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Jorge Gómez Jiménez
Editor

Letralia, Tierra de Letras Año V • Nº 94
21 de agosto de 2000
Cagua, Venezuela

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Mediadoras: la narrativa de Cristina García y Achy Obejas

Sara Rosell

I carry this marginality,
immune to all turning back,
too habanera to be newyorkina,
too newyorkina to be
—even to become again—
anything else.

Lourdes Casal, "For Ana Veldford".

La literatura de los latinos en Estados Unidos se destaca por una intensa búsqueda de nuevas formas de expresión capaces de representar la dualidad cultural, la hibridez lingüística y la condición fronteriza que caracteriza su escritura. Los personajes en estas obras, como sus autores, nunca llegan a cruzar completamente de un lado a otro, permaneciendo atrapados en un dualismo permanente y sin salida. (Christie, 113). Y es desde este punto intermedio desde donde se trata de negociar asuntos culturales, raciales o de identidad sexual. Estas múltiples mediaciones, a veces intergeneracionales y otras intrageneracionales, generan lo que podríamos llamar un "code switching" cultural que, a su vez, nos hace conscientes de la manera en que se cruzan estas barreras y la manera en que se tocan estos temas, muchos de los cuales se determinan por la circunstancia y la experiencia migratoria de cada grupo en particular (Luis, XV). Sin embargo, una constante en casi toda la literatura latina en Estados Unidos es la tensión entre los dos mundos, y la búsqueda de un espacio de identificación.

Es, precisamente el sentido de pertenencia uno de los temas principales de la narrativa tanto de Cristina García como de Achy Obejas. Ellas, al igual que sus protagonistas, pertenecen a la segunda generación en el exilio. Nacieron en Cuba pero llegaron a Los Estados Unidos siendo niñas. Sus memorias, por tanto, están contaminadas por las memorias de sus mayores. De manera que lo que vemos en ambas escritoras es un intento por rearticular el repertorio cultural sacado del marco de la Cuba imaginada en el exilio. Las memorias se convierten, así, en el soporte principal de estas narraciones.

Mae Henderson, en Border, boundaries and frames, señala que este tipo de escritura conlleva una crítica cultural a través de la experiencia personal. Y luego agrega:

    el vivir fuera de las fronteras, o de los bordes, del país nativo y dentro de los de otro país, muchas veces permite hacer un viaje fronterizo a la memoria y la imaginación desde donde negociar entre lo viejo y lo nuevo, el pasado y el presente, el sujeto y el otro, la seguridad y el peligro (mi traducción, 4).

Se cruza así la frontera geográfica, cultural, nacional, lingüística y hasta genérica si consideráramos estas obras en el límite entre la novela de ficción y la autobiográfica. Se desbordan los límites que encierran estas categorías y se crea un nuevo espacio de negociación a través del uso y la conceptualización de la memoria. Sin embargo, esta memoria puede hacerse presente por el legado de viejas generaciones (en forma de diario o cartas, como el caso de García) o difusa o ausente como en el caso de Obejas.

En las dos novelas de Cristina García, The Argüello sisters, de 1997, y Dreaming in Cuban, de 1992 (Soñar en cubano, 1993), se presenta a la familia desintegrada a consecuencia del exilio de alguno de sus miembros. En el caso de The Argüello sisters, Constancia emigra a Los Estados Unidos mientras su hermana Reina permanece en Cuba, aunque más tarde ella también abandona la isla para reunirse con su hermana. El supuesto padre de ambas, Ignacio, era un científico preocupado por el origen y la evolución de las especies, cuyas memorias ayudan a que las hermanas conozcan la verdad. Por estas memorias se enteran de que son hijas de diferentes padres y de que fue Ignacio quien mató a la madre.

Reina ha vivido toda su vida guardando los animales disecados del padre como si con este acto pudiera, de alguna manera, salvaguardar un pasado que ya no existe, que como las especies se ha extinguido. Constancia, por su parte, en Estados Unidos, prefiere caer en una especie de amnesia no sólo de la isla, sino también de la comunidad en Miami, a pesar de que al final termina viviendo allí. Ya estando en Miami, Reina le pregunta en una ocasión si ella no recuerda las plazas de Cuba. Constancia le responde: "A mí no me gusta romantizar el pasado. Yo creo que nosotras recordamos muchas cosas de manera diferente" (174).

La ironía que esto encierra es que en su empeño por tratar de hacerse un lugar en el mercado capitalista, Constancia termina por crear una línea de productos de belleza, que destinados a la mujer cubana en el exilio, cruza, sin embargo, la frontera geográfica al romantizar la belleza de la isla, como el mismo nombre de sus productos así lo indica, entre ellos, Ojos de Cuba, Cuerpo de Cuba y luego Cuello de Cuba y hasta Senos de Cuba, terminando la línea con su perfume Flor del Destierro.

