Se suele especular mucho sobre la inhabilidad natural del crítico para
acometer la empresa artística, pero lo cierto es que el enfoque de la
crítica puede ser determinante en la detección de conductas, influencias y
líneas de desarrollo. De alguna manera, el buen crítico es un buen artista
aunque en más de una ocasión le sea imposible escribir un verso, bosquejar
un retrato o afinar un instrumento. Y es que la apreciación artística,
como el dominio de las herramientas propias del arte, no es moneda común.
Ni siquiera es frecuente que un buen artista sea un buen crítico.
Esto por sí solo no exime a la crítica de ser un oficio susceptible de
envilecerse. En su particular rol, que bajo ciertas circunstancias puede
rayar con el de censor, el crítico está en el medio de una realidad que
puede involucrar muchos intereses, materiales o no, que pueden influir en su
trabajo. Esto se evidencia con mayor intensidad en el cine, donde la
crítica puede ser un negocio con jugosos beneficios.
La masificación de Internet ha propiciado la aparición en el medio
cibernético de publicaciones sobre cinematografía que, aun mostrando un
alto grado de especialización, se encuentran alejadas de los grandes
centros de poder. Es el caso de la revista
Otrocampo:
Estudios sobre Cine, editada desde
Argentina por Victoria
Ciaffone y Marcelo
Páez y en la que desde octubre de
1999 una vasta pléyade de investigadores y críticos se encargan de ofrecer
una visión sobre la cinematografía de todos los tiempos.
Otrocampo es una iniciativa surgida —como muchas de las que pueblan el
medio electrónico, hoy por hoy en franco proceso de desarrollo—, en
palabras de sus editores, "como respuesta a la ausencia de un espacio
dedicado a la reflexión cinematográfica, y con la intención de cubrir la
brecha existente entre ésta y la producción". Además de analizar el
cine y hacer comentarios sobre lo que se ve en las salas del mundo, la
revista tuvo desde el principio el objetivo de establecer un puente entre el
lector común, el realizador cinematográfico y las instituciones u
organismos que participan en el medio. Esto ha conducido a los profesionales
que conforman la plantilla de Otrocampo a aportar su experiencia en diversos
eventos cinematográficos.
La revista no se limita a explicarle al lector las virtudes y defectos de
la película que acaba de llegar a la cartelera local. Su dilatado archivo
de críticas puntuales sobre películas de diversas épocas, que puede ser
revisado alfabéticamente y que independientemente ya constituye un recurso
imprescindible, está acompañado por un cúmulo de trabajos teóricos que
convierten a Otrocampo en una verdadera mina para el aficionado y en un
valioso punto de apoyo para el investigador, analizando a la crítica misma
como un arte y contribuyendo al entramado teórico sobre esta materia.
Otrocampo publica además información sobre festivales y comentarios
relacionados con publicaciones sobre cine, impresas y cibernéticas. Tiene
una sección sobre cine latinoamericano y un archivo de entrevistas a
personalidades del medio, aparte de un creciente mostrario de textos
críticos traducidos de publicaciones en otros idiomas. El escenario es
completado por las funcionalidades propias de una publicación electrónica
contemporánea, tales como una lista de enlaces, un foro para garantizar la
participación de los lectores y un libro de visitas para criticar a esta
revista sobre crítica.
Una revisión total de Otrocampo es imposible en algunas horas de visita.
El sitio realmente es valioso y dará a sus visitantes la posibilidad, no
sólo de adquirir diversas visiones sobre el cine, sino además de
comprender a la crítica como un hecho artístico en sí, tal como lo define
Diego Papic, uno de los articulistas de Otrocampo, en
"La
crítica como arte", trabajo
suyo incluido en el número 7 de la revista: "La historia del cine
está plagada de películas que dialogan, se citan, se anulan, se
complementan. Películas que se convierten en críticas de otras películas.
La crítica cinematográfica escrita, en cambio, no está hecha del mismo
material que su objeto de análisis y esto puede condenarla a estar para
siempre un escalón más abajo de la creación artística, o transformarla
en otra cosa independiente del cine y con entidad propia. A esto último hay
que aspirar".