Poemas
Francisco Forteza Martín
Indecisión
Prosigo muy oculto
a veces escondido en mi bolsillo
callado en mis dobleces
cerrado en las sonrisas más reacias
guardado en la franqueza
bregando en lo profundo de las brisas
Vedado en lo profundo
respiro por diez ruidos y mil nueces
portando en bandolera
los gruesos estandartes más visibles
rindiendo entre portones
banderas más brillantes
(Me ocurre de esa forma
con trazos de tu piel diseminada
por frases que te digo y me devuelves)
Escondo las riberas
de ríos que me cruzan:
Me muevo agazapado por la niebla
en mundos oportunos
en clases de pupitres anticuados
con lápices de nieve.
(Me pasa por instantes
con lazos de tus poros
con vastas sutilezas de tu frente)
Prosigo por senderos
de bosques tan frondosos que no toco
que sólo los olores a la savia de los troncos
cancelan los pasados
rebanan los presentes
exaltan porvenires decadentes.
1998
Año, vino sin aviso
deambulando en medianoche del invierno
año seco en movimiento
lapso sabio de ilusiones
tumba negra de momentos
urna rara de esperanzas y lamentos
Año, repte en las esquinas
y desfile por las calles muy sediento
y se nutra en cualquier cama turbulenta
en sudores de los sexos
un estruendo casi solo sincopado
la palabra en evasiva y sin aumento
Caen suyos doce meses en sordina
escuchándose entre suaves llantos nuevos
el quejido entrecortado que agoniza
todo al tiempo:
es un cúmulo de olores y de cuerpos
y de amores como amargos pasatiempos
Año en fuga de los tiempos
año en cúspide alcanzada
año débil y desnudo y macilento
año fuerte, insolente y rapilento
año sobrio quede eterno
Año, debe retornar en un portento
Porfía
De acuerdo:
No estamos vagando entre fuentes
ni pesan las brisas del tiempo
ni reptan los besos vacíos
Accedo:
No hay góndolas gratas
en vanas Venecias sin vino
ni mármol errante cubierto de trigo
Acepto:
tu forma de amarme
sedienta de todo
en lechos de verbos y hastíos
Admito
tu orgasmo demente
en ciclos distantes
con otros peldaños sin brillo
Concedo
tu mundo sin trabas
en peñas de espasmos continuos
perdida en un bosque vibrante de olvido
No quiero
tus manos vacías
tus senos cubiertos de hojas
tu sexo carente del mío.
Código
Trae a tu santuario a tus fantasmas
cántales de vuelta
coplas de la cuna
que escuchabas.
Siempre y cuando vivas
ténlos muy presentes:
deja en tus oídos
tonos de sus llantos y sus risas
Pon en tus espacios
timbres de sus voces
guarda los fragmentos de sus almas
cuida sus pupilas
Cuéntale a tus niños
ahora mismo
cuántas primaveras y sosiegos compartiste
los domingos en familia
Llévalos contigo muy eternos
háblales del hoy y de estos días
deja en el pasado a sus tiranos
borra de este mundo su agonía
Símil
¿Sabes en qué época vivimos
en el filo de un cuchillo intermitente
que amenaza,
deleitándose entre fuerzas omniscientes
y opresoras?
Con el viento matutino de la aurora
me pregunto
si despiertas en tu cama
y respiras de este bosque duro y tenso
como yo.
Y si charlas sobre mieles y maldad
¿Sabes del torrente tentador de los ciclones
que estremecen persistentes
los destinos
en un flujo bravo y lento
de una vida?
En las tardes de calores me estremezco
al pensarte tan desnuda
en la estepa de valores
corroídos
como yo
Si jadeas de ansiedad
¿Sabes de las múltiples canciones de los lechos
compartidos en el frío,
y en los cambios que nos llevan al abismo
para entonces
renacer?
En las noches tan calladas
te presiento respirando entre tinieblas
aprendiendo a irrespetar lo respetado
entumida en la tristeza de la alcoba
como yo.
Catador
Prueba de este pan de iglesia oscura
este pan que sabe a penas,
pruébalo en horarios de agonías
en presentes que no escapen
de la siega
Hecho de este trigo multiforme
que corrompe las ideas
en mil fugas de a diario
de las cosas y la hiedra
roja grana y encubierta
Prueba de la hostia macilenta
que decae en las entrañas
de los partos entre rejas
acosados, en cadenas
arrastrados por los lemas
Prueba de este pan de madrugada
rancio, seco, avinagrado
estampado en las banderas,
entre gritos y en emblemas:
Prueba