Poemas
Guillermo López Borges
La tormenta
La tormenta
no tiene propósito, vive en nosotros
Se forma, arrecia en todos, pero anida y vive;
la tormenta queda en nosotros
Es el nombre de unos
el dardo en las hojas
la sed en la migaja
el disparo de la gracia
lo que nos oculta del eco
La furia y su repliegue
el ojo del instante que nos dobla
la ilusión de la estampida
la saliva de lo tanto
lo que ya no puede
La tormenta
siempre se nos queda
muriendo en el nosotros
Breve
Se siente a ratos la urgencia
El martillo en la fragua
El recogerse lento del agua
Desde el comienzo del río
Abrigado al calor de los míos
Recogido
A pasar me quedo
Trémulo
Como en museo, abstracto
Eterno, irrepetible
Sombrío
Hijo de mi alma
Y es que temo tanto a veces
Que de la cárcel del nunca
Se escape el siempre a no encontrarnos
Enigma
Dicen en mi país
Que ya se fueron los perros
Los gatos y las putas
Que se los llevaron en quitrín
Con elegante caballo
Que no se les debe llorar
Porque nada se va con ellos
Que al fin y al cabo desaparecieron
Unos dicen en la montaña
Otros que en el mar
Pero se nota, siempre se nota
En algún rincón algo falla
Una calle que nadie nombra
Un grupo que discute
pierde la voz
Una cuna en el patio
Un enigma
Un espacio
Que nadie logra descifrar
Donde el padre que llora al perro
Resulta que no es perro
Un sitio donde
Los gatos y las putas
Nunca crecieron
O
Aún estaban por nacer
Amyrza
Amyrza se quedó
En imagen de espejo
Se mueve
perdura
Se oculta con cada cosa
En los tonos reales
Los aromas que
de este lado están
ya tan derruidos y viejos
Tan olvidados
Amyrza manosea
acomoda
dispone
La camisa que lucí
Alguna tarde, aquel verano
Encuentra cada cosa
perdida
Objetos, juguetes
algún que otro semejante
Está en los sótanos
Hundida en los bolsillos
de mi chaqueta
En las manchas de la pared
Guardándome
En los cristales de las casas
Donde me dejan dormir
Cuando ya es noche y
Queda tan lejos el hogar