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El don del alabado, de Leopoldo Castilla
La palabra azorada

sábado 28 de marzo de 2020
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“El don del alabado”, de Leopoldo Castilla
El don del alabado, de Leopoldo Castilla (Nudista, 2019).

El don del alabado
Leopoldo Castilla
Poesía
Editorial Nudista
Río Tercero, Córdoba (Argentina), 2019
ISBN: 9789871959990
130 páginas

“Esta región, amigos,
hace como mil años que me da su silencio,
y hace apenas cuarenta
que yo soy su latido y soy su piedra,
y soy su sombra olvidadiza y pura”

Manuel J. Castilla

Si toda poesía es conmoción, la palabra de Leopoldo Castilla ha venido a turbar la escritura poética que conocimos; es la palabra azorada que inquieta el instante y la permanencia, desde el fondo de una tradición familiar y cultural, ha construido una poética que recoge esos pliegues para hacerse cósmica y carnal a la vez.

Un libro que vio la luz en estos meses, de ejemplar excelencia en su concepto editorial, se abre a nuestro asombro: El don del alabado, de la editorial riotercerense Nudista, que recorre con el “Teuco” Castilla la Casa del Alabado, en el Museo de Arte Precolombino de Quito, sitio singular de la memoria americana y territorio especialísimo para la mirada y la escritura en esplendor del poeta, quien reconoce haberse visto “asaltado por la potencia de esas formas, unas hechas con la intensa suavidad de la arcilla, otras casi abstractas en la piedra, cargadas de un enigmático futuro”.1

Castilla formula una percepción poética que recorre su incansable interrogación sobre el tiempo y el espacio.

Como un recorrido por la Casa, las fotos, de magnífica calidad, van desplegándose junto a los poemas que dicen más allá y más acá de las imágenes: se propagan volúmenes, formas y sentidos; la palabra en transparencia de Castilla se deja atravesar por los tiempos iniciales y en el mismo gesto se dispara al infinito, cada poema es una música arrojada a un cosmos donde el vacío hospeda y desfonda.

Un espejo de obsidiana (500 años a.C.-1530 d.C.), ese vidrio oscuro que insinúa presencia pero cobija ausencia, es la memoria última del milenario vómito del volcán, es el “sol ciego”, el “ojo del cosmos”: donde se aloja y se abisma el ser:

Ese fue y será tu lugar
Una negrura
………..hendida
………………….por tu transparencia.
Eres el ojo del cosmos
por donde te miras.
Igual que un camafeo
el espejo de obsidiana
………………….guarda tu rostro
………………….pero refleja tu ausencia.2

“El don del alabado”, de Leopoldo Castilla

Una intuición que la palabra vuelve concepción distinta del tiempo, una noción sensibilísima que tensiona las nociones del saber científico y sacude los pareceres del sentido común late en la poética del escritor salteño. No hay explicación ni dilucidación, no hay tampoco atajos metafóricos: Castilla formula una percepción poética que recorre su incansable interrogación sobre el tiempo y el espacio y se aproxima, en su completo decir y en este libro en particular, a la idea, simbólica y existencial, del tiempo desamarrado de pasados, presentes y futuros, al tiempo que desmembra en un solo gesto la inmensidad que fue y el infinito que sobrevendrá: un universo circular, el inconcebible cosmos donde presencia y ausencia, otra vez, se configuran como juegos de espejos del absoluto que la palabra intenta, infructuosamente, nombrar:

Hace 4.000 años que desde el futuro
nos observa
este ser absoluto,
esta cerradura de la biología.3

“El don del alabado”, de Leopoldo Castilla

La figura del Absoluto (monolito de 4000 a.C.-1500 a.C.) dice sin decir la presencia del ojo del cosmos que nos mira desde un tiempo que, sin embargo, adviene, que acaece, pero como ausencia:

un tótem erigido
con las cenizas del último día.4

Esta noción del tiempo que deja su simple circularidad para tornarse esférico, que rota y traslada lo que fue, es y será en un tiempo mítico, alucinado entre la destrucción y la creación permanentes, acerca la perspectiva poética de Castilla a las mitologías precolombinas (que se afirman en esa vacilación cósmica entre aparición y desvanecimiento) y se deja atravesar por el aliento nerudiano del Canto general, por el exquisito tono musical de su padre, Manuel Castilla, pero más aún por la mirada poético-filosófica de Octavio Paz en Piedra de sol, donde curiosamente la palabra viene a expandir y actualizar los sentidos de una milenaria obra de la cultura azteca, el calendario, cifra de la concepción cósmica y temporal de aquella civilización instalada en el pasado y, sugiere poéticamente Paz, en el futuro. Como en el libro presente, donde el museo, la Casa del Alabado, es la morada del lenguaje, el tierno recibimiento a una poesía tan presente como cargada de porvenir:

