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Tres poemas de Ana María Fuster Lavín

miércoles 19 de enero de 2022
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Tregua para despedirme
[2020]

mi versión para las despedidas
son los diarios robados al duelo
son aquellos pétalos deshojados en la bahía
o pisadas sin destino sin vientre sin isla
tan sólo relleno para la fragilidad de lo olvidado

¿cómo morir si la memoria no despierta?

habito en una marejada de abismos
libero despedidas hasta enmudecer
mientras deambulo con la mirada perdida
y un poema de cenizas incrustado en la piel
quizá mi muerte sea una versión
………………………………para amar al silencio

 

La marejada

la marejada grita

arrojo mi última botella
en su interior el duelo de un poema invisible
como la depresión de la palabra natimuerta
como los fantasmas que emigraron hambrientos
pero me reservo mi último verso

la marejada me embriaga

mi niño logró escapar a tiempo
en cambio, yo
me aferré a demasiados atardeceres
ahora,
la soledad me arroja a la espuma
el recuerdo de las calles es un eco doloroso
aun así vencí al viento y a la lluvia
finalmente,
me dejo llevar al mar sobre un espejo

la marejada me devora

aquí, en silencio, naufrago
observo un corcho flotando sobre mis versos
a lo lejos mi isla de humo pare su última muerte
mientras llevo mi epitafio tatuado en las manos
quizá la palabra es lo único que existe
………y todo fue un largo insomnio a la deriva

 

Amor en tiempos de pandemia

Te busco,
verso posibilidades para nuestra sed
aunque los puentes desquebrajados de la humanidad
impidan el paso de mis desordenadas manos
y sólo un verso sea capaz de desnudarme
ante ti, ante tu mirada perdida, ante tu grito distante
ante el eco de tus colores y tus cómplices sonrisas
te beso desde la cuarentena de mi espejo
y sé que me buscas también.

Me buscas
pintas laberintos para nuestra locura
esa provocada por el no estar, pero estamos,
aunque los pasados difuminan las señales
y no es la distancia de la piel
ni nuestros gemidos que aún no se sudan
es la certeza de este océano que nos habita
zigzagueante, a veces distraído, pero nuestro,
como el salitre que acaricia nuestras pisadas
y sabes que te busco también.

Nos buscamos
en cada surco anónimo del pasado
aunque las cicatrices intenten vestirnos de miedo
sólo son otredades superfluas peregrinando el humo;
repito, nos buscamos,
desde este cautiverio pandémico
me disfrazo de ti, tú de mí:
mientras me besas desde tu lado del cristal
y las palabras palpitan tu destino en mí,
mientras susurro hechizos a tu oído
y tus trazos serpentean mi caricia más profunda en ti
tú allí, yo acá,
despojados de fantasmas, nos pensamos
desnudos, nos manamos caóticos
silentes gemidos húmedos de lenguas
ansiosos desde la soledad de los cuerpos vívidos
como el trayecto libre que el deseo concede.

Nos encontramos
en una tregua del claustro viral
y tus ojos aúllan el calor de mi gruta
sutilmente mis manos sobre tu espalda endurecen tus verbos
sílaba a sílaba tu boca descubre mis subterráneos labios
nos habitamos de nosotros en un clandestino vaivén
de colmada sed, infinita sed, delirante sed
juntos somos espirales palpitantes, termales malabaristas
caracoleo tus detonaciones, impregnándote de mis vértigos
como este río que nos quema con sólo escribirnos
hasta dormirnos sudorosos en esta pequeña ventana de alas
mientras te busco, mientras me buscas.

Ana María Fuster Lavín

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