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Editorial
Austero cumpleaños. Celebramos nuestro cuarto aniversario haciendo lo que más nos gusta: construyendo la Tierra de Letras.

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Se ausentaron durante nuestra ausencia. Los escritores venezolanos Isaac Pardo y Argenis Rodr¡guez murieron en marzo, mientras la Tierra de Letras estaba de reposo obligado.

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Presentados títulos de Laguna Negra. Los primeros cinco títulos de la editorial Laguna Negra fueron presentados en marzo.
Veredicto de la Bienal del Ateneo de Valencia. El argentino José Eduardo Machicote, los venezolanos Eleonora Requena y David Antonio Ruiz Chatain y el uruguayo Fernando González.
Eco gana el Príncipe de Asturias. El autor de El nombre de la rosa recibirá 5 millones de pesetas.
200 diccionarios en una base de datos. La Real Academia Española reunirá 200 diccionarios, desde el siglo XV hasta la actualidad, en una base de datos para el estudio de la evolución del lenguaje.
Poemas póster en Canadá. La Academia Iberoamericana de Poesía realizará en St. Thomas University la III Exhibición de Poemas Póster.

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Brevísimos y rápidos del río que atraviesa la Tierra de Letras.

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Lubio Cardozo: la poesía como videncia. El crítico venezolano Rafael Rattia analiza la poesía del último libro de Cardozo, Ver.
Goldoni vuelve a la Comedia Italiana de París. La escritora argentina Luisa Futoransky comenta el montaje de Las damas puntillosas, de Goldoni, en París, a finales de 1999.
Notas para un retorno a casa. La entrega del Premio Borges en Buenos Aires es comentada por uno de sus ganadores, la argentina Gladys Ilarregui.

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Deseo y postergación; una lectura de Colibrí de Severo Sarduy. La escritora colombiana María Mercedes Andrade analiza la obra de Sarduy en la que "todo cuerpo es tatuaje".
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Todos los derechos reservados. ©JGJ Binaria

Jorge Gómez Jiménez
Editor

Letralia, Tierra de Letras Edición Nº 88
15 de mayo
de 2000
Cagua, Venezuela

Editorial Letralia
Itinerario
Cómo se aprende a escribir
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La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras de la Tierra de Letras

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Dos cuentos

Amílcar Adolfo Mendoza Luna


Sala de espera

En ese momento lo único que parecía tener algún movimiento eran unas pequeñas gotas de lluvia que perezosamente se deslizaban sobre la ventana. El reloj aún no se atrevía a dar las doce.

Sabiendo que el ángel de la muerte podría equivocarse, ¿no es peligroso estar en un hospital a la medianoche por alguien que no nos importa? Le desagradaban los hospitales. Su madre murió mientras le daba a luz.

Ahora no tenía otra cosa que muchos años a cuestas y un viejo microbús. Todas sus relaciones eran superficiales y al precio convenido.

También una botella de cerveza es buena compañía. Así como a los muertos no se les desentierra, conviene olvidar ciertas cosas para continuar viviendo o intentar vivir y la cerveza ayuda mucho.

Por culpa de ese irresponsable no tenían derecho a quitarle el micro. Si no hubiera aceptado a Robert no tendría problemas, pero ¿qué se podía hacer si era el hijo del jefe del sindicato? Yo le decía que no metiera la mano a las germitas, al toque te cuadran.

En el pasadizo no había un sólo rostro amigable, sólo encontró su rostro reflejado en la ventana salpicada de lluvia. Y no le gustó.

Robert tenía más suerte con la carne fresca que él a la misma edad, incluso tuvo que dejar a su conviviente cuando ésta sospechó que hizo abortar a una colegiala.

Si era territorio pisado por Atila, ¿qué lo llevó a María Jesús? ¿Alguna secreta revancha? Ella necesitaba dinero y él no estaba seguro de lo que necesitaba.

Cuando Robert lo supo, le felicitó e incluso recomendó qué hacer. Tío, yo te lo digo por si acaso necesitas acordarte. Con esa frase consiguió lo que quería. Esa noche, falló.

