Este es el quinto grupo de esta serie que tiene un alto valor emocional para aquel pueblo que fue diezmado de manera inmisericorde por el increíble y devastador terror hitleriano, e inmediatamente sería seguido por el estalinismo más atroz y que, en cierta medida, recuperaba lo más vergonzoso de los pogromos zaristas, y a los que seguirían los de la victoriosa Revolución de Octubre de 1917 con ese trío que nadie debería olvidar por el daño que su locura y sus ansias de poder provocaron en la humanidad: Lenin-Trotsky-Stalin. Pero volvamos a los sellos que sobre las herencias judías realiza el Servicio Postal de Hungría.
La sinagoga de Györ estaba compuesta por un complejo escolar y una casa de oración que diseñó el arquitecto Károly Benkó.
Se trata de dos hojitas dedicadas a las sinagogas de Györ (210 florines húngaros) y Pécs (235 florines húngaros). Se han impreso en pliegos de cincuenta ejemplares y doscientas mil series completas. Los diseños son de Peter Nagy y las fotos de István Nagy y Lajos Kalmar, y su uso postal comenzó el 5 de septiembre de 2017.
La sinagoga de Györ estaba compuesta por un complejo escolar y una casa de oración que diseñó el arquitecto Károly Benkó; la escuela fue abierta en 1869 y lo que se convertiría en sinagoga funcionó inicialmente como una escuela-taller en 1870. Fue uno de los primeros ejemplos del movimiento neológico en su estilo de construcción, inspirado después en el historicismo de secesión que acabaría sirviendo de modelo para infinidad de sinagogas en diferentes ciudades; fue el arquetipo de construcción que daba cabida a una gran cantidad de personas en las áreas urbanas.
Györ es una zona de Hungría donde confluyen tres ríos: Raba, Rabca y Mosoni; tiene una larga historia que queda reflejada en decenas de edificios arquitectónicamente concebidos y de gran monumentalidad. Se trata de un importante centro en la región del noroeste en el condado de Györ-Noson-Sopron a poco más de un centenar de kilómetros de Budapest y cuenta con un cuarto de millón de habitantes.
Si nos atenemos a las historias, leyendas y la poesía de Deszö Kosztolányi, está anclada sobre un antiguo asentamiento celta en una privilegiada posición en lo que se conoce geográficamente como la pequeña llanura, a medio camino entre Budapest y Viena. En el siglo XI se convierte en sede episcopal y en 1271 el soberano Esteban V le confiere el título de ciudad.
Si uno la visita, la parte más importante es, precisamente, la confluencia de los tres ríos. Allí encontramos los edificios más sobresalientes entre las calles Bécsi Kapu, Széchenyi Apos Vilmos y Gutenberg. Todo lo demás es realmente prescindible, salvo el ayuntamiento, que hará que uno se pregunte ¿dónde están los edificios españoles de esa época? Se trata de un impresionante edificio neobarroco levantado entre 1896 y 1898 con una majestuosa torre de 58 metros. Por supuesto, hay una serie de edificios sobresalientes, pero recordemos que hemos llegado hasta aquí por la sinagoga, así que volvemos a ella, aunque recomendamos una detenida visita al Museo Xantus János (un explorador húngaro que viajó por Asia y América).
El arco de la Torah con las columnas azules confiere una intensidad visual que sorprende al visitante y deja centrado el espacio de la oración. Las mujeres oran en las siete caras de los dos pisos, que tienen una base octogonal: una es la de culto que está frente al visitante. Las ornamentaciones son características del siglo XIX con gran profusión de dibujos florales. La estructura del edificio se sustenta sobre un armazón de acero siguiendo los patrones vigentes de finales del XIX.
En 1927 se le añadió el denominado salón de invierno, que se hizo en madera, y la escuela se convirtió en Academia de Música, continuando la sinagoga su uso religioso hasta la II Guerra Mundial. En 1968 fue adquirida por el Estado y cedida en 1993 al municipio, que la sometería a una reconstrucción total que finalizó en 2006, y que le devolvió todo el esplendor que tuvo hasta el gran desastre bélico.
La Sinagoga de Pécs es una de las pocas que sobrevivieron al holocausto y continuó con el culto en los aciagos períodos bélicos. Pasa por ser la más hermosa de toda la región transdanubiana y se consagró en 1869. Fue levantada en estilo romántico siguiendo el deseo de uno de los más famosos arquitectos del romanticismo húngaro: Frigyes Feszl y sus ayudantes Károly Gernster y Lipót Kauser. Sería ampliada en 1905.
Lo más sobresaliente de este peculiar edificio religioso es su fastuosa fachada, ricamente adornada con un reloj, y su tímpano semicircular que acaba enalteciendo sus grandes ventanales hermosamente decorados. En la zona destinada al trabajo predominan los colores azul, marrón y rojo. Los hombres pueden estar sentados en unos fabulosos bancos de madera, algo no muy usual en las sinagogas o iglesias ortodoxas, donde generalmente se está de pie. Las mujeres tienen su acomodo en las galerías de madera ricamente tallada en sendas balaustradas de dos pisos que son soportadas por columnas.
Para el viajero observador, Pécs es una de esas ciudades de tamaño mediano en la que encontrará infinidad de huellas de la historia, sobre todo, en su casco histórico.
La sinagoga tiene tres espacios y no difieren de su concepción original. Destaca un gran órgano que está catalogado como un monumento industrial; no hay que olvidar que fue el primero que fabricó la empresa Pécs Angster Organ, que conserva hasta nuestros días su tradición como excelentes fabricantes de estos peculiares instrumentos musicales genuinamente relacionados con la religión.
Pécs es famosa por los yacimientos de uranio, también por su catedral (iniciada en el siglo XII, se acabó a finales del XIX), que es de estilo renacentista, su barroco palacio arzobispal e infinidad de otros ejemplos de casi dos mil años de historia. Los ilirios fueron los primeros en asentarse, siguiendo celtas, romanos y magiares, que en el siglo X aportaron la cristianización. En 1009 se fundó la diócesis y en 1367 aparece la primera universidad de Hungría; en esa época fue denominada “Quinque Ecclesiae”, ya que disponía de cinco iglesias cristianas abiertas al culto. Los turcos llegaron en 1543 y, con ellos, se perdieron infinidad de materiales, sobre todo edificios de uso religioso, pero le legaron, tras ciento cincuenta años de presencia, ese aire de ciudad oriental que aún descoloca al viajero cuando la contempla.
Tras la expulsión de los otomanos en 1686, la ciudad es convertida en un importante centro cultural; nada extraño que su biblioteca atesore más de trescientos mil ejemplares y miles de escritos e incunables que, en cierta medida, son un éxito del mecenazgo que realizara el obispo György Klimó. La II Guerra Mundial provocaría, como en tantas ciudades de Europa, horrores inenarrables y destrucción por doquier. Hoy se le conoce como La ciudad del arte, los monumentos y los museos. En ella encontramos la Velvárosi Templom (o antigua mezquita de Ghazi Kassim, originalmente un templo gótico. Tras su reconversión, pasa por ser el monumento turco más importante de Hungría). Para el viajero observador es una de esas ciudades de tamaño mediano en la que encontrará infinidad de huellas de la historia, sobre todo, en su casco histórico.
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