Dos poemas
Andrés Larenas Méndez
New age
Caos de malls, autopistas y PCs de Manila,
peajes a la vista, licitaciones, costaneras,
tendrán que pagar para morir en su casa
hasta los ebrios de la calle Dávila.
Elección difícil de domingo
shopping o misa, Internet, control remoto.
Campos con torres, hortalizas con triciclos
surcos y riego por goteo, aquí "venta de
departamento piloto".
Dime, niño, ¿dónde está tu libro de ilusiones?
¿En el disco de multimedias?
—Papá, léeme un cuento —lo llama por celular—.
—Hijo, no puedo, debo descansar.
—Pero si hoy es sábado.
—No puedo, debo comprar.
Canta, niña, canta, no pierdas tu cantar,
no sea que mañana sólo tengas que archivar.
Baila niña, baila, que mañana tendrás que estar
en la fila de la caja del negocio del solar.
Martinetes, taladros e hipotecas,
dididendos, dominios y gravámenes
plástico, resorts y compartidos
México, Orlando y Las Guaitecas.
Año nuevo, siglo veintiuno
anunciado con bombas y protones
Nuevo siglo en los ordenadores,
en los giga y marcapasos de corazones.
Viejo querido
Llamado cruel de madrugada.
Padre, la muerte secó tu mirada
Irrumpe el llanto de tu sangre que busca
el consuelo en el pecho de tu amada.
Trámite, carreras y registro
anuncian tu deceso anticipado.
Misas, coronas, tarjetas y crucifijo
adornan tu casa de eucaliptus,
aroma que amaste en el campo
y hoy lo tienes para ti, solito.
Te recuerdo hoy y cada día,
imborrable, el amor se acrecienta.
Te saludo desde acá, Carlitos,
gracias, gracias por tu alegría.