Mi error fue que no lo paré a tiempo. Aún recuerdo lo que le hacía a la chivola. Ella era una rica tramposa, pero Robert era un enfermo. ¿A cuántas no las pasó por el blando..?, alguna vez algo tenía que pasar, y justo fue con las terrucas. Estábamos en el Parque Universitario y suben esas dos con su cara de yo no fui, pude ver por el espejo que la policía nos seguía, "alguna coima", pensé; intrigado, volteo y me fijo en el brillo de la pistola que tenía una de ellas en su mochila. Y Robert se acerca a afanarlas. Cuando la policía llegó, ellas dispararon contra todos y el que llevó ventaja en el reparto fue Robert. Como se desesperaron ni me dijeron que arrancara y la policía las desarmó. Ahora estoy aquí, con el micro lleno de balas y en la comisaría, Valentín Lafock quiere botarme y Robert está frío.

Caminó sin atender a nada, se sentó en la única banca del pasadizo y cerró los ojos. El ángel de la muerte pasó. El sueño contenido le cayó encima y lo último que vio es que no era medianoche aún. Sintió en la oscuridad que caía en algo parecido a un precipicio. Debía salir del hospital y encontrarse con María Jesús. Con Robert fuera del mapa, poco importa el que dirán. Cuando abrió los ojos estaba sobre una cama, viendo unos aparatos sin sentido que le impedían moverse. Vio entrar al cuarto un doctor, a María Jesús, ¿qué hace aquí..? y ¡a Robert! Las cosas habían dado un vuelco extraño. Y antes que el sopor le ganara de nuevo pensó si al ángel de la muerte o a cupido les importaba siquiera un poco el amor de verdad.

—¿Cuándo fue, doctor?

—No hace mucho. Justo a medianoche.

—Es una pena. ¿No, María Jesús?

—Quisiera saber si puede hacerse algo, doctor.

—Me temo que el estado de coma en que se encuentra no tiene solución. ¿Tiene familia o alguien responsable que quiera mantenerlo con vida?

—Sólo a mí. ¿Podría dejarme tiempo para pensarlo?

—Está en su derecho.

Fuera del hospital, Robert explicó a María Jesús cómo cerca del Parque Universitario subieron dos jovencitas con pinta de universitarias, que al verse perseguidas por la policía se pusieron nerviosas y a una de ellas se le escapó un tiro.

—¡Qué horror!

—Ya pasó.

Robert le dio un beso ligero en la nuca, casi como un soplo, como antes lo hacía. Viendo cómo ella permanecía quieta, con voz prometedora susurró pellizcando su cintura: "Vámonos".

Ella, fingiendo preocupación, le dijo si acaso no será posible él pueda sentir algo. Robert con voz triunfante respondió que eso no era importante y le pellizcó la cintura de nuevo.

Entonces, con toda la prisa que el deseo puede dar, María Jesús aceptó extraviarse con Robert por las agripadas aceras.


Si acaso la tenacidad no basta

"Comete usted un error al contar conmigo".
¿Quién podría hablar así? Dios y el fracasado.

E.M. Cioran, Del inconveniente de haber nacido.

Escuchen, hijos míos, estas aladas palabras. No las dejen escapar y elévense con ellas sobre este marchito lupanar que no sirve más que para morir, matar o renunciar a vivir.

No soy profeta, maestro de la Ley ni rey con corona; pero, ¿desde cuándo solamente los poderosos pueden hablar? No me pregunten quién soy todavía. No es importante. Sí lo es la historia que les contaré. Escuchen con la misma atención que el pescador emplea para vigilar sus redes en el mar avaro.

En el país de Us todos felicitaban a Job, el hombre que enfrentó el dolor y la desventura sin maldecir a Dios. Un año pasó y recibió la sabiduría necesaria para olvidar y dejar a los muertos en paz.

Pero esa mañana, la lepra volvió.

