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La radio de Darwin, de Greg Bear

miércoles 27 de octubre de 2021
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“La radio de Darwin”, de Greg Bear
La radio de Darwin, de Greg Bear (Ediciones B, 2008).

La radio de Darwin
Greg Bear
Novela
Traducción de Pedro Jorge Romero
Ediciones B
Barcelona (España), 2008
ISBN: 9788498720945
642 páginas

“La abnegación ennoblece incluso a las personas más vulgares”.
Honoré de Balzac

Señalar, de entrada, que la ciencia ficción no es lo mío y, a pesar de ello, debo indicar que he disfrutado como un enano con esta gran novela que me reconforta con la literatura. Uno disfruta leyendo, por el mero placer de leer, y aquí hay que indicar la labor de un buen traductor. Considero que el mérito de que una novela de ciencia ficción cale en otros idiomas no sólo es del autor, sino que hay que contar con el trabajo y la gracia de esa persona intermediaria (el traductor) que puede agriar un buen trabajo.

Novela condensada y, sin embargo, de una gran longitud, que leí en plena cuarentena de ese latente virus que en 2020 nos llegó desde el otro lado del mundo (mejor decir que se expandió por todo el mundo) y nos dejó “alelados” a los terrícolas que nos creíamos los amos del universo. ¡Hay que ver la cantidad de payasadas que uno ha tenido que oír desde que aquí se dio el paso de la cuarentena! Pero, bueno, tenemos los políticos que tenemos y, para consuelo de la mayoría, por otros que se consideran más avanzados, parece que tampoco se libran de esta estolidez del siglo XXI.

Vayamos a La radio de Darwin, título que me llamó la atención cuando compré este tocho hace varios años y que el otro día me apareció en una de las cajas que desempolvaba tras permanecer guardado una década. Cuando el tiempo sobra, eso es lo que tiene, que descubres cosas que ni sabías que tenías.

Encaja seriamente en el tema que nos ocupa a nivel planetario, aunque el autor trabaja con la evolución de la especie humana (por eso aparece Darwin en el título) tras la biología y sus descubrimientos del siglo XXI. Un hecho como el hombre de los hielos que se descubrió en el Tirol hace décadas y lo encaja con otros hechos de Georgia y luego en el resto del mundo. Un problema que padecen las mujeres, tras engendrar, pierden el hijo e inician un nuevo embarazo sin intervención humana que, además, da lugar a un ser superior al Homo sapiens. Genial el retrato que hace del mundo de la política y de cómo el virus/retrovirus sigue su curso a pesar de los pesares y los frenos que algunos intentan poner.

Hacía años que no me encontraba una obra que tras dejarla sobre la mesa, estuvieras deseando continuar.

Algunas coincidencias con la actual pandemia nos hacen pensar, seriamente, en la no fácil tarea de tener que creerte todas las milongas de los “trileros/charlatanes” que a nivel planetario manejan los hilos y que, una vez más, se han aliado para darle una vuelta de tuerca al calcetín que nos oprime, añadiendo con mayor realismo la hipócrita y narcisista sociedad que entre todos hemos montado. Sólo nos faltaba tener que escuchar que, siendo independientes, esto lo habríamos manejado mejor. Menuda salida de todo de esta gente que no ha sabido gestionar una riada.

Vaya que tenemos una buena novela y que te atrapa desde el primer momento que le hincas el diente. Hacía años que no me encontraba una obra que tras dejarla sobre la mesa, estuvieras deseando continuar. Una buena semana con el mejor amigo en tiempos de encierro si, además, algunos de los paisajes están encuadrados en territorios que te son familiares, entonces el deleite es mayor. Felicidades a este autor del que muchas de nuestras firmas, que se creen escritores, deberían de aprender. Obras así te reconfortan y te hacen tener esperanza; llega un momento en que la vives como si fueras el mismo protagonista, sobre todo cuando tantas veces has visto que la gente que te rodea apenas tiene idea de lo que le argumentas y, entonces, sólo saben descalificar.

