Poemas
Sergi Puertas
Afloración
Si
de repente
desde lo profundo
se nos aflojaran
a la piel
a las articulaciones
a la carne
todas las heridas
todas las amarguras
el dolor
a veces callado
otras vomitado a pozo ciego
mas siempre sufrido porque sí
no podríamos ya sentir
compasión
por
los tullidos
los mutilados
los leprosos
en ese nuevo mundo de
monstruosos nosotros todos
deformes y renqueantes
retorcidos hasta lo
imposible.
Magia
Los 20 aún no cumplidos
ambos sabíamos que no podía durar.
Entretanto:
robábamos lápices Parker granates y caros de los grandes almacenes
y las toallas de los hoteles
tomábamos de las bibliotecas
libros para jamás devolverlos
poniendo especial mimo en arruinar nuestras carreras
caíamos borrachos de sobredosis
de Procol Harum y Jack Kerouak
el mobiliario urbano
las cabinas de teléfonos
temblaban al acercarnos nosotros.
Una noche sacó de su bolsillo
unas pastillas blancas que depositó
junto a la botella de vino.
Matémonos dijo. Y supe que lo decía en serio.
Ambos sabíamos que no podía durar. Y no duró.
Partimos sin resentimiento.
Las pastillas blancas regresaron a su bolsillo
y él regresó adonde no sé dónde.
Un decenio después en un reencuentro casual en la calle Calabria
percibí en su apretón de manos afectuoso y frío
de aquella segunda y última partida
la infinita tristeza que ambos sentimos
ante nuestra ya definitiva discapacidad
para recuperar recrear tampoco
la magia ya para siempre perdida y casi también olvidada.
Sin receta
Estaban aquellas pastillas para el parkinson
llamadas Artane
que mezcladas con alcohol
producían alucinaciones
con particular fijación por los enanos de colores.
Estaba aquel spray contra dolores musculares
cuyo nombre no sabría deletrar 400 pesetas
retirado del mercado apenas semanas después
que inhalado producía una salvaje sacudida
en todo el sistema nervioso
seguida de agradable estupor indiferencia y otredad.
Catovit ingerido a puñados como estimulante
y otras píldoras de las más diversas formas y colores
completaban el elenco de antídotos
contra una juventud
que nos fue también entregada
sin diagnóstico
sin receta
y atiborrada de contraindicaciones.
La escena
La escena la protagonizan
muy a menudo
dos
y tiene lugar
en público.
A la escena se la anuncia siempre
con un grito
que convoca la mirada
de peatones y de comensales y de curiosos.
A veces
uno de sus protagonistas
toma
de pronto
conciencia de la escena;
baja
la voz
hasta hacerla casi
inaudible
murmura
entre dientes.
suplica exige al otro
se ponga fin de a la escena.
Otras
ambos gritan
a voz en cuello
ausentes del mundo en su aullante duelo.
Hay que estar atentos:
no se anuncia jamás la función
es gratuita
tiene lugar en los lugares más variopintos
se mira siempre de reojo nunca de frente
termina abruptamente
a su fin no se permite aplaudir.
La escena es en fin un espectáculo único
donde los actores raramente disfrutan
—aunque creedme se dan casos—
muy al contrario que el público
quien marcha siempre a casa satisfecho
y equipado con una sonrisa que tardará
y tardará
y tardará
en
desvanecerse.
Desidia blues
Debo irme
Me esperan
Sí, ahora
Ved cómo me levanto del sofá
y marcho
Cómo me
No
Estoy aún sentado
Me terminaré el cigarrillo
Luego me pondré en pie
y marcharé
Me esperan
un momento de nada
apenas un momen
Creo que estoy
aquí sentado aún
Llego tarde ya
Resulta vergonzoso
verme aquí no hacer nada
Otro cigarrillo
Dónde he puesto el encend
¿Sentado aún? Sí, Sentado aún
Me levantaría mas temo me fallen las fuerzas
Como no me levanto, no hay forma de comprobarlo
Otro cigarrillo ayudará
Sí, es seguro
Una calada y expulso el hu
Llego ya muy tarde
Pronto marcharé
Podría levantarme ahora si quisiera
Y quiero
Pero no puedo.
Me parece estar sintiendo algo
No es flaqueza, tristeza tampoco
Es más bien miedo inconcreto como
Me esperan.
Tarde.
Cigarrillo. Otro.
Fuerzas.
Levantarme. Quiero. ¿Puedo?
Miedo.
Programador
Abominable como te digo:
Desguazando encajando aquellas tarjetas de silicona puta
que me herían las yemas de los dedos
y aquellas diez mil líneas de código binario bíblico
tulléndome la yema del cerebro.
De programador no creí poder ir a peor
pero ya me ves: Maestro.
Ayer progamando ordenadores. Hoy niños.
Más ruin es que ya ni se puede vamos o sea horroroso ya te digo.
Costa
Muy temprano en la mañana
me acerco a la costa.
Los peces se arremolinan allí por cientos.
Las gaviotas descienden y les dan muerte.
Sobre las 9:00 regreso al centro:
Multitudes desfilan a sus empleos.
Al dia siguiente regreso a la costa.
Los peces se arremolinan allí por cientos.
Las gaviotas descienden y les dan muerte.
¿Por qué insisten en volver los peces?
Presa de incomprensión regreso al centro:
Multitudes siguen desfilando a sus empleos.
Enseñanza
La enseñanza oficial
más adelante pude darme cuenta de ello
se reducía a aprender
una breve serie de ideas importantes
que a aquella edad a ninguno nos importaban
y una eterna serie de ideas estúpidas
que como loros patanes asimilamos espasmódicamente.
Todo esto por propia iniciativa —no oficial—
lo aprendí en años posteriores
al igual que tantas otras cosas absurdas e inútiles que
tampoco
me sirvieron
jamás
para nada.
Demiurgo
Si tiro mi colilla
mi colilla desalojará un espacio
de atmósfera concreto
donde caiga
y molecularmente
por acción de mi tiro
aquel espacio jamás será ya el mismo.
Si pulso la pared apoyando mi mano en ella
mi mano exterminará vida
reordenará el polvo en ella
allá donde me apoye
geografía
biología
jamás serán ya los mismos.
Si bebo agua
el agua por mi bebida
ya bien asimilada por mi organismo
o soezmente evacuada
de mis tripas imposibles
jamás será ya tampoco
la misma.
Así es
y a más no aspiro:
Te guste o no
con actos minúsculos
y acciones tan inconscientes como significativas
mis manos cuerpo vida
remodelan y reorganizan
día a día
completamente
tu universo.
Vacaciones (Stranger in strange land)
Estoy tan solo que temo por mi alma
mi cordura.
Hace días que no hablo. No me hablan:
Gesticulo y señalo frente a las cartas de los restaurantes.
En 5 días
sólo 2 camellos (¿Quiere haxis primo?)
y 1 prostituta (Speak english? Make love?)
se han dirigido a mí. Querían, claro, mi dinero.
Soy invisible para el resto.
Ando calles que no entiendo
fumando y sudando y jadeando sin rumbo.
¿Qué vine a buscar aquí? Lo he olvidado.
¿Qué obtuve? Lo que merezco.
Ya no comprendo ni soporto
tranvías fachadas monumentos.
Desfallezco. Me siento.
¿Qué quiero?
Me quedaré muy quieto.