¿Fue un sueño la justicia de Dios? Me temo que no es lo que los hombres creemos. Acaso mi vida es como una barca atrapada por la tormenta que cesa y aparece de nuevo con renovada furia. Sólo tú conoces la razón de esta nueva prueba. ¿No soy tu hijo fiel? No quiero pedirte más explicaciones, acaso sólo sean amables ficciones que duran tanto como un sueño. Borra mi existencia, para que no haya más noticia de tu desgraciado siervo. Mis días los has contado mucho tiempo atrás y pronto, sin haber vivido, tornaré a la sombra y nunca podrás remediar el daño hecho. ¿Qué explicación podré obtener antes que este cuerpo, que será despreciado por los gusanos, se encuentre con el polvo de donde provino? ¿Por qué me diste esperanzas de justicia?, ¿soy una broma?, ¿quiénes ríen contigo? Sospecho que la vida de los hombres es un juguete en las manos de un niño distraído. Mi esperanza agoniza y aunque me resisto a dejarla morir, siento que muere conmigo.

Éstas, amigos, fueron las palabras del buen Job en la segunda y más terrible prueba. Todo le fue arrebatado nuevamente, incluso las ganas de vivir.

Muchas lunas pasaron y su tormento creció, sus amigos oraron por él, pero esta vez no le hablaron. ¿qué palabra, en qué idioma serviría para darle algún consuelo?

Una mañana de verano la lepra empezó a disminuir. En la noche no quedó rastro alguno.

Esa era la señal.

Largas horas de vigilia empezaron a cerrar los ojos de Job cuando una voz extraña lo llamó. No parecía ser la voz del Señor. La noche era totalmente oscura y sin luna, la voz parecía provenir de la misma tierra.

Aquí estoy, mi Dios.

Una voz estremeció la noche con una gran risa: Yo no soy tu dios.

Háblame, si eres nacido de mujer, ¿quién eres tú, que de una forma tan infame te burlas de un anciano?

La risa violenta invadió la noche nuevamente. Job decidió volver a casa.

Me decepcionas, Job de Us, ¿creíste ganar el juego?

La noche se volvió más fría. En el país de Us sólo dos personas despreciaban el confortable lecho.

Dime quién eres, ¿quién te envió a perturbar el poco descanso que puedo gozar? Mi paciencia no es la misma que antes, cuando era más joven, cuando la salida del sol no me asustaba y me entregaba al sueño reparador todas las noches con la esperanza de abrir los ojos al día siguiente.

Responde primero y sabrás mi procedencia. ¿En verdad te satisface el cuento de la creación y del inmenso poder de Dios de arrancarte la cabeza?; si tienes miedo de vivir, ¿por qué no maldecir al culpable de tu ruina y morir?, ¿cómo sabes si lo que te espera es mejor o peor... o si nada te espera? ¿No sabes que eres el resultado de nuestra travesura? ¿No sabes nada de la apuesta?

¡Necio impertinente, pozo de víboras!, ¿no provienes, por ventura, de la semilla de un escorpión incrustada en el vientre de tu madre? A todas tus provocaciones, responderé que intento confiar en Él, porque confío en que me aliviará y restituirá entre los felices. Y aunque no lo hiciera, sólo tengo miedo de bajar al cobijo de la madre tierra sin ninguna respuesta.

¡Oh, mil veces cobarde Job de Us! Siendo desafiado de esta manera, yo, Baal, me descubro ante tu rostro para decirte el secreto que se esconde detrás de tus padecimientos y los de cualquier mortal. Nunca antes algún hombre estuvo tan cerca como tú de la sabiduría. Ustedes son parte de un juego, un campo de batalla donde se enfrentan furiosos ejércitos. ¿Quieres saber lo mejor de todo? Ningún ejército es dañado, sólo ustedes. Destruimos esperanzas, violamos virtudes, echamos sal sobre los escombros de los sueños... me olvidaba del escorpión. Yo soy hijo de mí mismo, como tú. Ya no eres Job de Us, el hombre, eres un actor rebelde en escena. Yo soy tan siervo de Dios como antes, sólo mis funciones han variado.

Ahora, todo depende de tu palabra. Es tu turno de jugar a ser Dios, porque todos los hombres tienen el poder de dominar a la naturaleza y ser dioses de sus destinos. Te juro que otras generaciones más iluminadas que esta ejecutarán mis palabras una a una.