Ese hombre ya se ha ido.
Pero sigue aquí,
compasivo,
sintiéndonos,
como si hubiera aprendido
a sonreír en la muerte.5

El espacio para Castilla es, en el fondo que se desfonda, ausencia.

El libro cobija un poema esencial, tejido con la misma palabra luminosa de todos los otros, pero que logra condensar la mirada que Castilla despliega en todo el libro y, quizás, de toda su obra. Una poesía breve y enorme, disparada al cosmos desde el centro de un lenguaje que parece haber encontrado aquí, precisamente en este texto, el equilibrio entre la celebración de la energía creativa del universo y la compasión por el vacío que la abisma, que precede y sucede a esa evanescencia. Testimonio a la vez material, visceral, mágico y astral de lo que conmueve los sentidos, para ser celebrado y lo que se disemina en sombras, en el tiempo que vuelve desde la nada para parir un hueco, un eco, un silencio…

“El don del alabado”, de Leopoldo Castilla

El parto

Va a dar a luz el hueco
que es su hijo.
Y no quiere salir,
perdió su lugar a cielo abierto.
Él ya estuvo allí
sin saber quién era
hasta que lo envolvieron
con el cuerpo de su madre
como al nido
………………….de un eco.
No suena el grito de la mujer.
La fecundó el espacio
y parirá silencio.
Llama a los dioses,
pero los dioses no tienen dónde.
Como ella,
como ellos,
de vacío a vacío
………………….se engendra
………………….y desengendra el universo.

La angustia tiene el nombre del vacío. Es, como bien dice Ivonne Bordelois, “una angustia crepuscular, de un crepúsculo sin dioses”.6 La colisión del instante de la plenitud vital, convertido por Castilla en destello luminoso del universo (“va a dar a luz”) con el abismo del hueco, del grito ahogado de la figura a la que remite el poema (de 750 a.C.), que engendra silencio porque ha sido fecundada por el espacio, y el espacio para Castilla es, en el fondo que se desfonda, ausencia. El llamado a los dioses, esa apelación fascinante al sentido de la palabra poética, se expande sin sonidos en un cosmos sin dioses. La poesía es, entonces, ese grito íntimo y colosal, ese desgarro para parir vacíos, el último gesto posible de la mujer, y del hombre, para fundar el ser desde el lenguaje. Como dice bellamente Bordelois:

un sesgo cósmico, el ademán que representa la audacia de la aventura humana, el crecimiento frente a lo nuevo, la irrupción en lo desconocido, la gestación de la alabanza titánica que no esquiva las miserias de la historia pero las somete al contraluz de un universo en desenvolvimiento que espera y exige nuestra continua resurrección.7

Leopoldo Castilla ha recorrido las figuras que sostienen el grito desde esa inmensidad indecible.

La voz milenaria que amasa como una preciosa cerámica la poesía de Castilla adquiere la forma sin forma y el aliento vital del grito. Toda la voz entera y muda del pasado, que está adelante, porque se ve, apela al oyente silencioso y sordo que aguarda en el futuro, detrás de sí, detrás de la historia, porque no se ve.

A qué inmensidad
…………………………..altísima y perdida
clama
…………la inmensidad de sí mismo.8

“El don del alabado”, de Leopoldo Castilla

Leopoldo Castilla ha recorrido las figuras que sostienen el grito desde esa inmensidad indecible. En la América que es suya, ha prestado oídos a ese desgarro milenario y cósmico. Ha recorrido los mundos otros, y ha mirado, desde su lengua, el mismo grito, el mismo eco sordo del vacío: donde los dioses no tienen dónde. Por eso sigue convirtiendo su propia poesía en grito azorado y firme, que clama por el hombre ante el abismo sin fin de su destino.

