Marisa Villardefrancos, por Estrella Cardona Gamio

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En 2015 se cumplió el centenario del nacimiento de la escritora gallega María Luisa Villardefrancos, más conocida como Marisa Villardefrancos, y nadie se enteró, o, al menos si alguien lo hizo debió ser por pura casualidad.

Me gustaría que ahora se volviesen a reeditar sus novelas porque estoy convencida de que tendrían un gran éxito entre el público lector.

Hace unos años realicé un llamamiento a través de las páginas de Letralia, preguntando por ella, es decir, si todavía vivía, porque imaginaba que debía ser muy anciana, y también porque hacía muchos años que no sabía nada de esta escritora ni de su obra. Me respondió un amigo suyo contándome muy interesantes pormenores de su existencia. Así supe que en la infancia había padecido polio, quedando inválida, que nunca se casó y que ya había fallecido. Noticias que me entristecieron sobre todo porque, de haberse difundido, a pocos llegaron, y Marisa Villardefrancos no se merecía esta indiferencia por no decir este flagrante olvido. Era una novelista vocacional, mujer muy culta y aunque se dedicó a la novela rosa no fue una más en el género, sus novelas eran siempre distintas a lo que se estilaba, no te dejaban indiferente y, sobre todo, resultaba inolvidable. Era literatura buena, bien escrita, atractiva e interesante, y, sobre todo muy documentada históricamente cuando el argumento lo precisaba. Una costumbre suya era la de hacer casi siempre trilogías, y sus novelas solían tener final feliz como está establecido en la literatura rosa, pero antes siempre, había contado una historia, virtud novelística que hoy en día pocos escritores del género rosa cultivan. Ni que decir tiene que sus obras no recurrían a la pornografía para tener éxito. Vuelvo a repetir que ella contaba historias, y eso, que parece tan fácil para las nuevas generaciones de autores, no lo es.

Sus obras fueron llevadas a la radio, era la época de los seriales, y arrasaron en un medio tan importante de difusión. Yo la descubrí entonces, era una adolescente y me fascinó por su literatura aderezada con una música muy escogida y evocadora. Historias situadas en la Irlanda castigada con las deportaciones masivas a Jamaica, llevadas a cabo por los ingleses, que castigaban así la insurrección con la esclavitud en las colonias.

Marisa Villardefrancos escribió muchas novelas y no sólo sobre tiempos pasados sino también actuales. La cantera fue el siglo XX, pródigamente belicoso, y en todas supo desenvolverse a la perfección. Si hubiese nacido en un país de habla anglosajona habría sido internacionalmente conocida pero en España somos más dados a admirar lo de fuera que no lo de dentro. De igual manera su muerte pasó desapercibida y muchos años han transcurrido sumidos en ese hueco, lo que hace que yo me pregunte: ¿habrá algún editor dispuesto a reeditar su obra? Porque no he observado ningún movimiento a este respecto. ¿Acaso los editores no la consideran rentable? En su tiempo lo fue, y no me vengan con el pretexto de que ahora al lector le interesan más otros temas sobre todo facilones e intrascendentes, novelas-telefilm que semejan escritas en serie por lo que se parecen, novelitas de usar y tirar, carentes de profundidad literaria, diría mejor de cultura literaria, porque antes el escritor que empezaba leía mucho y lo asimilaba, hoy en día lee poco y al dirigirse a un público igualmente superficial e inculto, no hace sino encontrarse con su alma gemela y los dos tan felices.

Me gustaría que ahora se volviesen a reeditar sus novelas porque estoy convencida de que tendrían un gran éxito entre el público lector, y añadiré, por si sirve de referencia, que se la podría considerar un gran clásico contemporáneo pues entre sus libros favoritos se encontraban Cumbres borrascosas, novelas de Vicki Baum y de Daphne Du Maurier, por citar sólo algunos nombres, y título, famosos. Sería un ejercicio de buen gusto leerlas ya que Marisa Villardefrancos dignificó el género rosa.