He leído estos días un libro escrito por Kirk Douglas, Yo soy Espartaco, en el que explica cómo se le ocurrió la idea de realizar una película con la historia de Espartaco, el esclavo que llegó a encabezar un alzamiento contra la todopoderosa Roma.
El libro es sumamente ameno y te introduce en el mundillo fabuloso de las superproducciones made in Hollywood, pero lo más fantástico es la lección que te da acerca de cómo un productor, en este caso Kirk Douglas, puede enfrentarse a la realización de su propia película luchando contra viento y marea con cuantos obstáculos se le hayan ido presentando a lo largo de su trabajo. Que no fue, precisamente, sólo el de buscar actores. Kirk Douglas se lo jugó todo arriesgadamente aunque su decisión le costase muchos quebraderos de cabeza.
El libro explica, pormenorizado, el desarrollo y las vicisitudes de esta aventura cinematográfica de la que el público no tiene la menor idea, lo que viene a darnos una gran lección acerca del trabajo y esfuerzo que costó llevar a cabo la historia de Espartaco; el espectador en su butaca lo ignora siempre, y debería saberlo y aprender a tener la voluntad y el coraje que tienen las personas como Kirk Douglas, perseverantes hasta el fin en la consecución de sus proyectos.
Personalmente a mí me ha servido de mucho, y si escribo este pequeño artículo, que no reseña, es porque creo que también puede servir de estímulo a muchas personas. Es preciso leer el libro para comprender lo que digo, leerlo y asimilarlo ya que Kirk Douglas, con su ejemplo, te enseña que incluso lo más difícil puede llevarse a cabo, o sea contemporizar los egos de actores consagrados, manejar masas ingentes de extras en escenas de batallas procurando evitar que los figurantes no sufran daños físicos, correr riesgos graves, él, en los combates cuerpo a cuerpo, lucha de gladiadores. A más, añadiendo a todos estos riesgos, el del tiempo que consumía horas y mucho dinero, o bien la enfermedad inesperada de algún intérprete principal, en este caso Jean Simmons, que podía llevar seis semanas de baja modificando el curso del trabajo. En fin, suma de obstáculos, inconvenientes y retrasos.
Cuando pienso en todo eso, me maravilla el carácter de Kirk Douglas y su inquebrantable voluntad, porque una cosa es ser productor y otra ser actor, pero ser las dos a la vez, de una superproducción de tamaña magnitud, lo considero una tarea enorme y digna de admiración.
La película tardó tres años en verse finalizada y entonces vino la zozobra de comprobar si sería un éxito o no, porque al público siempre le han gustado los finales felices. Afortunadamente Espartaco triunfó en toda línea y sigue triunfando, es una excelente película además, de las que llevan mensaje.
Recomiendo vivamente la lectura de Yo soy Espartaco porque es una obra entretenida y absorbente salpicada de anécdotas interesantes y llena de confesiones muy sinceras.
Antes de concluir debo hacer una pequeña aclaración. Creo que a estas alturas el lector se debe preguntar por qué no he revelado fragmentos del libro; pues bien, por mi gusto lo hubiera hecho, pero al no ser una novela sino unas vivencias muy personales y muy bien explicadas, hubiera sido como interrumpir una charla, porque una charla parece, el interesante relato de un señor de 95 años, ya que tal era la edad del actor cuando decidió ofrecerla al gran público, demostrando con ello su envidiable memoria y una extraordinaria claridad mental.
Ahora bien, este no es el primer libro que escribe Kirk Douglas, ya que a lo largo de su existencia lleva escritos, según tengo entendido, unos once, empezando por El hijo del trapero, autobiográfico, libro que, después de esta experiencia, tengo verdaderas ganas de leer.
Recomiendo vivamente la lectura de Yo soy Espartaco porque es una obra entretenida y absorbente salpicada de anécdotas interesantes y llena de confesiones muy sinceras, con la propina de unas cuantas fotografías inéditas de los descansos entre bastidores. Es ni más ni menos que la historia de un rodaje cinematográfico que puede sorprender y que encanta. Pienso volver a ver la película.
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