|
Cintia limpiando a David.
|
|
Tras un año y ocho meses marcados por duras controversias, finalmente concluyó la limpieza del David,
de Miguel Ángel, una de las esculturas más famosas del mundo, cuya impactante perfección puede ahora
volver a ser admirada en todo su esplendor y sin andamios de por medio.
La estatua símbolo de Florencia —que es visitada por 1.200.000 personas por año— no había sido
tocada desde 1873, cuando fue trasladada a la Galería de la Academia, después de permanecer a la
intemperie en la Piazza della Signoria desde su nacimiento, en 1504. A fines de 2002, por primera vez,
comenzó un lavado a fondo, para quitarle la suciedad, el polvo, la grasa y demás materiales no originales
acumulados sobre el mármol a través del tiempo.
La escultura, de seis toneladas de peso, también fue curada de algunas heridas del pasado, en un trabajo
impresionante para el cual no fue retirada de su emplazamiento. Las abrasiones provocadas en 1845, cuando el
ácido clorhídrico con el cual se intentó lavar la estatua destruyó su original pátina; los daños
causados por un rayo que golpeó la base, en 1512; la fractura del brazo izquierdo, provocada en 1527
durante una revuelta popular por el regreso de los Médici a Florencia, así como las fracturas presentes en
el dedo medio de la mano derecha y sobre el meñique del pie derecho, y la más reciente, de 1991, provocada
por el vandálico martillazo de un desequilibrado sobre la punta de uno de los dedos del pie izquierdo.
Pese a que el "lifting", que comenzó a mediados de septiembre de 2002, debía durar siete
meses, la restauración del David se prolongó más. Expertos en arte, químicos y restauradores polemizaron
sobre cuál era la mejor técnica de limpieza. Agnese Parronchi, la primera encargada del proyecto, había
optado por una restauración "seca", con cepillos y gamuzas.
Pero cuando, en medio de una polémica internacional al rojo vivo, luego de consultar a casi cien
institutos italianos y extranjeros, el Ente para la Conservación de los Bienes Culturales le pidió que
utilizara también un sistema húmedo, con agua destilada, la restauradora tiró la toalla. Parronchi
explicó que jamás iba a mojar con líquido alguno la obra de Miguel Ángel y renunció.
Así, Cintia Parnigoni tomó la posta y subió a los andamios en septiembre último, sin que se callaran
las objeciones de varios expertos internacionales, contrarios al uso del agua destilada. "Trabajar en
un clima ya envenenado no fue ideal, pero como estoy convencida de que el método que utilicé es el
adecuado, jamás tuve dudas", dijo Parnigoni, quien esta semana presentaría en sociedad al nuevo
David.
Parnigoni se mostró "satisfecha y relajada". Todas las controversias que suscitó la limpieza
han acabado diluyéndose y los críticos más furibundos, como el profesor de arte neoyorquino James Beck,
fundador de Artwatch International, han moderado sus posiciones. Éstos consideraban que esta técnica
acabaría blanqueando más de la cuenta al David.
El proceso de limpieza de la obra maestra de Miguel Ángel consistió en una intervención "en
húmedo" para retirar el polvo, la cera, el yeso y otras impurezas detectadas en 61 puntos de su
gigantesca fisonomía. Agua destilada y papel japonés, compresas levemente impregnadas de esencia de
petróleo y ligeros toques con un "bisturí blando" para retirar pequeñas partículas adheridas
son los elementos que se han utilizado para devolverle al mármol un aspecto más uniforme y luminoso.
Paralelamente se le han practicado a los tobillos de la escultura una tomografía axial computarizada (TAC),
como si se tratara de un crack del fútbol, para evaluar su estado después de las "grietas"
detectadas a mediados del siglo XIX.
Los expertos han concluido que los tobillos de la estatua son sólidos y que la lesión se debió a su
posición cuando se exhibía al aire libre. Así, la estatua del bello pastor de la casa de Israel, de 5,16
metros de altura, presenta ahora un aspecto más pulido y uniforme. "La superficie aparece ahora más
ordenada y equilibrada en la relación entre luces y sombras", afirmó Franca Falletti, directora de la
Academia de Florencia. "El mármol ha recuperado su luminosidad en la parte anterior del torso, en el
costado derecho y en otras zonas donde el nivel de degradación era menor".
"El color del David no ha variado porque se ha tratado de una limpieza casi invisible realizada con
materiales con los que incluso podría lavarse la cara de un niño", puntualizó la directora del museo
florentino. En el futuro, el David será sometido a un programa de "curas" que prevé el control
para verificar el grado de contaminación ambiental que le rodea, debido a la visita cada año de millones
de turistas, así como verificación periódica de la superficie en búsqueda de sustancias nocivas, y la
limpieza del polvo acumulado cada año.
Para celebrar el fin de los trabajos más peleados de los últimos tiempos no habrá actos oficiales. La
fiesta tendrá lugar el 8 de septiembre próximo, cuando la obra cumpla 500 años.