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Jorge Gómez Jiménez |
El honrado Yago Riiinnnggg... riiinnnggg... —¿Aló? —Buenos días, soy la secretaria del Sr. Bracamonte, nuestro Gerente General, él desea hablar con el Sr. Rodríguez respecto de su solicitud de empleo. —¡Ah!, sí, habla con el Sr. Rodríguez. —Un momento, por favor, lo voy a comunicar con el Sr. Bracamonte. —... —¡Aló! ¿El Sr. Rodríguez? —Sí, ¿qué tal, Sr. Bracamonte? —Bien... bien, gracias. ¿Está siempre interesado en nuestra vacante? —¡Sí, claro! —Bien, ¿qué le parece si se incorpora a partir del lunes? —¡Sí! ...sí; pero... quisiera antes que me aclarara una duda... —¡Claro!, ¿de qué se trata? —Es..., bueno... Yo quisiera saber sobre sus "pecados" tributarios... —¿Pecados tributarios? ¡No! ¡No!, nosotros somos una empresa sana... no tenemos subterfugios de ninguna naturaleza; puede usted estar tranquilo pues reconocemos el ciento por ciento de los impuestos que nos corresponde pagar. —Bueno..., es que siempre hay algo, después aparece uno como responsable y... —¡No! Le repito, puede usted asumir el puesto con toda tranquilidad. —Pero... por ejemplo, ¡no recortan ustedes inventario? —No, nuestros inventarios reportados son los reales. —¡Vaya!, ¿me va a decir usted que no inflan los gastos con servicios o compras falsas? —No, todos nuestros gastos son reales y están amparados a facturas debidamente timbradas por la Administración Tributaria. —¿Y los ingresos? Siempre se depositan algunos en una cuenta bancaria especial, fuera de libros, ingresos percibidos sin extender facturas. —No, nuestras políticas son inflexibles en ese sentido, no nos interesa aprovecharnos de lo que no nos corresponde. —Pero... ¿quiere decir que ustedes reportan todo el impuesto sobre las ventas? —Sí, hombre, sí. —¿Y las importaciones? Ahí sí, todo el mundo importa con facturas con precios "subvaluados" para disminuir el costo. —Bueno, créalo, nosotros no lo hacemos. —¡Claro!, ahora resulta que tampoco "subfacturan" las exportaciones para disminuir las ventas reportadas. —Efectivamente, como le decía, somos contribuyentes sanos. —Pero..., ¿y los préstamos ficticios para justificar gastos por intereses?, ¿o la conformación de varias sociedades para que se cobren entre sí gastos o servicios con un recargo convenido?, ¿el cobro de faltantes a empleados?, ¿la extracción de utilidades aparentando remesas al exterior?, ¿la duplicación de formularios para ventas?, ¿la destrucción ficticia de mercadería?, ¿el...? —Ya veo que usted es incrédulo respecto de lo que le digo; mas yo se lo repito: somos una empresa sana en ese sentido y puede usted estar seguro de que... —Sí, claro... pero es que yo conozco al contribuyente, siempre hay algo, más bien, mucho... —No, en nuestro caso no. —Pues usted perdone, Sr. Bracamonte; pero, sinceramente, debe haber algo, en alguna parte..., tal vez sustituyen las declaraciones después de presentadas, pagan a empleados del fisco, hacen regalos... —Perdone, Sr. Rodríguez, comprendo su preocupación, tal vez su vasta experiencia le ha hecho tan descreído; pero nosotros... —No, Sr. Bracamonte, disculpe usted; pero no puedo creerle, no podría yo estar tranquilo, en alguna parte debe haber algo. —Pues yo lo invito a que se incorpore a nuestra planilla y así usted mismo podrá... —No, no, Sr. Bracamonte, debe haber algo..., debe haber algo... Siempre hay algo... —Pues, ¿qué puedo hacer para convencer a usted de que..? —No, no podrá, en ese caso prefiero dejar sin efecto mi solicitud... —¡Pero..! —Sr. Bracamonte, agradezco la oportunidad que me ofrece; pero prefiero la tranquilidad de saberlo, antes que la intranquilidad de no saber dónde se cuecen habas. —Entonces, ¿no acepta el trabajo? —No, le repito, no estaría tranquilo. Muchas gracias, Sr. Bracamonte, y disculpe la molestia. —¿..?
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