Esto es interesante si consideramos que, de acuerdo con lo que plantea Edward Said en Reflections on exile, los triunfos del exiliado siempre están permanentemente socavados por la pérdida de algo dejado atrás, y agrega:

    Para un exiliado, los hábitos de vida, la expresión o actividad en el nuevo ambiente inevitablemente ocurre en contra de la memoria de esas cosas en otro ambiente. Entonces los dos, el nuevo y el viejo ambiente, están vívidos, actuales, ocurriendo juntos en un contrapunteo. Hay un placer único en este tipo de aprensión... Hay también un sentido particular de logro en actuar como si uno estuviera en su casa dondequiera que uno se encuentre (mi traducción, 148).

Es ese pasado misterioso actuando sobre el presente el que mantiene a las hermanas Argüello desunidas y no permite una reconciliación. Negociar este pasado con el presente, las memorias del padre con las suyas propias es lo único que puede aliviar la situación. Es interesante que mientras que Constancia viaja a Cuba a recuperar las memorias escritas por su padre, Reina permanece en Miami con Isabel, la hija de Constancia, que acaba de tener una niña. Isabel es el único personaje femenino de la segunda generación. Y es a través de este personaje que Reina logra llegar al pasado. Isabel está dando de mamar a la hija y Reina le pide que la deje probar, entonces: "cierra los ojos y respira a la distancia el aroma de su madre, cierra los ojos y deposita sus labios en el pasado" (241).

Si en este caso el personaje de Isabel sirve como mediadora, como puente que conecta el exilio con la isla, el pasado con el presente (y también con el futuro, si tomamos en cuenta a su hija), su paralela, Pilar, de Soñar en cubano, lo hace a través de las conversaciones telepáticas que sostiene con su abuela Celia (que permanece en la isla) y finalmente, viajando a Cuba.

Soñar en cubano narra la historia de tres generaciones a través de sus protagonistas femeninas: Celia del Pino, sus hijas Lourdes y Felicia y su nieta Pilar. La construcción de la narrativa se hace por medio del diario que lleva Pilar y las cartas que Celia escribió (y nunca envió) a un antiguo amante. En la última de estas cartas Celia le dice que no volverá a escribir y que será su nieta Pilar la encargada de recordarlo todo. Se establece así una conexión entre abuela y nieta que, en cierta forma, sustituye la relación madre-hija, tanto la de Celia con Lourdes como la de Lourdes con Pilar. La misma Pilar dice: "Yo me siento más cercana a Abuela Celia que a Mamá, aunque no haya visto a mi abuela en diecisiete años" (236).

Los problemas entre madre e hija, según la propia Lourdes, se deben al parecido que hay entre abuela y nieta. Según Pilar, se deben a la obsesión de su madre en alcanzar el sueño americano y fundarlo en un pasado cuya "verdad" elimina cualquier otro tipo de realidad. Es precisamente este pasado el que Pilar trata de reconstruir. A diferencia de Lourdes, Pilar vive la angustia de la falta de memorias y la incertidumbre de no poder encontrar un lugar preciso al cual pertenecer. Y lo expresa en los siguientes términos: "Yo había vivido toda mi vida en Brooklyn, y no sentía que aquello fuera mi patria. Tampoco estoy segura de que Cuba lo sea, pero quisiera averiguarlo" (87). Después de un viaje frustrado a Miami con la idea de ir a Cuba, Pilar concluye: "Después de aquello, sentí que mi destino no me pertenecía, que gente que no tenía nada que ver conmigo poseía sin embargo el poder de romper mis sueños..." (266).

Es sólo a través del sueño que Pilar puede cruzar la frontera temporal y geográfica. Sin embargo, siente que esto de alguna manera la aleja de la "realidad" que trata de encontrar. De ahí que afirme: "Cada día que pasa, Cuba se desvanece un poco más dentro de mí, y el lugar que debería estar ocupado por nuestra historia, está ocupado tan sólo por mi imaginación" (187).

La problemática de la dislocación se extiende al aspecto lingüístico con la demarcación de los códigos de acuerdo a la situación: la mayoría del tiempo usando el idioma inglés y reservando el español para ocasiones íntimas como la de hacer el amor. De esta manera es que Pilar puede negociar las diferentes partes que componen su identidad y que ella piensa convergerán en una sola, una vez que logre estar en Cuba. Sin embargo, cuando finalmente lo logra, se da cuenta de que no es éste tampoco el lugar al cual pertenece, sino a Nueva York, y no como lugar geográfico en sí, sino precisamente como referente intermedio entre ambos mundos, entre ambas culturas. En un proceso reversible, Pilar comienza a soñar en español y toda la transformación que sufre en Cuba la llevan a concluir: "Tarde o temprano tendré que regresar a Nueva York. Ahora sé que es allí adonde pertenezco (y no en vez de a Cuba, sino más que a Cuba)". (311) Esto resume, en cierta forma, la bifurcación en la vida de Pilar y también de Cristina García, quien así lo afirma en una entrevista al referirse a Pilar como su alter-ego. (López, 107).