Vayamos a las pocas referencias radiales o televisivas que aparecen en la gran novela, entre corchetes y negrita, la página en la que aparece la referencia transcripta.

En la radio sonaban melodías populares de Alania y un blues bastante bueno de Azerbaiyán y después un incomprensible programa hablado que Beck encontraba divertido a ratos. Se volvió para mirar a Kaye y ella intentó sonreír animosa (64).


Disfrutemos de la intimidad mientras podamos —dijo Saul, triunfalmente—. Van a empezar a llamar todos los periodistas científicos. Les doy dos minutos hasta que revisen sus agendas y busquen en MedLine. Saldrás por el televisor, CNN, Good Morning America (101).


Un entumecimiento emocional, casi completo, se había apoderado de él durante los últimos dos días. Ver su foto en los telediarios, en la BBC y en Sky World, y en los periódicos locales, le había demostrado lo que ya sabía: todo había terminado. Estaba acabado (102).


Al salir, la vieja encendió el televisor que se encontraba en la pared frente a la cama.

El televisor sintonizaba Sky News. Primero vino un reportaje sobre la destrucción final, pospuesta durante años, de un gran satélite militar. Un vídeo espectacular, desde la isla Sajalín, siguió los llameantes últimos momentos del objeto. Micht contempló las imágenes ampliadas de la oscilante y centelleante bola de fuego. Obsoleto, inútil, derribado envuelto en llamas.

Agarró el mando a distancia y estaba a punto de apagar el televisor de nuevo cuando el recuadro de una atractiva joven, con el pelo corto y oscuro cayéndole en ondas sobre la cara y ojos grandes, ilustró una historia sobre un importante descubrimiento biológico en Estados Unidos.

—Un provirus humano, oculto clandestinamente en nuestro ADN durante millones de años, ha sido asociado a un nuevo tipo de gripe que ataca sólo a las mujeres —comenzó el presentador—. A la doctora Kaye Lang de Long Island, Nueva York, bióloga molecular, se le atribuye el haber predicho este increíble invasor que procede del pasado de la humanidad. Michael Hertz está en Long Island en estos momentos.

Hertz se mostró solemnemente sincero y respetuoso durante la conversación con la joven en el exterior de una casa grande y elegante, verde y blanca.

Lang mostraba cierta desconfianza hacia la cámara.

—Nos hemos enterado por el Centro para el Control de Enfermedades, y ahora por el Instituto Nacional de la Salud, de que esta nueva variedad de gripe ha sido identificada positivamente en San Francisco y en Chicago, y hay una identificación pendiente en Los Ángeles. ¿Piensa usted que esta podría ser la epidemia de gripe que el mundo ha temido desde 1918?

Lang miró nerviosa a la cámara.

—En primer lugar, no es realmente una gripe. No se parece a ningún virus de la gripe, en realidad no se asemeja a ningún virus relacionado con resfriados o gripe… no es como ninguno de ellos. Y por el momento parece que sólo provoca síntomas en las mujeres.

—¿Podría describirnos usted este nuevo, o más bien muy antiguo, virus? —preguntó Hertz.

—Es grande, de unas ochenta kilobases, o sea…

—Más concretamente, ¿qué tipo de síntomas causa?

—Es un retrovirus, un virus que se reproduce transcribiendo su material genético ARN o ADN e insertándolo en el ADN de la célula anfitrión. Como el VIH. Parece bastante específico de los humanos…

Las cejas del periodista se alzaron con alarma.

—¿Es tan peligroso como el virus del sida?

—No he oído nada que me haga pensar que es peligroso. Lo hemos transportado en nuestro propio ADN durante millones de años; en ese sentido, al menos, no es como el retrovirus VIH.

—¿Cómo pueden saber nuestras espectadoras si tienen esta gripe?

—El CCE ha descrito los síntomas, y yo no sé nada más que lo que ellos han anunciado. Fiebre moderada, dolor de garganta, tos.

