
Borges, la reinvención de la literatura
Julio Premat
Ensayo
Ediciones Paidós
Buenos Aires (Argentina), 2022
ISBN: 978-950-12-0461-2
304 páginas
Sitiar a Borges
“La revisión permanente a la que Borges somete sus textos. Insisto en la palabra somete porque esos textos de alguna manera están constantemente violentados por ese lector que es Borges: revisar; esa revisión continua de los textos de Borges es un trabajo que no se ha hecho todavía…”.
Enrique Pezzoni1
Sobre Borges y su obra todo parece haberse escrito. Sin embargo, en la matriz fundante y dinámica de sus textos, algo del orden de lo inacabado, de lo que solicita relectura y reescritura, impulsa a volver la mirada allí, donde respira la zona más inquietante de la literatura argentina.
Volver, como hace Premat en su Borges, para situarlo o, tal vez, sitiarlo: merodear lo leído para encontrarle nuevo sitio en la perspectiva del siglo XXI, reescribirlo desde otro lugar para aproximarse a su escritura movible, escurridiza. Sitiar a Borges como empresa imposible, pero fascinante, parece ser la invitación crítica. Desandar la propuesta de Pezzoni, sometiendo los textos de Borges a una lectura que desea abordar una obra que escamotea toda afirmación definitiva. Esa es la tarea que asume Premat en un impecable trabajo de aproximación crítica.
Desde la introducción, el despliegue de algunas hipótesis de lectura avanza en ese acercamiento: la radicalidad sobre la originalidad en la que Borges se parapeta para discutir la noción de autor y de texto, la mirada crítica sobre el arte en general, las paradójicas herencias culturales y los linajes familiares como material literario, la interrogación sobre la producción desde las orillas de la cultura occidental. Pero también, y aquí la primera afirmación que se constituye en gesto crítico de la operación de sitiar a Borges, Premat señala a Proust y a Kafka, junto a Borges, como hacedores de las invenciones más brillantes de la literatura del siglo XX: lo que en el francés fue convertir su biografía hacia la muerte en novela y en el checo una inacabada escritura de la subordinación al infinito, en el argentino será la invención del “sur”, de una ciudad y de él mismo como autor de ese universo de libros imaginarios que componen un ilusorio Libro Total. Tres invenciones que disparan la producción literaria del mundo y del siglo hacia nuevos horizontes: lo proustiano, lo kafkiano, lo borgeano.
Invenciones
Inventar un Buenos Aires y un escritor que escriba esa invención es una tarea inusitada. Premat agrega, al arsenal que el joven Borges trae desde Europa —vanguardias poéticas, Valéry, Assens—, dos nombres que su escritura transforma en productivos símbolos de lo que quiere configurar: Carriego (el suburbio como referencia) y Macedonio Fernández (la nadería de la personalidad, el cruce de filosofía, humor y literatura). A eso sumará la filiación desde la saga familiar: los dos linajes, al decir de Piglia, con sus héroes épicos y literarios. el sur, como zona del espacio y el tiempo de la escritura borgeana, obedece las reglas de su creador y dice, a partir de la poesía y el ensayo, una palabra nueva desde la orilla occidental.
Hacia fines de los treinta Borges tiene un accidente que lo lleva a un sanatorio; el hecho da origen al cuento “El sur”, según la propia versión del autor en el prólogo de Ficciones. Premat desconfía. El inicio de la narrativa borgeana, insinúa, podría deberse a otro acontecimiento biográfico: la muerte del padre, ocurrida en esos años. La perspectiva psicoanalítica ayuda a profundizar la hipótesis: la muerte del padre, el accidente como castigo edípico, la liberación que el accidente significa como liberación del magisterio de un padre escritor y la culpa sentida por su muerte.
Quien se inventa como escritor de una ciudad en el sur de Occidente se reinventa ahora como cuentista.