Esta necesidad de buscar el origen, la ansiedad del retorno, también se presenta en la narrativa de Achy Obejas, tanto en su cuento "We can all the way from Cuba so you could dress like this?", de la antología que lleva el mismo título, publicada en 1994, como en su novela de 1996 Memory Mambo. Obejas introduce, además, la problemática de la identidad sexual dentro del seno de la familia cubana en el exilio. La protagonista de su cuento durante gran parte de su vida se ha cuestionado cómo hubiese sido su vida en Cuba si sus padres no hubieran venido a Estados Unidos. El hecho de que ella sea lesbiana agrega una nueva dimensión a sus preocupaciones. De hecho, cuando hace el amor por primera vez con una mujer cubana se pregunta si eso hubiera sido posible de haberse quedado en Cuba. Sus inquietudes la llevan a planear el regreso a Cuba pero los padres se oponen, el padre acusándola de traición y la madre por no comprender la razón del viaje.

A diferencia de García donde las memorias se autorizan a través de la escritura, en la narrativa de Obejas las memorias se reconstruyen a través de los recuerdos de los diferentes personajes, de ahí, que siempre se presenta como una memoria fragmentada, donde los recuerdos personales se confunden con los colectivos. Juani, la protagonista de Memory Mambo, se pregunta: "Si estas memorias no son mías, ¿de quién son?", y más adelante agrega: "Yo recuerdo todo esto, pero no sé si lo recuerdo de verdad o si es porque he escuchado la historia un millón de veces" (25). De manera que toda la novela es un intento por articular las memorias, no sólo de un pasado más remoto (el de la isla) sino también uno más reciente, ya que ambos se confunden entre sí, dándole un toque borgiano donde la existencia de los personajes está dada por el lugar que éstos ocupen en los recuerdos de los demás.

Juana, cuyo nombre nos remite un poco a la idea del origen, dado que fue con éste que originariamente se llamó a la isla, es una joven lesbiana que trabaja junto a otros familiares en una lavandería, propiedad de su familia. Su papel dentro de la construcción de la narrativa es el de recopiladora y mediadora. Juani trata de darle algún sentido a los fragmentados recuerdos de sus familiares, y a los suyos, intentando llegar a la "verdad". Sin embargo, encontrar esa verdad es un acto ilusorio porque la experiencia de cada personaje presupone una verdad diferente. De manera que al hacerlo ella se sitúa en un lugar de negociación entre la generación de sus padres y tíos y la de ella y sus primas, entre su prima Caridad de la segunda generación y su esposo Jimmy, un marielito americanizado, y por último entre las categorías de géneros, su familia, su propia identidad política y sexual, y su amante Gina que es puertorriqueña e independentista.

Muchos de los problemas de la familia se ventilan en la lavandería remitiéndonos al viejo refrán: "la ropa sucia se lava en casa". Es aquí donde Juani tiene que soportar los avances sexuales de su cuñado Jimmy, donde se discute el abuso de Jimmy hacia su hermana Caridad, la irreverencia de su prima Pauli que no respeta a su padre alcohólico, los sueños de su padre de haber podido ser ricos de no ser porque los americanos le robaron la fórmula de la cinta magnética, en fin, es aquí donde se dan cita el pasado y el presente, lo nuevo y lo viejo, el disimulo, la nostalgia, y el miedo.

Al igual que Pilar, de Soñar en cubano, Juani sospecha que la solución a su situación, a su incertidumbre, está en el regreso. Cuando le comunica su plan a su prima Patricia, ésta le pregunta la razón. Ella le dice: "Por pertenecer, por salir de todo esto". Sin embargo, Patricia le aclara: "Bueno, vas a pertenecer en cierta forma, y no en otras. Y cuando regreses, todo va a estar aquí más o menos como lo dejaste. Yo aprendí esa lección con mi viaje a Cuba" (235).

