
Colaborando yo en un periódico local, hace de esto algunos años, su director me encargó que realizara una serie de artículos dedicados al tema ovni, muy en boga en aquella época dado que todo el mundo decía tener visiones extraterrestres de apariciones de objetos volantes no identificados, e incluso de algo más, de contactos personales con alienígenas. Podía ser interesante porque el público devoraba este tipo de noticias, siempre tan atractivas y de éxito seguro.
Pude escuchar relatos de abducciones en visita turística a los planetas de nuestro sistema solar, incluidos satélites, encuentros con extraterrestres por las calles o a campo descubierto…
Dado que siempre he sido muy objetiva con esta clase de asuntos de incierta veracidad, acepté el encargo y he de asegurar que me lo pasé muy bien, porque descubrí un mundillo inimaginable en el de los “contactados”.
Fui a congresos, reuniones, conferencias, hice entrevistas, y pese a que mi disposición de ánimo era amplia como observadora, no caí en la fascinación hipnótica del universo, nunca mejor dicho, ovni; las gentes que hablaban sobre ellos, revelando su íntima relación con todo aquello, se hubieran ganado muy bien la vida escribiendo novelas de ciencia-ficción. Los Encuentros en la tercera fase abundaban y Steven Spielberg era su máximo divulgador, lo cual abonaba un campo sediento de cuentos para adultos.
Yo pude escuchar relatos de abducciones en visita turística a los planetas de nuestro sistema solar, incluidos satélites, encuentros con extraterrestres por las calles o a campo descubierto, en este caso despojados de sus disfraces de humano, para mostrarse en todo su esplendor extraterrestre, no sólo la vestimenta sino hasta el físico, cabello rubio, ojos verdes y belleza sobrenatural, todo de factura muy humana aunque envuelto en un halo de fosforescencia. Detalle, no hablaban, se comunicaban mentalmente, y el mensaje era siempre el mismo, paz y amor, eran nuestros amigos y no querían hacernos daño, querían ayudarnos, concretamente salvarnos de la gran hecatombe que nos aguardaba llevándonos en sus naves a mundos más seguros.
Como anécdota contaré que cierta señora a quien conocí en una de estas conferencias, y que me tomó una desmadrada simpatía, todavía no sé por qué, acabó revelándome que era una elegida por los extraterrestres para ser salvada y que estaba dispuesta a llevarme con ella en el ovni de turno. Obviamente no acepté tan amable invitación que podía extenderse incluso a mi familia si yo quería.
Las confesiones públicas de todas estas personas me llevaron a escuchar historias insospechadas como la de un conferenciante que nos tuvo una hora absortos en sus descripciones de un paseo ya no me acuerdo por cuál planeta. El tipo sabía narrar y tenía un gran dramatismo escénico, me dieron ganas de aplaudirle cuando concluyó.
Otro caso protagonizado por el mismo personaje, y localizado esta vez en Ganímedes, satélite de Júpiter, fue el de una descripción de un tour por este satélite habitado por sus pobladores, previo desplazamiento en ovni. Describió ciudades, gentes, usos y costumbres con todo lujo de detalles. Yo solía hacer entrevistas a aquellos cuyas historias me parecían más interesantes por algún detalle flagrante de omisión y en esta ocasión había uno muy importante que se le había pasado por alto ya que Ganímedes, siendo la mayor luna de Júpiter y orbitando alrededor de esta planeta, debía tener por lógica una parte de su cielo, precisamente la de las ciudades y habitantes supuestos, abrumada por la presencia aplastante de la inmensa, y muy cercana, mole jupiteriana, algo en verdad agobiante para un terrestre, y cuya presencia no fue mencionada en ningún momento por el orador.
Cuando concluyó la charla y vino el descanso, lo busqué para preguntarle qué sensación le había producido tener a Júpiter sobre su cabeza, ocupando todo el cielo, sin margen al respiro. Me miró como si no me entendiera, enrojeció, y luego dijo con vaguedad: “Sí, claro”. Por suerte para él le asaltó un grupo de fans deseosas de seguir escuchando más disparates, y ahí concluyó la minientrevista.
Hay muchas más anécdotas pero llenarían un libro y no es el caso en el espacio de un artículo. Sólo mencionaré tres: el de un señor que se quería suicidar estrellándose por una carretera contera y, cuando ya apretaba el acelerador, se le apareció un ovni en el cielo nocturno y se detuvo en el aire mediando entre él y el abismo, obviamente no se suicidó y desde entonces pregona la buena nueva de que los extraterrestres le salvaron la vida. ¿Por qué a él y no a los miles de suicidas, millones tal vez, que en el mundo han sido y son?
La tercera y última es muy ilustrativa.
Llegué a la conclusión de que los objetos voladores no identificados son eso y nada más.
Sucedió un 28 de diciembre de por aquel entonces. El 28 de diciembre es el día en que suelen gastarse bromas pesadas a la gente y cuando estas descubren que han sido víctimas de ellas, se les dice “inocente, inocente”, por ser el Día de los Santos Inocentes. Pues bien, ese día, en otra emisora de radio en la que yo también colaboraba, decidieron gastar una broma a sus oyentes haciéndoles creer que Michael Jackson iba a actuar en Barcelona aquella noche, y lo curioso del caso es que nadie les creyó, en vista de lo cual se decidió soltar que acababa de verse un platillo volante circulando por encima de la emisora. Y esto, que era aún más improbable, fue aceptado sin discusión, pero lo bueno es que inmediatamente empezaron a llover llamadas telefónicas de gentes excitadas que afirmaban haberlo visto también. Debo añadir que era de día y no de noche. Fue tan clamoroso el éxito que cuando el locutor deshizo el equívoco diciendo que todo fue una broma, la centralita se bloqueó, pero no precisamente con felicitaciones.
En fin, después de aquellas experiencias tan singulares y otras muchas más igualmente inverosímiles, peregrinación a unos cuantos lugares de naturaleza abierta, campo o montaña, con presuntos contactados, sin captar por mi parte ovni alguno, a menos que las estrellas del firmamento se confundan con ellos, llegué a la conclusión de que los objetos voladores no identificados son eso y nada más, cuando no manipulaciones destinadas a distraer a las gentes porque interese tenerlas entretenidas incluso con una religión ovni absurda que sorprendentemente tiene miles de adeptos ya que las psicosis colectivas son mucho más frecuentes de lo que parece.
Si hiero sensibilidades lo siento, pero yo sé lo que no vi y escuché lo que oí.
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