 

Leopoldo Castilla
Fotografía: El Tribuno

Leopoldo Castilla

Poeta y narrador, Leopoldo Teuco Castilla (Salta, Argentina, 1947) es hijo del poeta salteño Manuel J. Castilla. Premio Konex 2014, Premio Literario Academia Argentina de Letras 2016, Premio de Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2000) y Gran Premio de Honor de la Fundación Argentina para la Poesía (2018). Su poesía ha sido traducida al inglés, francés, italiano, sueco, portugués y ruso.

 

Libros de poesía

  • El don del alabado, Río Tercero, Córdoba, Nudista, 2019.
  • Baltasar, Córdoba, Río Tercero, Córdoba, Nudista, 2018.
  • La insolazone (antología poética), Rimini, Italia, Raffaelli Editore, 2018.
  • La tienda de los milagros (antología personal), La Paz, Bolivia, Plural, 2017.
  • Ngorongoro, Río Tercero, Córdoba, Nudista, 2017.
  • Era el único planeta que cantaba (antología poética), Madrid, Visor, 2016.
  • Nacer incendia (antología poética), Lima, Summa, 2016.
  • Viento caribe, Petróleos de Venezuela, Petrocaribe y Editorial Tesalia, Caracas, 2015, traducido al inglés por Lorena Wolfman y al francés por Stephane Chaumet; Río Tercero, Córdoba, Nudista, 2016.
  • El cantar del Catatumbo, Buenos Aires, Desde la Gente, 2014.
  • Tiempos de Europa, Buenos Aires, El Suri Porfiado, 2014.
  • Gong (canto al Asia), Buenos Aires, La Letra Impar, 2012.
  • Anzoología, Santiago del Estero, Secretaría de Cultura, 2012; Río Tercero, Córdoba, Nudista, 2016.
  • Guarán, Salta, Ediciones Cornejo Aráoz, 2012.
  • Coirón, Buenos Aires, Ediciones del Zorrito, 2011.
  • Manada, Buenos Aires, El Mono Armado, 2009; París, Al Manar, 2015.
  • Le voleur de tombes, París, L’Oreill du Loup, 2009.
  • Antología poética, Caracas, Monte Ávila, 2008.
  • El amanecido, Buenos Aires, El Mono Armado, 2005.
  • Bambú, Buenos Aires, El Mono Armado, 2004.
  • Línea de fuga, Buenos Aires, El Mono Armado, 2004.
  • Libro de Egipto, Buenos Aires, Último Reino, 2003.
  • Nunca, Buenos Aires, Último Reino, 2002.
  • Antología poética, Buenos Aires, Fondo Nacional de las Artes, 2001.
  • El árbol de la copla, Buenos Aires, Ediciones del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, 1999.
  • Baniano, Madrid, Verbum, 1991.
  • Poesía argentina actual (compilador), Estocolmo, Siesta, 1988.
  • Nueva poesía argentina (compilador), Madrid, Hiperión, 1987.
  • Teorema natural, Madrid, Hiperión, 1985; Buenos Aires, Hilos Editora, 2013.
  • Campo de prueba, Buenos Aires, Libros de Tierra Firme, 1985.
  • Versión de la materia, Madrid, Editorial Estaciones, 1982.
  • Generación terrestre, Salta, Dirección de Cultura, 1974.
  • La lámpara en la lluvia, Salta, edición de autor, 1971.
  • El espejo de fuego, Salta, edición de autor, 1968.

Sergio G. Colautti

Notas

  1. Castilla, Leopoldo, El don del alabado, Editorial Nudista, Río Tercero, Córdoba, 2019. Contratapa.
  2. Castilla, Leopoldo, op. cit. “El espejo de obsidiana. Pág. 45.
  3. Castilla, Leopoldo, op. cit. “El Absoluto”. Pág. 13.
  4. Castilla, Leopoldo, op. cit. “El Absoluto”. Pág. 13.
  5. Castilla, Leopoldo, op. cit. “El regresante”. Pág. 69.
  6. Bordelois, Ivonne, “Un poeta de verdad”. Revista Literariedad. Colombia, noviembre de 2018.
  7. Bordelois, Ivonne, op. cit.
  8. Castilla, Leopoldo, op. cit. “El grito. Pág. 33.
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