Así, quien se inventa como escritor de una ciudad en el sur de Occidente se reinventa ahora como cuentista. Pero no escribe lo que la tradición sugería en esos años ni lo que el mandato cultural entendía como una adecuada narración. Escribe “Pierre Menard, autor del Quijote”, buscando lo que el crítico llama “la voz definitiva, el escritor que se encuentra a sí mismo”.2
Pierre Menard plantea, desde el análisis que propone Premat, que reescribir nunca es una reproducción respetuosa, que la escritura de Menard socava las formas habituales del pensamiento y los paradigmas epistemológicos respetados, que trabajar lo fantástico puede no tener relación con lo sobrenatural sino con la descripción de un imposible (por ejemplo: escribir lo que ya está escrito). Acierta Premat cuando recuerda el comentario de Foucault: “Borges plantea la imposibilidad de pensar esto”3 porque ese registro de lo imposible atraviesa la obra del autor de El Aleph. Desde Pierre Menard vislumbramos, como lectores, otro imposible: “Un escritor puede reescribir un clásico, siendo un autor marginal, que incluso lo puede escribir mejor”.4
La idea del texto inconcluso como valor se vigoriza, en verdad, desde Pierre Menard. En la matriz de la nueva concepción, además de la noción del lenguaje como tejido donde se disipa y revierte la figura del autor en su omnipresencia, aparece la apertura textual bajo la forma incompleta, necesariamente abierta cuando no fragmentaria, de lo inconcluso del texto, que reclama ser reescrito. Este deslizamiento del paradigma tradicional de obra/decodificación analítica a texto/diseminación de lo escribible, desencadena en una trama que adquiere otro cuerpo, otro movimiento, otro espesor.
En este sentido subraya Premat que “la técnica del anacronismo deliberado y las atribuciones erróneas” que postula Borges configura una nueva escritura, al anular la identidad estable del autor y dispersar la serie cronológica. Y concluye: “La literatura es un espacio curvo en el que las relaciones más inesperadas y paradójicas son posibles”.5
Una de esas relaciones, “inesperada y paradójica”, es el universo de Tlön:6 la invención (otra vez la invención radical) de un mundo virtual desde el espacio de una enciclopedia apócrifa. Un universo literario. Si Pierre Menard puso en circulación la lectura como reescritura, el cosmos tlöniano postula la noción del libro como eje de innumerables relaciones y como territorio en el que la escritura puede reemplazar a la realidad, como se puede leer en el inquietante final del cuento.
Releyendo lo que “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” insinúa y expone, Premat dice:
La interpretación más evidente del cuento, la que supone que Tlön es una imagen deformada de nuestro propio mundo, en vez de proponer una explicación tranquilizadora, agrava, al contrario, su dimensión inquietante. Nuestro mundo, aunque no lo sepamos, ya es un mundo de delirio totalitario, una ficción de pesadilla.7
Ese escenario paradojal, que desde la perspectiva de Premat es el mecanismo sobre el que gravita toda la escritura borgeana, cobra productividad cuando la narrativa avanza hacia lo biográfico, que nunca es, para Borges, una acumulación lógica sino (nuevamente) una paradoja, un juego de contrarios, como en el caso de Dahlmann, entre el criollismo y el romanticismo alemán.8 Esta cuestión cifra y expande su sentido en “Historia del guerrero y la cautiva”,9 al contraponer y cruzar civilización y barbarie; en “Funes el memorioso”, donde la memoria absoluta es perturbada por el destino, o en “El milagro secreto”,10 que tensiona el tiempo cotidiano con el tiempo creativo. En estos textos y muchos otros Borges reescribe la historia universal, sacude sus perfiles de certeza y referencia, somete toda afirmación sobre el pasado desde una formulación narrativa que la disuelve y altera o invierte sus sentidos, como en “Tema del traidor y del héroe”.11
Las últimas operaciones paradojales de Borges se pueden rastrear, nos recuerda Premat, a partir de El hacedor.