—Eso podría describir cientos de virus diferentes.

—Exacto —dijo Lang, y sonrió. Mitch estudió su rostro, su sonrisa, sintiendo una profunda punzada—. Mi consejo es que se mantengan atentas a las noticias.

—Entonces, ¿qué convierte a este virus en algo tan importante, si no mata y sus síntomas son tan suaves?

—Es el primer HERV, retrovirus endógeno humano, que se vuelve activo, el primero que escapa de los cromosomas humanos y se transmite lateralmente.

—¿Qué significa se transmite lateralmente?

—Significa que es infeccioso. Puede pasar de un humano a otro. Durante millones de años se ha transmitido verticalmente, pasando de padres a hijos a través de sus genes.

—¿Existen en nuestras células otros virus antiguos?

—Las estimaciones más recientes son que al menos un tercio de nuestro genoma podría consistir en retrovirus endógenos. En ocasiones forman partículas en el interior de las células, como si estuviesen tratando de salir de nuevo, pero ninguna de esas partículas había sido eficaz… hasta ahora.

—¿Es razonable decir que esos virus remanentes fueron domesticados o neutralizados hace mucho tiempo?

—Es algo complejo, pero podría decirse así.

—¿Cómo se introdujeron en nuestros genes?

—En algún momento de nuestro pasado, un retrovirus infectó células germinales, células sexuales como los óvulos o espermatozoides. No sabemos qué síntomas podría hacer causado la enfermedad en aquel momento. De algún modo, a lo largo del tiempo, el provirus, la representación vírica enterrada en nuestro ADN, se fragmentó o mutó o simplemente se desactivó. Supuestamente, en la actualidad esas secuencias de ADN retrovírico son tan sólo chatarra. Pero hace tres años planteé que los fragmentos de provirus situados en diferentes cromosomas humanos podían representar en su conjunto un retrovirus activo. Todas las proteínas y el ARN necesarios que se encuentran flotando en el interior de la célula podrían combinarse para formar una partícula completa e infecciosa.

—Y así ha resultado ser. La ciencia especulativa marchando valientemente por delante de la ciencia real…

Micht apenas oía lo que decía el periodista, en lugar de eso se fijaba en los ojos de Lang: grandes, todavía preocupados, pero sin perder detalle. Mirada intensa. Los ojos de una superviviente.

Apagó el televisor y se recostó para descansar, para olvidar. Le dolía la pierna dentro de la escayola (103/106).


Mitch encendió la radio y escucharon las noticias sobre vigilias con velas ante el Capitolio, ceremonias para honrar a los sanadores muertos y funerales por el resto de los asesinados durante los disturbios. Se hablaba de los esfuerzos para conseguir una vacuna, de cómo los científicos pensaban que ahora la antorcha había pasado a manos de James Mondavi o tal vez a un equipo de Princeton (436).

En la radio de la cocina, en la parte de atrás del vagón, sonaba Garth Brooks y Selay Sammy. Todo lo que veían de la desordenada cocina era un sombrero blanco de cocina moviéndose al ritmo de la música (445).

Sintoniza la Red de Emisión Cristiana. Están dividiendo al electorado a lo largo y ancho del país. Pat Robertson le dice a su audiencia que esos monstruos son la última prueba de Dios antes de la llegada del Reino de los Cielos. Dice que nuestro ADN está intentado purgarse de nuestros pecados acumulados, para… ¿cómo era la frase, Ted?

El asistente dijo:

—Limpiar nuestro pasado antes de que Dios convoque el Día del Juicio.

—Así era.

—Todavía no controlamos la radio, Frank —dijo Augustine—. No se me puede c0nsiderar responsable…

—Otra media docena de teleevangelistas dice que esos niños por nacer son criaturas del demonio —siguió diciendo Shawbeck, enfureciéndose—. Nacidos con la marca de Satán, un ojo y labios leporinos. Alguno incluso dicen que tienen pezuñas (522).

Juan Franco Crespo
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