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La belleza del pictopoema: El vuelo de la libélula

sábado 10 de marzo de 2018
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“El vuelo de la libélula”, de Isabel Flors y Damián Retamar

El vuelo de la libélula
Isabel Flors y Damián Retamar
Colaboración de Adolfo Barranco Aparicio
Poesía
Ediciones Amargord
Madrid (España), 2017
ISBN: 978-84-947487-7-6
140 páginas

La editorial Amargord ha publicado este año un libro muy interesante de la poeta valenciana Isabel Flors Aparicio, con ilustraciones, realmente hermosas, de Adolfo Barranco Aparicio, con la colaboración de Damián Retamar que ha ilustrado la portada. Retamar es un gran artista que demuestra en este libro su arte pictórico, ha participado ya en múltiples exposiciones y tiene un largo recorrido en la pintura.

Con estos mimbres, el libro tiene notable interés, los poemas de Isabel vienen acompañados de los dibujos de Adolfo, que va dando forma a ese sentir especial que transmite la poesía de la escritora valenciana, a través de la libélula que incesante vuela a través de los espacios y que va dejando una mirada honda y verdadera, hay una metamorfosis de la poeta en insecto, todos lo somos, porque volamos en el mundo observando el devenir del tiempo, su eterno transcurrir.

Poemas como “Estruendo de fe” ya nos señalan ese poder del insecto en su vuelo, hay una fuerza contraria que impide ese incesante volar pero también una fe en la vida, en la escritura latente que se desarrolla en este bello libro:

Estruendo roto / es el interior de la libélula. / El quejido asciende sordamente / desde el abdomen, el cerebro / y la garganta del insecto azul…/ Hoy violeta ausencia. / Violada su condición volante / arrecia la tormenta interior / que se vierte en lágrimas de paz.

Esa “tormenta interior” del ser que vuela, que encuentra a su paso la violencia del mundo, su transcurrir, pero, es su fe, la del amanuense que va copiando las palabras, como la poeta, los versos, en su fe por el lenguaje. Sin duda alguna, es la libélula el ser que va rociando todo, enamorando nuestros sentidos a través de este libro mágico (porque habla también de meigas y de brujas) y enigmático.

Estos pictopoemas son un espejo de seres que viven el amor interior, el paso del tiempo, su transcurrir y vive el Mediterráneo, cuna de nuestra poeta, como dice el poema “Tiempo”:

La noche nos envuelve, / tul de color memoria. / Gotas del Mediterráneo, / con olor del pasado / gotean / segundos; / iluminan / un sentimiento / que se desborda / entre las miradas / hundidas / en el recuerdo.

Las gotas de ese mar amado donde viven los seres invisibles que pueblan el universo fantástico de Isabel Flors, ese Mediterráneo amado que es su cuna y su infancia añorada. También la poesía está presente en el poema, porque es ésta la que sirve para redimirnos de cualquier vacío, plenos entonces de voces y de ecos luminosos:

La poesía se encarna / en tonos y semitonos / de ese tiempo errático / que construimos.

Poemas como “Esperanza”, “Contrapunto”, “En julio”, van componiendo esta sinfonía que es este libro de Isabel Flors donde reside el amor, su desencanto, la naturaleza, el paso del tiempo, la creación, todo a través de palabras y dibujos que van explicando aún más la intensidad del verso, como el dibujo que aparece en el poema “En julio”, con dos cuerpos abrazados, en un fondo naranja y marrón que parece decirnos que los cuerpos son nuestro espejo, en él nos miramos y en el afecto cobramos nuestra verdadera dimensión existencial; la ilustración de Adolfo nos conmueve y hace aún más hermoso el poema de Isabel.

En este poema, concretamente, vemos la historia de amor que da tema al libro, el motero y la libélula, seres errantes que se encuentran y que representan lo que se va, lo que se escapa de las manos, como nuestro tiempo y su paso fugaz sobre nosotros.

El libro habla de “alfabetos del desamor” porque son éstos donde vamos componiendo el rompecabezas de nuestra vida, entre afecto y desafecto, entre el ser y el no ser, como dice este poema, aquí sobrevuela esa poesía que es fantasmagoría, que se presenta, pero que se desvanece, como aquello que es mágico en realidad.

En los poemas que inician el libro, “Entre Atlántico y Cantábrico”, con la ilustración de un mar tempestuoso, vemos el mar que es en realidad Isabel Flors, derroche de calma y de furor, como ese mar en el que nos miramos y que es nuestro verdadero espejo, trasunto de la vida que pasa, como el rumor de las olas que rompen en la orilla.

Bello libro, sin duda, de esta poeta que ha entendido el sentido del tiempo y del amor, con bellas ilustraciones, la de la portada (magníficamente ilustrada por Retamar) está llena de misterio, la mujer que piensa, los libros que están en la mesa y el mar de fondo, quizá todo lo que resume el libro, una mujer amada y desamada, unos libros que son espíritu de creación y nos alimentan cada día y el mar, un enigma que no podemos descifrar. Un libro, sin duda, para recordar en nuestra retina para siempre y, por ende, en nuestro corazón.

Pedro García Cueto
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