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Montserrat Caballé

viernes 26 de octubre de 2018
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Montserrat Caballé

¿Qué puedo decir de Montserrat Caballé que no se haya dicho ya en estos días posteriores a su fallecimiento, si todo está escrito y hablado?

El público no tiene acceso a las grandes divas como no sea a través de la música mientras que su vida personal parece no existir, los cantantes de ópera son como seres mágicos que sólo se materializaran en un escenario, cierras los ojos y la música lo llena todo en la voz, en este supuesto concreto, de Montserrat Caballé, la soprano que consiguió ser alabada sin reservas por María Callas.

Fue toda una larga vida dedicada al bel canto y a la familia, siempre admirada por un público incondicional.

Mientras escribo estas líneas recuerdo su voz única y no dejo de sentirme conmovida, por suerte existen los discos y así ella continúa entre nosotros para siempre. Es curioso cómo la vida de personas que nunca hemos conocido de cerca puede llegar a marcar una huella tan profunda que sólo cuando esta persona desaparece nos damos cuenta de que existió, de que influyó de alguna forma nuestra vida al hacerla feliz y entonces comprendemos, o mejor, descubrimos, cómo formamos parte de un todo, que, de alguna manera, estamos interrelacionados, por descabellado que parezca; es aquello tan conocido de “si una mariposa patalea en las montañas del extremo del mundo, el otro extremo se conmueve”.

Montserrat Caballé marcó nuestras vidas de alguna manera con la belleza de su voz y esa huella nunca se desvanecerá.

Repasando su biografía encontramos que nació en el seno de una familia humilde y que los desahuciaron varias veces, que a los once años empezó a aprender a cantar alentada por su madre y respaldada por un mecenas, que a los veintidós años debutó y que a los 32 tuvo su oportunidad al sustituir en escena a la primera figura de la compañía, que se hallaba indispuesta, ese fue el comienzo de una esplendorosa carrera llena de éxitos y de premios internacionales, lo que no le impidió formar una familia y tener hijos con su marido Bernabé Martí, cantante como ella, que dejó su carrera para consagrarse a la de su esposa siendo su representante y administrador.

Fue toda una larga vida dedicada al bel canto y a la familia, siempre admirada por un público incondicional, y lo que es más difícil, por sus compañeros de profesión sin celos ni envidias.

Dos momentos anecdóticos, por lo curiosos, puntúan su vida profesional: cuando cantó con Freddy Mercury en 1992 en Barcelona, y posteriormente lo hizo con Sara Montiel en un disco recopilatorio de la actriz, lo que demuestra su versatilidad y también un gran sentido del humor.

Descanse en paz.

Estrella Cardona Gamio
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