salud mental
ruego que matemos de cuando en cuando
a una mosca, un mosquito,
con alevosía, premeditación y ventaja
que matemos a una araña o una hormiga
me arrodillo, lo suplico y nos deseo
desde el fondo de esta cima
que matemos a un sapo, a una avispa
o un ladrón (me corrijo: o un ratón)
y que gocemos sin culpa, sin volver los ojos
de esa sangre, de esos gritos,
de estas des-mem-bra-cio-nes,
de cada asesinato planeado, improvisado
de cuando en cuando urjo un esfuerzo
y nos hagamos este favor,
este bien para así luego no volvernos locos
y odiar (odiarnos) menos
para respirar y poder mantenernos a flote,
contener nuestro amor,
las ganas enormes reprimir de hacer magia,
de querer o hacer desaparecer
propongo, recomiendo irnos de caza (y de casa)
para esta necedad saciar, esta necesidad
y no caer en la tentación
y el homicidio así evitar, el suicidio
del deporte de vivir
el problema es que sólo se ve después
cuando debimos haber visto antes,
cuando orgía,
perdón, cuando urgía haber visto antes
o, a más tardar,
justo a tiempo para actuar o reaccionar,
para ser un responsable púgil o corregir,
para acaso la chance darnos
de vernos con menos asco al espejo,
con más pena,
o para así acaso poder justificar
el orgullo inverosímil de los pueblos,
de los abuelos y dar sentido a su paso,
a su merecido ocaso
“tienes tiempo”, al recibir el balón,
le gritan los compañeros,
pero el buen futbolista ya lo sabía,
él ya había visto antes
y calculó que tendría espacio,
que tendría tiempo después
para reconciliarse con el esférico
y protegerlo y avanzarlo,
o potenciarlo y embellecerlo
y así no quedar tan mal
el problema es que hay pocos buenos futbolistas,
muy pocos profesionales
y una serie de amateurs: infinita
como la mala fe,
como el número pi
o la biblioteca fantástica de Borges
menos alentador
(demos gracias al humor, al licor, al amor)
es que no todos vemos después
encore:
del movimiento literario más antiguo
pero siempre a la moda,
menos trivial y más original
trataré en otra ocasión: del hijueputismo
mientras tanto brindemos
y tratemos como buenos cristianos
de no pegarnos un tiro en la sien
del verbo y su importancia
o la cagas hoy, o mañana, si es que no la has cagado ya
y te limpias o te lavas o disimulas
y listo, colorín colorado
y vuelves, entonces, con más o menos ganas
a conjugar en el indicativo o subjuntivo
(cuestión de preferencia)
susodicho verbo
y te persignas o te entrecruzas los dedos:
rezas para cagar más al prójimo esta vez (si eres un hijueputa)
o para cagarte menos en tu persona (si estimas
al medio ambiente: conservar agua, usar menos papel, etcétera)
y listo, otra vez:
el famoso eterno retorno de nietzsche
explicado con lujo de detalles
así que hágame el santísimo favor
de no venirme con necedades y boludeces:
métase el verbo amar por donde le quepa
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