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Necesidades

lunes 31 de mayo de 2021
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Necesidades, por Ivanna Zambrano Ayala
Aparte de dibujar y redactar tonterías para conseguir un poco de paz, me he acordado de que me refugié en los mundos que me han podido brindar las novelas y los cuentos.

El arte de la lectura, antología digital por los 25 años de Letralia

Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2021 en su 25º aniversario

En ocasiones, pienso en un trabajo que me mandaron a redactar en bachillerato en el que debía responder cuáles eran los beneficios de la lectura y tal. Intenté hacer lo “mejor” que pude. Escribí un montón de boberías y todo salió relativamente bien. De cualquier modo, en esa época no le veía ninguna gracia a ese acto. Incluso decía que no me gustaba, sin importar que pasaba horas con un libro en la mano para tratar de olvidar ese ambiente adverso llamado “hogar” y secundaria. Bueno, era una niña y no comprendía lo significativo que era ese hábito en mi vida, tampoco que me salvaría de unas cuantas crisis depresivas con el paso de los años. En fin, tiempo después de entregar ese manuscrito sobre la lectura, A, una profesora me prestó una novela de Isabel Allende sin habérsela pedido. No sé qué la motivó. A lo mejor sabía lo que una buena obra podría hacer en la cabeza de una adolescente tan triste y cansada. E hizo bien, porque esa jovencita terminó siendo lo que nadie se esperó: una narradora y una amante de la lectura. Por cierto, ayer construí un texto para enmendar el error que cometí en ese instante, cuando elaboré esa asignación que me pareció tediosa. Se lo debía a lo que se ha convertido en el motor de mi existencia. Lo quería enviar a algún lugar cuando lo terminé, pero preferí conservarlo en mi gaveta mientras tanto. A pesar de eso, me gustaría poner un fragmento de él dentro de estas líneas que te dedico. Es irónico que lo exprese como si lo fueras a revisar, tomando en cuenta que ni ojeas los títulos de las películas. De igual manera, no pierdo nada al dejarte esto por aquí. Mantengo la esperanza de que lo veas y te guste:

La literatura es un reflejo de la realidad que habitas en este mundo, por eso muchos entusiastas de los libros y la lectura forman un vínculo con los héroes y escenarios creados por los constructores de vidas ficticias. No puedes saber con certeza si son productos de sus demonios del alma… o el anhelo de sacar a la luz toda la creatividad depositada en sus mentes. Sin embargo, nada de eso importa cuando te percatas de que has sido atrapado en sus juegos.

 

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Sospecho que encontrar algo que llegue al corazón sea parte de la rutina de la gente que le fascina esa práctica.

Hoy reflexiono sobre lo mucho que me ayudó la lectura a sobrevivir a una situación tan conflictiva como la mía: un acoso escolar, un ambiente hostil en casa, unas burlas y unos problemas de salud que no quise tener. Emprendí la tarea de buscar cuentos de diferentes autores, a pedir novelas como regalo de cumpleaños… Ahora que me acuerdo, además de aquella profesora tan amable que me prestó la obra de Isabel Allende, había una amiga que siempre me obsequiaba historias. Una me aterrorizó y me dejó una inmensa tristeza, pero me encantó de igual forma. Es posible que haya quedado así porque me sentí identificada con uno de los dos protagonistas. Por lo tanto, sospecho que encontrar algo que llegue al corazón sea parte de la rutina de la gente que le fascina esa práctica.

 

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El buen destinatario de textos sólo advierte una cosa: que no pretende apartarse de cada uno de esos artefactos elaborados con palabras porque es su modo de entretenerse y de huir de un entorno que no le gusta…

No pude evitarlo, A. Disfruté la oportunidad y ahora permanecerá atrapada en ti. Este es un fragmento más del artículo que redacté y que preferí no enviar. ¿Para qué? ¿Para perder mi tiempo? ¿Para que nadie lo “lea”? ¿Crees que estoy jugando contigo con el temita de la lectura? Pues no me interesa. Además, estás condenado a soportar a esta hermosa y aburrida criatura a la que le gusta escribir y leer. Si quieres echarle la culpa a alguien de tu desdicha, habla con la profesora y la amiga que me regalaba libros. Ellas la tienen por convencer a una persona en crecimiento que es bueno pensar y viajar a menudo sin moverte de tu casa.

 

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¿Sabes qué es triste, A? Que los libros se hagan más y más caros. Busqué precios en librerías y vi algunas novedades en España que me parecieron inalcanzables. Por eso no es nada nuevo que adquirir uno se convierta en un lujo que muchos no pueden costear. Intuyo que nos quieren tan tontos como tú… Oh, no te ofendas, por favor. Siempre tan sensible…

 

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Tengo necesidades, A: comer, dormir, escribir y leer. Te conozco y sé que piensas que soy superfastidiosa, que hablo de lo mismo una y otra vez. Bueno, me da igual. No puedo vivir sin molestarte con eso. Por desgracia, descubrí que es lo que más me gusta hacer. No he leído nada todavía, pero sí estoy escribiendo al respecto. Por cierto, nunca impartiría un taller de lectura. No tengo vocación para enseñarle nada a nadie, odio a los niños y no me gusta la gente. Sin embargo, a veces quisiera regalar un libro. Un día pensé en un primo de trece años, pero no creo que ese mocoso merezca nada de mí. Pero sí lo he reflexionado. Además, eso es lo que hizo la profesora y mi amiga: compartir una de sus pasiones conmigo.

 

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Me contentaría saber si algo de lo que he construido ha tenido un efecto similar en alguien como yo. Sospecho que nunca lo sabré.

¿Para qué leer? Debes hacerlo porque es la mejor manera de liberarte del contexto existente y entrar en la dulce atmósfera que te brinda el mar de las fantasías. Por otro lado, con esta “práctica” conseguirás viajar y adquirir conocimientos, entender que la creatividad del ser humano no tiene límites…

Así es, artificio. Otra fracción del escrito que no pienso publicar. Me preguntas por qué no termino de mandarlo para que deje de molestarte, pero me produce gracia agregar párrafos de él en ti. He estado triste recordando las peleas, los momentos más desesperantes de mi vida. Y, aparte de dibujar y redactar tonterías para conseguir un poco de paz, me he acordado de que me refugié en los mundos que me han podido brindar las novelas y los cuentos. Me contentaría saber si algo de lo que he construido ha tenido un efecto similar en alguien como yo. Sospecho que nunca lo sabré.

 

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¿Para qué leer? ¿Para divertirte, por odio a lo insípido de un mundo sin maravillas o por pasión? En realidad, tú tienes la última palabra porque…, al final, descubrirás tus propios motivos en algún instante.

Y lo logré, A. No creo que sea un buen ejemplo, pero espero que estas líneas que te dedico puedan provocar la identificación de otra aburrida y solitaria criatura amante de la lectura. Si bien nunca gano contigo y eso no es un punto a mi favor. De cualquier modo, no eres más que un personaje que inventé. Por eso imagino con frecuencia que, además de leer, me urge ir a terapia. Igualmente, eso está muy caro. Es otro lujo que no podría costear. Al menos sigo teniendo a la mano esa herramienta que puede ayudarme a sentir que no estoy tan sola… En fin, aún pienso en ese trabajo de bachillerato y no puedo entender que haya sido tan ciega. Supongo que esta perorata que elaboré para ti, A, fue la mejor manera de responder esas preguntas. Quizá habría aprobado con la nota máxima, ¿quién sabe?

Ivanna Zambrano Ayala
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