo? ¿Cómo tuve en tan poco la gloria que entre mis manos tuve? ¡Oh, ingratos mortales! ¡Jamás conocéis vuestros bienes sino cuando de ellos carecéis!

Cae al lado de Crépito.

OSCURO.

Rubén Monasterios
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