Lo interesante es que, en parte, Juani quiere ir a Cuba guiada por la Cuba soñada tanto por la comunidad cubana en el exilio (incluyendo a sus familiares) como por la soñada por otras comunidades de latinos en Estados Unidos. Esto se representa en el contraste entre el independentismo de su amante y el anticomunismo de su padre (y el regionalismo de ambos). Los problemas entre Juani y Gina comienzan, precisamente, por este punto. Y así lo indica Juani cuando dice: "Lo que Gina dijo es que estaba cansada de venir a casa de mi familia y tener que aguantar a mis parientes, especialmente los hombres, haciendo chistes puertorriqueños todo el tiempo y actuando como si los cubanos fueran un regalo de Dios en la Tierra" (122). Si esta es la situación en casa de su familia no será muy diferente cuando están con el grupo de Gina. En una reunión con amistades de Gina, Juani siente que está siendo atacada cuando le preguntan que si ella es una buena cubana o una mala cubana e insisten en que se identifique políticamente. Al decirle que ella es "gusana" Juani manifiesta que no le gusta esa palabra. Entonces le preguntan: "¿Te gusta cubano-americana?", y ella responde: "A veces...", y más adelante agrega: "Cuban, cubana, lo que sea...". (128). La incertidumbre de Juani provoca al risa en los presentes.

La posición de este personaje dentro de la historia familiar, política y sexual la resume la propia Juani cuando dice:

    Yo estoy marcada por mis genes y por el exilio como todos los demás, soy cómodamente parte del retrato de cualquier familia como los otros. Pero, aunque nadie lo ha notado, yo también soy una extraña en mi propia familia, tanto si mi conexión es por la sangre o por la experiencia (79).

Es el afán por encontrar un lugar familiar lo que lleva a Juani a la tarea de perseguir la verdad, de ahí que el comprobar o desmentir la historia de su padre llegue a obsesionarla. Cuando visita a su hermana Nena en Miami, ésta le cuenta algunos secretos de la familia pero ya Juani no confía y le dice: "Nena, todos en nuestra familia son unos mentirosos... Todos están bailando alrededor de la verdad" (194). Y finalmente le pregunta de qué manera ella le cuenta a su novio Bernie las cosas de su familia. La respuesta de Nena es, como la propia Juani lo indica, muy relativa. Le dice: "Por ejemplo, si yo le fuera a decir a él acerca de Titi y Patricia, le diría la historia que hace Manolito y luego la tuya y después la mía, lo que yo creo, y al final hay una nueva historia, la de Bernie... Es como cantar la Guantanamera —todo el mundo tiene la oportunidad de inventar su propio verso" (194).

Esta conversación, en cierta forma, resume la propia estructura de la narración y resalta la incapacidad de llegar a través de la memoria y la palabra escrita a una realidad absoluta. Ya en 1875 Victor Hugo escribía en su ensayo "What exile is" que estar en el exilio era "mediar y premeditar" (74). Por otro lado, estas representaciones del pasado crean una conciencia acerca de la tensión entre los hechos, la ficción y la interpretación. Tensión que cobra mayores dimensiones cuando no se fue testigo de los hechos o éstos han sido contaminados por la interpretación de otros.

Con estas narraciones, Cristina García y Achy Obejas, como sus personajes, están mediando entre varios tiempos, generaciones, modos de vida, idiomas, costumbres. Entre dos países, entre la memoria personal y la colectiva, entre la experiencia personal y el mito. Por último, entre lo que conforma el corpus literario cubano y el estadounidense, y como tal, se destaca su carácter de literatura fronteriza.


Obras citadas

  • Behar, Ruth. Ed. Bridges to Cuba, Puentes a Cuba. Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1995.
  • Casal, Lourdes. "For Ana Veldford". Bridges to Cuba, Puentes a Cuba. Ed. Ruth Behar. Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1995.
  • Christie, John S. Latino fiction and the modernist imagination. New York & London: Garland Publishing, 1998.
  • Fusco, Coco. English is broken here. New York: The New Press, 1995.
  • García, Cristina. Soñar en cubano. Madrid: Espasa Calpe, 1993.
  • —. The Argüello sisters. New York: Alfred A. Koopf, 1997.
  • Henderson, Mae. "Introduction". Borders, boundaries, and frames: essays in cultural criticism and cultural studies. Ed. Mae Henderson. New York and London: Routledge, 1994.
  • Hugo, Victor. "What exile is". Altogether elsewhere: writers on exile. Ed. Marc Robinson. Boston and London: Faber and Faber, 1994.
  • López, Iraida. "...And there is only my imagination where our history should be: an interview with Cristina García". Bridges to Cuba, Puentes a Cuba. Ed. Ruth Behar. Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1995.
  • Luis, William. Dance between two cultures: Latino Caribbean literature written in the United States. Nashville & London: Vanderbilt University Press, 1997.
  • Obejas, Achy. Mambo memory. Pittsburgh: Cleis Press, 1996.
  • —. We came all the way from Cuba so you could dress like this. Pittsburgh: Cleis Press, 1994.
  • Said, Edward. "Reflexions on exile". Altogether elsewhere: writers on exile. Ed. Marc Robinson. Boston and London: Faber and Faber, 1994.
  • Shapiro Rok, Ester Rebeca. "Finding what had been lost in plain view". Bridges to Cuba, Puentes a Cuba. Ed. Ruth Behar. Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1995.


       

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