Una producción
de Editorial Letralia
Cagua, Venezuela
Jorge Gómez Jiménez
Editor

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Letralia, Tierra de Letras
Año VIII • Nº 104
5 de enero de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Ante el deseo
de escribir un poema

Marcos Wever

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Las cosas que hay que decir
El papel,
el lápiz casi sin punta,
el periódico sobre la mesa,
la tele,
el vendedor de pescado,
el cobrador que toca a la puerta,
el limosnero de la esquina,
la vecina que saluda,
la mano dispuesta a dar el gran brinco,
los trabajadores que sudan en un armario,
los bolsillos casi vacíos,
el pensamiento perdido;
y el papel
y el papel aguardando,
sin una jota,
una tilde,
un punto y coma,
una sangría,
una sangría, un pensamiento;
y el papel sin un borrón,
sin "mañana continúo"
totalmente en blanco
totalmente en blanco
totalmente en blanco.

Y es cuando nos saltan a la vista
Los grandes titulares en negro:
robo a mano armada,
niños se mueren de hambre,
protesta por los altos costos,
suben el precio hasta del aire,
matan a cinco negros por ser negros,
prostitución y venérea en la niñez,
puede surgir otra guerra,
estalla bomba,
la carrera del domingo,
el horóscopo de hoy,
raptan a cuatro que son,
              pueden / mandan / usan lentes de lujo /
              tienen con que comer / defecan sobre otros /
              pagan por su libertad,
              alzan la voz,
              administran,
              emplean,
              despiden,
              dictan memorandums,
              concurren a los almuerzos,
              pueden dormir la siesta,
              y germinan en otras frutas iguales
              a ellos.

Entonces el pensamiento
Se pregunta
¿El porqué?
¿Cómo?
¿Cuándo?
¿Dónde?
¿A qué hora?
¿De qué manera?
Se van perdiendo:
los valores, las cosas,
los minutos,
el calor del hogar,
el canto de un ruiseñor,
el saludo de un niño,
la mano amiga,
la floración de un árbol,
el canto de la primavera,
las cosas bellas,
las bellas cosas,
el amor al prójimo...
El amor a Dios.

Y se piensa en escribir
en gritar,
en decir:
Ya está bueno
¡Paren la mano!
¡Acaben de destruirlo todo!
Decídanse en acabar
de joder al mundo
o a reconstruirlo de una vez,
de matar lo poco bueno
que nos resta
o a levantar de las ruinas
una vida mejor;
De matar lo poco bueno
o de finalizar las guerras, guerritas
o guerrillas,
los monopolios, el capitalismo,
la diferencia de clases,
el ateísmo,
las ratas en los arrabales,
los "una limosna por el amor a Dios";
Y se piensa
y se piensa
y se piensa.

Pero la mano tiembla
y el corazón palpita,
y los ojos se nublan
y las axilas comienzan a sudar
y la razón se pregunta:
¿Cuántos? ¿Quiénes?
Nosotros,
ellos, ellas,
ustedes...
¿Quién?
¿Quién vendrá,
será, opine,
pida,
les diga a los demás:
             vengan, vamos,
              yo, tú, él, nosotros, vosotros,
              todos,
              todos,
              en pos de un mundo mejor;
              De una sonrisa amiga,
              de la primavera,
              del verdor del campo,
              de la sencillez de un niño;
              De un Te Adoramos Señor,
              de un Te Alabamos Señor?

Mientras tanto
en muchos lugares
se vocifera,
se hacen manifestaciones,
se planifican golpes de estado,
se designan nuevos jefes,
se pagan bajos salarios,
se matan los anhelos,
se realizan sabotajes,
se prostituye,
se asesina,
se comercia con las drogas,
se engaña,
se compran votos,
se juega con la humanidad,
se acaba con la humanidad.

Se quiere hacer
Pero no se hace;
Se quiere gritar,
pero no se grita;
Se quiere decir:
              Voy,
               vamos,
               ven,
               de frente,
dejemos nuestras cruces,
seamos libres,
amigos,
hermanos,
cristianos,
digamos, digo,
dicen:
Salvemos al mundo
de la destrucción;
hacemos, hagamos, hago,
hago, hacemos, haremos
pero... no hacemos nada

Eso nace al temor
de un carcelazo,
de un exilio,
de que nos manden
lejos de casa, de la familia,
de pensar que nos pueden sacar
                         hasta los ojos,
de que nos partan en pedazos
                         las costillas,
de que nos digan: fuera / están sin trabajo /
                         sin plata / sin comida,
de que ya no podemos tomar ron con soda,
de que no tienes nada
porque nada vales,
de que eres uno,
                    medio
                    poco,
                    casi nada en el montón;
De que eres medio,
                    poco,
                    nada
                    y que ni tan siquiera
                    en el montón existes.

Al final
se deja todo allí,
el lápiz sobre la mesa,
las noticias sobre el montón
                                de basura,
los pensamientos
en un rincón del cerebro,
la tele sin las novelas,
el cobrador sin su cuenta,
los trabajadores que sudan, miran, callan;
Las ganas de tener
y no tener nada,
las ansias de comer
y no comer nada;
Y el papel otra vez...
Arrugado,
sin un punto suspensivo;
Una palabra,
un verso,
un pensamiento,
un punto y aparte,
una plegaria,
una plegaria,
un punto final...


       

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