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El último romántico y bohemio

viernes 29 de septiembre de 2017
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Daniel de la Vega
Daniel de la Vega tuvo alma de poeta y como todo poeta conoció aquello oculto a los demás.

“Es preciso
saber amar las buenas palabras trasparentes.
yo las amo. Conozco sus perfiles ardientes”.

Así escribía nuestro Premio Nacional de Literatura, el poeta, novelista, cuentista, dramaturgo, ensayista, crítico y cronista Daniel de la Vega y fue precisamente porque, como pocos, cultivó con éxito todos los géneros literarios, que ha sido el único que alcanzó los tres premios nacionales del ámbito de las letras: Literatura en 1953, Teatro en 1962 y Periodismo, también en 1962.

Escribía en los diarios El Mercurio y Las Últimas Noticias crónicas y viñetas que a diario deleitaban con un fino humor e ironía.

Nuestro talentoso autor había nacido en Quilpué el 30 de junio de 1892 y de niño fue un pésimo estudiante que huía de las clases para curiosear por las calles. Ya adulto, se escapaba de casa para trasnochar en la bohemia santiaguina de los años diez junto con los artistas más destacados de la época; fueron sus grandes amigos Pedro Siena y Rafael Frontaura, dos jóvenes que como él recitaban poemas en las noches junto a la laguna del Parque Forestal o en el frontis del Museo de Bellas Artes. Luego, para reponer el cuerpo, suculentos amaneceres en el Mercado Central. Otros compañeros de aquellos días fueron el ilustrador Moustache, el caricaturista y escritor Jorge Délano (Coke), los escritores Mariano Latorre, Juan Guzmán Cruchaga, Domingo Melfi, Jorge Hubner, Sady Zañartu y Lautaro García, entre otros.

Su bibliografía es amplísima; hasta la fecha se han publicado una treintena de títulos de su creación: Al calor del terruño (poemas, 1911), El bordado inconcluso (teatro, 1913), Cielo de provincia (cuentos, 1916), Cielito (teatro, 1916), Los momentos (poemas, 1918), Luna enemiga (novela, 1920), Caín, Abel y una mujer (novela, 1933), Una seducción filosófica (ensayo, 1931), La sonrisa con lágrimas (cuentos, 1941) y La universidad de ojos pardos (teatro, 1949), entre otras.

Por aquellos años, además, escribía en los diarios El Mercurio y Las Últimas Noticias crónicas y viñetas que a diario deleitaban con un fino humor e ironía. En 1951 ingresaría al servicio diplomático, asumiendo como agregado de prensa en Brasil y en 1953 como agregado cultural en España.

“Confesiones imperdonables”, de Daniel de la Vega Entre 1962 y 1966 aparecen los cuatro volúmenes de su obra Confesiones imperdonables, selecciones de sus mejores artículos de prensa que, pese a que fueron escritos hace décadas, muchos de ellos permanecen frescos y vigentes; de hecho, se seguían publicando hasta hace muy poco, día a día, en uno de los diarios en que trabajó.

Daniel de la Vega tuvo alma de poeta y como todo poeta conoció aquello oculto a los demás, supo del amor y de su secreto encanto, incluso en los perdidos pequeños poblados de mi patria, donde modestas campesinas suspiran al caer la tarde:

La monótona vida provinciana
rueda olorosa, tímida, inocente,
llora un cantar, rezonga una campana,
y las tardes se apagan mansamente.

Las muchachas detrás de los balcones
contemplan florecer las primaveras
y entretienen sus locos corazones
con quimeras, quimeras y quimeras…

¿No viene el novio? Y tienden la mirada
sobre las soledades de la vía…
¿Viene el novio? —preguntan— ¿Viene? —¡nada!
Y suspiran —¡No viene todavía!…

Todo es monótono en el pueblo. Todo
duerme una siesta blanda y conventual,
todo sigue rodando de igual modo
igual la angustia y el paisaje, igual.

alguna vez penetra en su casa
el amor lírico y triunfal;
deja en el aire ensueños…, pero pasa…
y el pueblo sigue exactamente igual…

¿Pasó el amor?, pregunta la campana,
un curioso pregunta: ¿Quién lo vio?
¿Pasó el amor? Y en la quietud poblana
ninguno sabe si el amor pasó

pero el poeta que escribió este cuento
dice que cuando empiece a atardecer,
los corazones saben que en el viento
hay humedad de llanto de mujer.

Sobre este asunto rueda la historieta
Tejida con vellones de emoción
La escucharéis de labios del poeta
Como de corazón a corazón.

Daniel de la Vega, el último y romántico bohemio, falleció en Santiago de Chile el 29 de julio de 1971.

(Publicado originalmente en el periódico El Coirón Cordillerano, Puente Alto, 22 de abril de 1994. Original aquí).

Benedicto González Vargas
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