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de Editorial Letralia
Cagua, Venezuela
Jorge Gómez Jiménez
Editor

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Letralia, Tierra de Letras
Año VIII • Nº 104
5 de enero de 2004
Cagua, Venezuela

Depósito Legal:
pp199602AR26
ISSN: 1856-7983

La revista de los escritores hispanoamericanos en Internet
Letras
Placeres muertos
Iván de Paula

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Había una vez un novel cuentista, muy elogiado por la prensa cultural y los editores de cyberrevistas literarias. Su nombre se convirtió en objeto de culto luego de publicar en un Espacio Pagado un manifiesto sobre las seis maneras más económicas para suicidarse, muchos creyeron que se trataba de alguna nueva estrategia de marketing para vender seguros de vida. No era así.

Su nombre volvió a sonar dos semanas después de aquella afrenta, luego de que por lo menos quince personas se mataran sin dejar cartas ni ninguna explicación más que aquel recorte de prensa ensangrentado. Él confesó que sólo bromeaba y que nunca atentaría contra su vida, luego fue demandado por las familias de los difuntos, pero la fama lo cubrió bajo su faldón y nunca recibió ningún rasguño ni una simple amenaza telefónica que alterara el ritmo de sus pesadillas nocturnas, pareciera como si también estuviera protegido por el gobierno o por algún militar encumbrado, él juraba que era desafecto al Sistema (¿?).

Su primer libro se publicaría en menos de una semana —edición de bolsillo de segunda color negro grasiento— era una colección de trece cuentos pretendidamente malditos en donde el autor se regodeaba con la muerte en sus diversas manifestaciones. Sin embargo, a pesar de los elogios que de vez en cuando recibía por encargo a través de la prensa y de programas culturales de TV y radio, si revisábamos detenidamente sus relatos, nos percataríamos inmediatamente de que estos escritos no eran más que unas burdas copias del estilo de Quiroga, con sus finales trágicos y desgarradores. Por otra parte, era notable su poca dedicación a la revisión de la redacción de los mismos, bastaba con leer un par de párrafos para decepcionarse y detenerse en la lectura.

No quiero que la "puesta en circulación" se realice dentro de una desabrida librería-café del centro de la ciudad, dijo el autor endiosado, vestido como siempre de negro incluyendo las uñas, mientras sus súbditos se arrodillaban complacientes y a la vez le mataban el calor con sus abanicos de mano:

Quiero que se celebre en el Cementerio de la Máximo Gómez, delante de la tumba del Barón, a Él le debo mis inspiraciones cuando no estoy lo suficientemente "high". Al principio hubo cierta reticencia de la editora, cierta indecisión de los editores culturales y cierta mala actitud de los cybereditores, pero al fin y al cabo, su talento y don de mando volvieron a imponerse, los demás callaron y como siempre obedecieron dócilmente.

El día 22 de mayo a las nueve treinta de la noche, fue celebrada la puesta en circulación del libro Placeres muertos, la entrada fue necesariamente por la Avenida Máximo Gómez. Hubo mucho espacio para parquear carros, ya que la mayoría de los asistentes eran viles y sudorosos peatones, entre ellos: estudiantes universitarios, rockeros de todas las tendencias, matronas villamelleras, varios curiosos de Villas Agrícolas... todas las ex del autor, quienes iban acompañadas de sus parejas actuales lo cual ocasionó ciertos percances con la Seguridad que pretendía mantener a los intrusos dentro de un círculo de espinas. No podía faltar la familia unitaria, la madre se mantuvo todo el tiempo llorando emocionada (aunque nunca había leído nada de su hijito) mientras escondía su rostro detrás de un abanico para evitar saludar a aquellas hipócritas quienes en algún momento antiguo pudieron ser sus nueras, gracias al Demonio se cumplieron sus pronósticos y su hijo posiblemente llegaría a viejo solterón y sin querencias, quizás por insoportable o quizás por ser un dependiente afectivo quien nunca pudo superar sus percances conductuales por más terapias recibidas o cambios de consultorios.

Para la ocasión se ubicó un mesón delante de la tumba del respetado Barón en donde se sentó el autor totalmente vestido en negro con unas gafas semioscuras, encima dos bocinas gigantescas alteraban la quietud de los difuntos gracias al metal caribeño de JLS. Debajo, un centenar de girasoles mustios flanqueaban el área desde donde el cuentista acariciaba un ejemplar de su libro, a través de un micrófono cornudo intentaba explicar a los invitados de qué trataba su obra, mientras que su séquito —ubicado en un área exclusiva detrás suyo— simplemente asentía o aplaudía mecánicamente.

El público casi no prestaba atención, se inquietaron preguntándose por qué la tierra temblaba, de dónde emergían esos hedores a letrinas repletas de huevos podridos, alguien señaló el asfalto, se apretó la nariz, se persignó y buscó a los culpables en las oscuridades del Cielo... ¿qué pudo ver usted que no pude ver yo?

Los muertos emergieron de sus tumbas reclamando el espacio que les correspondía según el Tribunal de Tierras... no lucieron tan regios porque la verdadera Muerte era asquerosa y no tenía nada que ver con maquillados dentro de un ataúd de baratija... al principio salieron de a docenas rompiendo lápidas y nichos sin importales que las cruces de cemento se resquebrajaran, luego centenares quienes se dirigieron hacia la multitud que corría desaforadamente hacia la salida, algunos sostenían palas y aplastaban cabezas cercanas, cuando acertaban algún golpe la víctima caía arrodillada sosteniendo sus sesos y luego se desplomaba, la sangre vertida hacía resbalar a ciertos desesperados que casi alcanzaban la puerta, rodaban por el suelo y eran aplastados quedando tan aplastados como purés humanos sin sal... otros agarraban tridentes y ensartaban carnes sin importar la edad o el color siempre y cuando estuviera fresca o jugosa... los muertos más acuciosos vistieron sus galas manchadas de sangre, lodo y pus para impresionar, otros avanzaron desnudos destilando lombrices o larvas de gusanos por todos los poros, otros danzaban con su epidermis incompleta debido a las mordidas continuas de gusanos hambrientos quienes segundos después se desintegraban al contacto del oxígeno nocturno...

Se acercaron hasta el escritor y mientras el publico huía temiendo cualquier contacto físico con aquellos despreciables "invitados"; (o creían huir, ya que algunos cayeron estrepitosamente dentro de las grietas) éste abrió los brazos emocionado, ya que jamás imaginó que sus musas le felicitarían en persona, con abrazos, besos y demás caricias.

Sacó de su bolsillo un porrito de marihuana y una botella de "Night Train", apenas la noche comenzaba y no pensaba pasarla solo. Caminó hasta la salida tropezando ocasionalmente con algunos cuerpos todavía calientes. Se detuvo delante del portón; miró hacia ambos lados de la avenida, quizás alguna de sus "ex" se salvó del Holocausto y podría acompañarle a su apartamento hasta el amanecer.

 


       

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