
Solía
Borges alabar los hechos de la ficción que engendran objetos en la realidad.
El libro
El acto y el lugar de la poesía es un objeto real engendrado
por un hecho de ficción: hace algunos años, en un café de Maracay, el
escritor Efrén Barazarte le habla a su colega Manuel Cabesa de su proyecto de
escribir un libro con reseñas sobre libros que no existen, y que habrían
sido escritos por sus amigos; el libro que distinguiría a Cabesa sería un
compendio de artes poéticas. Algún tiempo después Cabesa sigue el patrón
establecido por el hecho de ficción en el que lo involucró Barazarte, y
reunió las artes poéticas que conforman esto que hoy comentamos aquí como
un libro.
El acto y el lugar de la poesía es un compendio de artes poéticas de
autores venezolanos. En su planteamiento original incluiría autores de otros
países latinoamericanos, pero Cabesa moderó el tamaño del proyecto ante la
evidencia de que su colección contenía más autores venezolanos que de otras
nacionalidades. Finalmente limitó su trabajo al siglo XX por considerar que
la Alocución a la poesía de Andrés Bello, en el siglo XIX, "es
posiblemente la primera arte poética escrita en América".
En un breve texto introductorio que se convierte en la única intervención
del antologista, éste aclara que "un arte poética es una reflexión
sobre el oficio, escrita por la necesidad que tiene su autor e plantear unos
lineamientos estéticos; aunque a veces se escribe inconscientemente sin que
el poeta haya intentado definir su escritura: el poema se define a sí mismo e
impone su existencia más allá de las intenciones o necesidades de su
autor".
Los autores están organizados alfabéticamente, sin otra distinción de
tipo valorativo, y el libro incluye, además de un índice ordinario, uno
adicional en el que se refleja el primer verso de cada poema. La selección ha
mezclado autores mitológicos de la literatura venezolana con otros más
jóvenes y menos conocidos. Desde los nombres tutelares de Vicente Gerbasi,
Elizabeth Schön, José Antonio Ramos Sucre y Miguel Ramón Utrera hasta las
promesas que formulan los nombres de Efrén Barazarte, Juan Martins, Isabel
Rivas y Tibisay Vargas.
Sin duda una herramienta invaluable para el investigador, El acto y el
lugar de la poesía es además, y quizás más que nada, un regalo para
los siempre atribulados ojos de quienes, pese a la abyecta realidad del mundo
contemporáneo, siguen empeñados en invertir su tiempo en amar la poesía.