|
Jorge Gómez Jiménez |
Problemas con lectores Recientemente fue clausurada la novena edición de la Feria Internacional del Libro de La Habana, evento de especial importancia para el continente, no sólo por lo que encierra en sí mismo como una de las actividades editoriales de mayor relevancia sino, además, por la aguda crisis político-económica que embarga a la isla. Pese a la pobreza ya proverbial en que están sumidos los habitantes de Cuba, los libreros que asistieron al encuentro manifestaron su sorpresa al registrar ventas superiores a sus expectativas. El cubano de hoy en día no puede ufanarse de estar en una posición económica ventajosa, pero esto no impidió que el público colmara la exposición y adquiriera las últimas novedades editoriales. Claro que el sistema educativo cubano se ha preocupado durante muchos años de estimular la lectura. Esto, que va más allá de las realidades políticas de la isla, nos deja una enseñanza a quienes desde otros países de América interactuamos a diario con el ambiente editorial: para que la literatura pueda convertirse en un "producto", en algo comercialmente fructífero, es necesario educar a los potenciales lectores. Y los potenciales lectores somos todos nosotros. Podrá argüir el romántico que sería aborrecible convertir a la literatura en un producto de éxito comercial. Que las letras perderían su estatus como disciplina artística y se envanecería la actividad del escritor. Sin embargo, hay que ser escritor en Latinoamérica para saber cuán necesario es que se ejecuten planes de estímulo a la lectura, de manera que no sean sólo los grandes autores como García Márquez y los creadores de best-sellers como Paulo Coelho los que puedan vivir de sus libros. En nuestros países es común la queja de que no vale la pena publicar un libro para luego relegar todos los ejemplares a cajones que luego van a parar a los desvanes de los frustrados escritores. Pero no ha habido planes coordinados que involucren a los productores de materia prima, los editores, los docentes y los escritores en el desarrollo de una cultura del libro, al alcance de todos los estratos sociales. La literatura, para que los literatos puedan vivir de ella, debe bajar de un pedestal no sólo social, sino también económico. Desde nuestro pequeño reducto literario digital confiamos en que la cada vez más fuerte presencia de Internet en nuestros países logre generar una mayor actividad literaria, a través de la difusión masiva que, quienes editamos electrónicamente, estamos propulsando. Con miras, por supuesto, a convertir a los escritores en dueños de su oficio; esto es, que así como un carpintero o un médico pueden pasar todo el día poniendo a funcionar sus conocimientos para producir dinero, nosotros podamos estar todo el día escribiendo sin que esto sea considerado una pérdida de tiempo.
Jorge Gómez Jiménez Letralia, Tierra de Letras, es una producción de JGJ Binaria. Todos los derechos reservados. ©1996, 1998. Cagua, estado Aragua, Venezuela
|