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Jorge Gómez Jiménez |
El Año del Dragón: Chinatown, La Habana Este año, comenzando el 5 de febrero hasta el día 19 del mismo mes, se celebró alrededor del mundo el comienzo y los festejos del Nuevo Año Lunar chino, una tradición que ya tiene 5.000 años, según el horóscopo chino. El arte de adivinatoria está basado en los años lunares. Los astrólogos chinos creen que cada doce años nace un tipo de hombres semejantes en carácter además de similares en los nacidos el mismo año. Durante las fiestas que acompañan los colores tradicionales del nuevo año, rojo y dorado, se ven simbolizados doce diferentes animales. Por el calendario cristiano éste es el año 2000; por el chino, es "El Año del Dragón".
Al igual que en determinadas zonas del Barrio de Santa Ana en Ciudad de Panamá y en la Segunda Calle de Dolores de la capital mexicana, entre las calles de Escobar a Galiano y de San José a Reina, en el actual municipio de Centro Habana, Cuba, desde finales del siglo XIX comenzaron a establecerse fuertes núcleos de inmigrantes chinos para con el tiempo crear lo que sería el barrio chino habanero. En los bien poblados "Chinatowns" desde Chile a Canadá, miles de estos leales trabajadores, hombres y mujeres obedientes, cumplidores de la ley y de gran espíritu de sacrificio, fueron creando prósperas comunidades en donde lograron mantener sus propias costumbres y creencias. Considerado en su tiempo el más populoso de América Latina, el barrio chino cubano tuvo su mayor período de auge y prosperidad entre 1940 y finales de los años 50. Para entonces los chinos en Cuba operaban hoteles, restaurantes y cafeterías en La Habana, abrían las puertas de un colegio chino en la calle Manrique al tiempo que se inauguraba una sucursal del Banco de China (Agencia de Nueva York) en la calle Amistad, con un fuerte capital de inversión. La comunidad china en la capital cubana publicaba tres periódicos diarios en su propio idioma; tenia varias salas de cine que exhibían películas chinas solamente; ya existía el Casino Chung Wah, el Colegio Shung Wah y la Clínica Benéfica Kow Kong, donde se les ofrecía servicios médicos a todos los chinos que se suscribieran a ella, así como el asilo de ancianos chinos en Jacomino, donde con fondos propios de la colonia china pasaban sus días de ancianidad los chinos menos afortunados sin que tuvieran que acudir a la caridad o beneficencia pública. Fondos chinos para entonces habían adquirido terrenos en el Reparto Vedado para su propio cementerio. Los chinos en Cuba también se organizaron por su profesión creando la Cámara de Comercio China en la Calzada de Reina; la Asociación de Dueños de Figones y Restaurantes Chinos en la Calle Salud; la Asociación de Trenes de Lavado; la Asociación de Puestos de Frutas; la Unión de Detallistas de Víveres y la Asociación de Agricultores en la calle San José. Entre sus organizaciones sociales y políticas se destacaban el Kuomintang y la Alianza Cultural de Obreros y Campesinos con locales en la Calle Zanja. Con el advenimiento de la revolución cubana en 1959, que parecía traer un nuevo soplo refrescante a la nación y abundancia para todos, también para los chinos en Cuba llegaron las confiscaciones de todas sus propiedades, los pequeños negocios de estos sacrificados inmigrantes que ya entonces se mezclaban con las diferentes razas de la isla en matrimonios y la procreación de descendientes chino-cubanos. Desde entonces el barrio chino fue deteriorándose, a principios de los años 90 sólo existían unos pocas cuadras de casas destartaladas o semidestruidas. De aquella en otros tiempos miniciudad asiática en pleno corazón de América sólo quedaban el centenario Casino Chung Wah, una farmacia con pocos recursos, dos deterioradas salas de cine y un periódico confeccionado manualmente. Desde 1994, y gracias al esfuerzo del recién creado Grupo Promotor del Barrio Chino de La Habana, cooperación de autoridades municipales y alguna ayuda de la Embajada China en La Habana, se han hecho esfuerzos por recuperar algo del esplendor del que un día fue el próspero y alegre "Chinatown" cubano. Después de algunos años se han abierto algunos restaurantes que sirven principalmente al sector turístico y donde han encontrado trabajo algunos descendientes de aquellos inmigrantes chinos que todavía quedan en la isla: 350 naturales y unos 3.200 de sus descendientes, según los datos de las autoridades cubanas y asociaciones chino-cubanas, esparcidos principalmente en las ciudades de La Habana, Santiago de Cuba y Cienfuegos. Hace unos meses, con dinero aportado por el gobierno chino y mano de obra cubana, se terminó de construir un pórtico que marca la entrada al barrio donde reside la mayoría de la comunidad asiática de la capital. El llamado "Pórtico de la Amistad" ha sido considerado el más grande de dos columnas de las dinastías Ming y Ching que se haya construido fuera de China, y se encuentra entre las intersecciones de las calles Dragones esquina a Amistad. Próximo al Capitolio habanero, es una puerta de 18,8 metros de ancho con 13 como máximo en su longitud superior y 6 metros de altura en su parte más baja; consta de dos columnas y tres techos, las primeras como las vigas principales son de estructura de hormigón armado con cubiertas ornamentales de granito y marmol. Los arcos superiores están hechos de madera preciosa, los techos con losas esmaltadas, traídas en su inmensa mayoría desde la República Comunista China. El sábado 19 de febrero, a las tres de la tarde en la Casa de Artes y Tradiciones, en Salud Nº 313 de la capital cubana, concluyeron los festejos de celebración del Nuevo Año Lunar chino, con un encuentro de sus descendientes en Cuba que contó con la cooperación de algunos viejos miembros (con promedio de edad de 79 años) pertenecientes al centenario Casino Chung Wah, que disertaron sobre el significado del Año del Dragón entre los habitantes del barrio chino de La Habana, un híbrido que aún sobrevive entre la desesperación y la esperanza aferrados a la legendaria paciencia proverbial china en espera de tiempos mejores.
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