El ombligo, la traición, lo ineluctable
Las últimas operaciones paradojales de Borges se pueden rastrear, nos recuerda Premat, a partir de El hacedor. La ceguera, como tema del “Poema de los dones” (“Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez / los libros y la noche”)12 y el desdoblamiento, como deconstrucción del concepto de sujeto único, tal como se deja leer en “Borges y yo”13 (“No sé cuál de los dos escribe esta página”).
Contenidas y cobijadas en ese mecanismo permanente de tensionar los opuestos y resemantizar no sólo las nociones del arte y la cultura sino también los datos y las significaciones del pasado histórico y literario, se inscribe lo que Premat subraya hacia el final de su trabajo:
Borges funda una tradición porque, desde la biblioteca, la dinamita y la niega. Borges es ese autor cada vez más subversivo. Si se dijo: Borges traduce la tradición, deberíamos decir, a partir de lecturas como las de Piglia o Pezzoni, Borges traiciona la tradición.14
El subrayado de Premat, en este sentido, es atendible. Volviendo a su perspectiva psicoanalítica, entiende que la referencia de Borges al “ombligo de Adán”, en “La creación y P. H. Gosse” indica lo que Freud llamó “lo ininterpretable del sueño”, que en la producción de Borges será comienzo y expansión de todas sus creaciones y obsesiones. En ese mismo texto, por ejemplo, dispara la posibilidad de entender el mundo como eterno o, como supone Russell, “creado hace pocos minutos, provisto de una humanidad que recuerda un pasado ilusorio”.15
Es la misma perspectiva que elige para cerrar su análisis cuando advierte que Borges se enfrenta a lo ineluctable (la noción de lo real en los escritos de Lacan) en “Nueva refutación del tiempo”, ese texto singular y estremecedor:
No es la fatalidad de lo que se trata, figura mítica que también interviene en sus ficciones, ni tampoco de la tramposa expansión de la determinación mágica del origen; es algo exterior a la ficción, algo indecible, inalcanzable, pero activo —como lo real en la visión del psicoanálisis lacaniano. Por supuesto, la literatura propone, de la mano de Borges, una revisión o apertura del sentido de la historia, una discusión de sus verdades, pero no del suceder en sí.16
Por eso el libro de Premat termina con la cita de “Nueva refutación del tiempo” (“El mundo, desgraciadamente es real; yo, desgraciadamente, soy Borges”), dejándole a la palabra del mismo Borges, creador de universos imaginarios, escritor jamás sitiado, la referencia final de lo ineluctable.
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Notas
- Annick, Louis (compilador): Enrique Pezzoni, lector de Borges. Buenos Aires, Sudamericana, 1999.
- Premat, Julio: Borges, la reinvención de la literatura. Buenos Aires, Paidós, 2022. Pág. 71.
- Foucault, Michel: Las palabras y las cosas, México, Siglo XXI, 1968.
- Premat, Julio: op. cit. Pág. 88.
- Premat, Julio: op. cit. Pág. 93.
- Borges, Jorge Luis: “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”, en Ficciones, 1944.
- Premat, Julio: op. cit. Pág. 285.
- Borges, Jorge Luis: “El sur”, en Ficciones, 1944.
- Borges, Jorge Luis: “Historia del guerrero y la cautiva”, en El Aleph, 1949.
- Borges, Jorge Luis: “Funes el memorioso” y “El milagro secreto”, en Ficciones, 1944.
- Borges, Jorge Luis: “Tema del traidor y del héroe”, en Ficciones, 1944.
- Borges, Jorge Luis: “Poema de los dones”, en El hacedor, 1960.
- Borges, Jorge Luis: “Borges y yo”, en El hacedor, 1960.
- Premat, Julio: op. cit. Pág. 239.
- Borges, Jorge Luis: “La creación y P. H. Gosse”, en Otras inquisiciones, 1952.
- Premat, Julio: op. cit. Pág. 292.