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8 sonetos de William Shakespeare

martes 3 de julio de 2018

Nota introductoria

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William Shakespeare

La vida amorosa de William Shakespeare es un enigma. Todo en ella resulta poco claro. Aparentemente, se prendó de una muchacha en su juventud y no fue correspondido por ésta; entonces se refugió en el afecto de una mujer ocho años mayor que él, Anne Hathaway, con quien se casó a los dieciocho años, más por despecho y compromiso (“para reparar un desliz juvenil”, según documentos de la época) que por verdadero amor. Con ésta tuvo tres hijos, Susanna y los mellizos Judith y Hamnet; éste último murió cuando apenas contaba once años de edad.

El tema amoroso tiene en Shakespeare, sin embargo, uno de sus motivos centrales tanto en tragedias y comedias como Antonio y Cleopatra y Romeo y Julieta o Trabajos de amor perdidos, como en sus Sonetos de amor, que comienza a escribir desde 1593 hasta 1599, llegando a la cifra de 154 sonetos, finalmente editados en 1609 por Thomas Thorpe. Antes, en 1592, publica los poemas Venus y Adonis y La violación de Lucrecia, dedicados ambos a Henry Wriothesly, conde de Southampton y barón de Tichfield. En la dedicatoria de este último poema dice: “Lo que he hecho os pertenece, y lo que haga también os pertenecerá, como porción de todo cuanto os he dedicado”.

He intentado un tímido ejercicio personal de traducción al castellano conociendo del riesgo que esto implica.

En la dedicatoria de Venus y Adonis (1592) anota, al dedicar el poema al Conde de Southampton (su tema, sin embargo, según explica James Joyce, puede ser la seducción ejercida por Anne Hathaway sobre él): “Considero mi actitud valiosa si vuestro honor queda satisfecho, y esto me compromete a obtener el mayor beneficio posible de mis horas de ocio, hasta lograr homenajear a Vuestra señoría con un trabajo de mayor valía. Pero si el primogénito de mi invención resulta deforme, lamentaré el haber elegido tan notable padrino; y nunca volveré a cultivar tan árido terreno por temor a recoger una mala cosecha. A vuestro honorable juicio lo encomiendo y a vuestra gracia para deleite de su corazón, el cual espero responda siempre a vuestros deseos más íntimos y a las esperanzas más llenas de expectación del mundo”.

Casi con toda seguridad, William se enamoró del barón Henry Wriothesly y —haya consumado con él o no una relación carnal o erótica— veía en él algo más que a un noble virtuoso o un amigo fiel, lo cual es algo totalmente posible. También se ha hablado de una famosa “Dama oscura” objeto de destinatario de estos Sonetos; pero el mismo Shakespeare se prestó a oscurecer el destinatario real invirtiendo las siglas (W.H.) y sumiendo el asunto de nuevo en el misterio. Sea como fuere (si lo pensamos bien, puede ser las tres cosas), los poemas han permanecido como unos de los más hermosos de la literatura inglesa. Yo he intentado un tímido ejercicio personal de traducción al castellano conociendo del riesgo que esto implica, más por realizar un divertimento personal con el lenguaje que por creer que mis humildes versiones puedan dar una idea de la música interna que poseen en el idioma inglés.

Gabriel Jiménez Emán
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