¿Sabes cuál es la más alta traición del hombre? Traicionarse a si mismo. Renunciar a su yo, relegarse, convertirse en un ser humilde, no cobrar por el favor otorgado, creer en las ideas que otros propugnan en beneficio de todos sin darse cuenta de la realidad. Lo que no ves no existe, lo que no te da fuerza te debilita, sin placer nada importa...

¡Basta!, eres Baal, el ángel caído, pero sobre todas las cosas eres el astuto mentiroso, el fabricante de engaños. Tú sedujiste a Eva con falsas promesas. ¿Qué te importa decir la verdad?

¡Qué ciego eres, Job de Us! Soy el ángel caído, mi alegría de dar se agotó dando, mi virtud se cansó de sí por ser tan abundante. Quien está siempre dando se envilece más que quien recibe, a quien reparte se le encallecen las manos y el corazón. Soy un mentiroso, ¿pero sólo soy un mentiroso?, ¿acaso la verdad no es más destructora? También soy eterno y puedo destruir a costa de pura virtud. Puedo enflaquecer la conciencia, desgastar los razonamientos y convertir a nobles corazones en monstruos implacables con sólo arrojarlos en la ciénaga de la virtud, ¿y me acusas de ser mentiroso? No me conoces, pero yo te conozco. Puedo abolir tu existencia y también puedo eliminar tu sufrimiento. Jamás se ha ofrecido algo semejante. Podrás escapar de la furia de los ejércitos. La vida ya no será más una arpía, ¿o prefieres la lepra? Entonces ya no seré tan generoso.

¡Demonio insensato!, ¿qué oferta generosa me das?, ¿la muerte o la lepra? Eres astuto y paciente, juegas con la debilidad de mi carne porque confías derrotar mi voluntad a través de ella. Mi valor ha menguado, no ha desaparecido. Quiero una explicación, no un acertijo.

¿Sabes que puedo sentarme aquí y esperar que enloquezcas?, la apuesta sólo me prohíbe tocar tu vida. Si me pides que te ofrezca una amable muerte, nadie perderá.

¡Otra mentira! Yo habré muerto. Nuevamente del choque de los ejércitos un inocente será víctima.

Una nueva y potente risa estremeció la tierra, rápidos relámpagos besaron la tierra. Job vio tal despliegue de fuerza sin cambiar su ánimo. De pronto, la tormenta cesó.

¡Maldito seas! Esta noche he venido a ostentar mi poder y tú que no eres más que alimento de gusanos has obtenido noticias que te han sido vedadas. Tengo las manos vacías. Tú deberías estar en mi lugar. No soy tan astuto como piensas.

Regresa a donde has venido y regrésame mi lepra. Renuncio a toda explicación. Sólo me expongo a tus burlas. Si tengo que padecer, lo haré con dignidad.

Para ti es fácil renunciar a toda explicación ahora. Crees que no la obtendrás. Te equivocas. Te ofrecí el nuevo fruto del árbol de la vida y lo rechazaste. Prefieres una cómoda ignorancia. Pero he descubierto una nueva plaga, el escepticismo. Sólo tengo que esperar que madure en unas cuantas generaciones.

No soy el único con quien lucharás, Baal. Mi progenie no acaba conmigo.

No necesito pelear yo, sólo tengo que enfrentarte a tu sombra. Luchar no es fácil. Siempre estoy al acecho y nunca sabes lo que quiero de ti. Si te refugias en la virtud, pronto haré que mates por defenderla. Si escoges el vicio directamente, no perderás tiempo.

Me llevaré la lepra, pero te dejo la incertidumbre. Tú la elegiste. El juego acabó para ti.

Una vez que el maligno se retiró, el sol rasgó la ominosa noche. La última gran prueba terminó.

Varios años después, el buen Job de Us murió en compañía de su numerosa familia, en medio del amor de todos. Al morir, fue a encontrarse con Dios y buscar en Él todas las respuestas que yo le ofrecí y que ahora vacilo en darles. No las necesitan.


       

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