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La esquizofrenia de Reverón pudo estar emparentada con la fiebre tifoidea.
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El pasado 18 de septiembre se cumplieron cincuenta años de la muerte del pintor venezolano Armando
Reverón. Una entrevista reciente al psiquiatra Héctor Artiles, publicada en la prensa venezolana, reveló
que el artista sufría una esquizofrenia de aparición tardía que llevó a mucha gente a calificarlo
erróneamente como "un demente de La Guaira", lo que según él es un error.
Artiles es el médico residente de la Clínica San Jorge, centro en el cual estuvo recluido el pintor
durante sus últimos años de vida. Trabajó de manera conjunta con el psiquiatra J. M. Báez Finol —director
de la antigua clínica ubicada en Pérez Bonalde— en el tratamiento de la enfermedad de Reverón.
Según Artiles, el origen de su enfermedad "pudo haber estado relacionado con la fiebre tifoidea que
padeció en su adolescencia". El crítico Juan Calzadilla ha destacado en su libro Reverón, voces y
demonios,
que "el doctor Báez Finol explicó la conducta extravagante del artista como consecuencia de la
enfermedad. Porque luego de haberla superado comenzó a mostrar una conducta extraña".
Además, el texto refiere que "a veces se le veía horas meciéndose en una hamaca. Hay que agregar
que el padre era toxicómano y su madre una narcisista que sólo vivía para acicalarse... Reverón
acostumbraba montarse en una gran piedra, y dirigiéndose hacia el altar (que había construido cerca de
aquel sitio) profería gritos llamando a su madre".
El médico indicó que llegar a tal conclusión no fue fácil. "Reverón sufría delirios
alucinatorios con un alto componente místico religioso. Decía que era el Ser Superior y el Padre
Eterno". No obstante, "nunca fue un paciente agresivo, era bastante retraído y en general un
hombre espléndido. Sumamente inteligente, tenía una memoria envidiable y hablaba francés con soltura. Era
un genio", destaca el especialista.
El tratamiento de Reverón consistió en la administración de fármacos y psicoterapia "pero los
medicamentos tenían que ser suaves porque sufría hipertensión", explica Artiles. En efecto, el
maestro falleció a consecuencia de un cuadro cardiovascular. Durante su permanencia en la Clínica San
Jorge, se dedicó a pintar el patio, a los enfermeros y enfermeras. "Lo hacía con carboncillos, tiza y
hasta tierra, e incluso con los dedos, en especial con la mano izquierda".
Artiles relata que, además de sus delirios, "el paciente decía que tenía conchas pegadas en el
interior del abdomen que le atormentaban y no le dejaban vivir, pero se le realizaron exámenes
gastrointestinales que no arrojaron ninguna irregularidad". A pesar de las bajas dosis de fármacos,
mostró mejoría significativa. "Incluso el sábado antes de su fallecimiento asistió junto al doctor
Báez Finol a un evento en el Museo de Bellas Artes y estaba tranquilo y brillante, pero el corazón le hizo
una mala jugada", concluye Artiles.
Reverón nació en Caracas el 10 de mayo de 1889 en Caracas y desde muy joven destacó en la pintura. Fue
miembro sobresaliente de la Academia de Bellas Artes, junto a figuras de la talla de Manuel Cabré, Antonio
Edmundo Monsanto y César Prieto. Durante sus inicios en el arte tuvo como mentor a su tío abuelo materno,
Ricardo Montilla, quien había estudiado pintura en Nueva York.
En 1908 se inscribió en la Academia de Bellas Artes y, gracias a su rendimiento, obtuvo en 1911 una beca
para estudiar en la Escuela de Artes y Oficios, en Barcelona, trasladándose al año siguiente a la Academia
de San Fernando, en Madrid. En España conocerá el arte de Goya y será alumno de Moreno Carbonero, maestro
de Salvador Dalí.
Regresa a Venezuela a mediados de 1915 y se integra al Círculo de Bellas Artes. Al año siguiente se
muda a La Guaira, en el litoral central venezolano, donde conocerá a Juanita Mota, su modelo e inseparable
compañera, y entablará relación con el pintor ruso Nicolás Ferdinandov. En 1921 se establece en un
rancho de la playa, en el sector conocido como Las Quince Letras; poco más tarde empezará la construcción
del Castillete de Macuto, la rústica residencia en la que vivirá el resto de su vida y que fuera arrasada
por los derrumbes durante la tragedia del estado Vargas en diciembre de 1999.
Desvinculado de la ciudad, Reverón comenzará a asumir hábitos primitivos y naturalistas que se verán
reflejados, por supuesto, en su arte. Desarrolla una percepción más profunda de la naturaleza y adopta
procedimientos y materiales para representar la atmósfera del paisaje bajo efectos del deslumbramiento
producido por la luz directa del sol. Este trabajo será el que le granjeará el reconocimiento
internacional.
Un proceso depresivo, y lo que Artiles calificó como la secuela de la tifoidea, lo llevan a ser
internado en la clínica de Báez Finol en 1953, año en que le era conferido el Premio Nacional de Pintura.
Confortado por este tardío estímulo, trabajaba con ahínco para una exposición que había anunciado el
Museo de Bellas Artes, cuando fallece el 18 de septiembre de 1954.
Para conmemorar los cincuenta años de su muerte, la Asociación Civil Proyecto Armando Reverón (PAR) ha
programado una serie de actividades, entre las que destaca la exposición "La construcción de un
personaje. Imágenes de Armando Reverón", en la Sala
Trasnocho Arte Contacto, ubicada en el sótano del Centro Comercial Paseo Las Mercedes, Caracas.
Inaugurada el pasado 30 de septiembre y abierta al público hasta el domingo 7 de noviembre, la muestra
está compuesta de cuatro series de retratos fotográficos del artista captados por los fotógrafos Alfredo
Boulton, Victoriano de los Ríos y Ricardo Razetti, en las décadas de los años 30, 40 y 50,
respectivamente, mientras el artista vivía en el Castillete. Además el público podrá apreciar un grupo
de registros realizados por el industrial y coleccionista francés Jean de Menil en 1943, cuando él y su
esposa Dominique residían en Venezuela.
Este conjunto de semblanzas fotográficas, en su mayoría inéditas, estará acompañado en la sala por
una selección de pinturas y dibujos de Reverón, ejecutados por el artista en diferentes momentos de su
vida. Se trata de cuatro autorretratos fechados de 1937 a 1949, pertenecientes a la Galería de Arte
Nacional y colecciones privadas del país. También se exhibirá la obra Pascual Navarro y modelo,
propiedad del Museo de Anzoátegui, Barcelona.
Los curadores Luis Enrique Pérez Oramas, Juan Ignacio Parra y Rafael Romero D. han indicado que este
conjunto de fotografías y pinturas, retratos y autorretratos, se inscriben en la búsqueda emprendida por
los cuatro fotógrafos, y por el propio Reverón, de una identidad posible para el llamado "pintor de
la luz".