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Eslovenia: centenario de la muerte de Ivan Cankar

martes 18 de septiembre de 2018
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Ivan CankarLiterariamente, los comienzos del siglo XX en Eslovenia fueron dominados por dos prominentes hombres de letras: el poeta Oton Zupancic (1878-1949) y el dramaturgo y novelista Ivan Cankar (1876-1918); entre ambos hicieron posible el modernismo en la literatura eslovena.

A Cankar se le conocería como “el asombroso maestro de la prosa eslovena”; una de sus obras, sin duda la que más influyó en toda una generación de jóvenes autores, fue Hlkapec Jernej in Njegova Pravica (El administrador Yerney y sus derechos, 1907), que vio la luz en la primera década del siglo XX. Creemos que la mejor recopilación de su legado fue la que realizara Izidor Cankar entre 1925 y 1936, posiblemente los más completos de cuantos materiales se realizaron sobre este influyente escritor que acabó siendo el principal exponente del modernismo esloveno.

Nació en el seno de una familia pobre el 10 de mayo de 1876 en Vrhnika (Carniola); moría en Liubliana el 11 de diciembre de 1918. Su educación se inició en su ciudad natal, luego pasaría a la capital eslovena y finalmente sería enviado a Viena (recordemos que entonces estos territorios formaban parte del Imperio Austrohúngaro que saltó por los aires en la I Guerra Mundial, aunque de hecho la chispa de la violencia se extendió por todo el continente tras la célebre y sangrienta Revolución Francesa).

En la capital austriaca aprendería, rápidamente, a buscarse la vida, y al parecer tuvo bastante éxito con sus escritos, se defendió de la opresión y realizaba satíricos análisis contra quienes los explotaban. Tras finalizar su etapa vienesa se instalará en la capital de Eslovenia y allí viviría hasta su muerte, acaecida poco después de una década. Al margen de su vida como intelectual, fue un formidable orador en el mundo de la política y fue encarcelado por criticar, sin tapujos, el régimen austriaco.

Cankar destacó por la extraordinaria belleza de su legado literario —el mercado esloveno es muy pequeño, quinientos ejemplares pueden ser ya un gran éxito—, que enriqueció este tesoro cultural en el área balcánica.

A pesar de su naturaleza tendenciosa, hemos de colegir que sus trabajos revelarían un estilo original —simple, elocuente, melodioso. Su vida como literato la inició como poeta; su primera colección la tituló Erotika, pero rápidamente se pasó a la prosa, donde dejaría su impronta en varios campos, especialmente en la novela o las historias cortas.

Al margen de la obra dedicada al administrdor Yerney, hay que destacar la novela Na Klancu, los entretiempos Za narodov blagor (Por la salud de la nación), Kralj na Betajnovi (El rey de Betajnova) y Pohujjsanje v dolini sentflrojanski (Escándalo en el Valle de San Florián), entre otros. Sus escritos cubren un buen número de temas; destacan los de carácter social o autobiográficos; frecuentemente, su propia familia —sobre todo su madre— y su juventud quedaron plasmadas en sus textos, donde tampoco dejó de lado la realidad social que le atenazaba; caricaturizó con maestría la nueva burguesía eslovena y es que, como todos sabemos, toda caída de un régimen político conlleva, con el paso del tiempo —a veces más rápido de lo que sería lógico esperar—, a otro que acaba pareciéndose al que se aniquiló. Aquí me llevan las vivencias de Cankar a las explicaciones que mi padre nos hacía, siendo niños, sobre el tema de la Incivil. La única verdad es que todo es mentira, aquello fue el Partido Zambomba, o sea: quítate tú para que yo me ponga.

Nada extraño que los advenedizos —el siglo XXI ya nos ha dado varios ejemplos por todo el orbe— traten de hacerse con todos los resortes del poder a las primeras de cambio; acuden a los sentimientos, prometen el paraíso, las masas les siguen y, si es necesario, tratan de utilizar la puerta falsa, incumpliendo la legalidad con asombrosa desfachatez y, cuando te das cuenta, te has quedado sin silla porque los “trileros” se apoderaron de todo y tú te quedaste en cueros.

En fin, Cankar destacó por la extraordinaria belleza de su legado literario —el mercado esloveno es muy pequeño, quinientos ejemplares pueden ser ya un gran éxito—, que enriqueció este tesoro cultural en el área balcánica, un cruce de caminos en constante mutación y donde, muchas veces, se ha jugado la estabilidad de Europa.

El sello nos lo presenta en una clásica pose de estudio de principios del siglo XX, diseñado por Ziga Okorn y Bárbara Filipcic, facial 0,78€, formato vertical, impreso en offset, hojas de veinticinco ejemplares y 45.000 sellos de tirada que iniciaron su andadura postal el 26 de enero de 2018. La estampilla se complementa con su firma autógrafa, que vuelve a reproducirse en el matasellos de primer día que se empleó en su ciudad natal.

 

Referencias

Juan Franco Crespo
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