Reseña de la novela “La joven de la perla”, de Tracy Chevalier, por Estrella Cardona Gamio

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Esta es una novela a mi modo de entender perfecta, que tuvo mucho éxito cuando salió al mercado hace ya unos cuantos años y hoy voy a hablar de ella.

Obra cuya génesis posee una curiosa anécdota, que nada tiene que ver, por cierto, con el cuadro que la inspiró. Tracy Chevalier, la autora, se hallaba en las últimas semanas de gestación de su primer hijo y escribía la novela contra reloj pretendiendo concluirla antes del alumbramiento. Tal vez esto que voy a decir a mucha gente le parezca absurdo, pero creo que fueron precisamente esas prisas las que le dieron el aire que tiene, me estoy refiriendo a la manera en que fue escrita, concisa, clara y sin perderse en florilegios superfluos, en los cuales, dada la época, podía incurrirse a poco que una se dejase llevar.

La joven de la perla es la segunda novela de Tracy Chevalier.

Yo creo que su lenguaje moderno trasladado a un tiempo pretérito es lo que le otorga el encanto sorprendente que tiene. Porque si a eso vamos, novelas de época se han escrito muchas pero nunca como lo hizo Tracy Chevalier con La joven de la perla.

Luego hay otra cosa, pero esta pertenece a mi modo de enjuiciar ese estilo tan singular que puede que me valga alguna sonrisa del público lector; si los fetos trasforman el carácter de las gestantes, ¿no podrían influir, también, en las madres novelistas, en lo que éstas escriben, es decir, colaborar subliminalmente en la creación? La teoría se apresta a que me vapuleen los eternos críticos, lo sé, pero es divertido arriesgarse siempre que se emite una teoría, ¿no creen?

La joven de la perla es la segunda novela de Tracy Chevalier, siendo la primera El azul de la Virgen, obra que no tiene nada que ver con esta.

Cuenta la propia autora cómo se quedó fascinada cuando por primera vez vio este retrato expuesto, y ese encuentro fue un verdadero flechazo, una impresión inolvidable, cuyo momento mágico se trasformaría en novela, porque esa es la gracia que tienen los escritores (entre los que me cuento), y no es hablar por hablar sino con conocimiento de causa.

Un novelista tiene la facultad de sacar de la nada aquello que nadie percibe, creando personajes, situaciones e historias allá donde los demás no ven nada.

El encuentro de Tracy Chevalier con el retrato del pintor holandés Vermeer no fue casual, ella quería contemplarlo en directo motivada por una extraña fascinación y nació la novela del mismo título, La joven de la perla, ¿a quién antes se le había ocurrido crear la historia de los amores nunca pronunciados de una sirvienta de la casa y el pintor? Se necesita imaginación, ¿no es cierto?

Seguro que ahora cuantos contemplan el cuadro en directo, y hayan leído la novela, se maravillarán recordándola.

No podía concluir sin mencionar la excelente película que se hizo sobre La joven de la perla y protagonizada por Scarlett Johansson, una auténtica joya cinematográfica totalmente lograda.