
De nuevo un motivo postal relacionado con el gran artista checo, aunque en esta ocasión se trata de la recuperación del motivo de la que fuera la primera serie (tuvo veintiséis efectos y varias estampillas tuvieron sus variedades que se produjeron durante su impresión y hoy alcanzan precios prohibitivos para los coleccionistas, en total cinco tipos, algunos incluso con el cambio en la denominación pues se estuvo reimprimiendo entre 1918 y 1920, en total casi medio centenar de sellos) tras el acceso del país a la Independencia, de ahí que conserve su sabor a “añejo”. Únicamente se ha tocado el valor facial (A) y la denominación de República Checa; por lo demás la estampilla de Mucha está centrada en el famoso y célebre Castillo de Praga, se emite en hojas de 9+12 viñetas sin valor postal (inicialmente el pliego promociona la Exposición Mundial de Filatelia Praga 2018) pero sus doce viñetas quedan libres para aquellos que cultivan los sellos personalizados —aquí diríamos viñetas ad hoc— para gloria del que se gasta los cuartos en el efímero sello que, dicho sea de paso, apenas si sirve para darse a conocer entre el gran público, una manera más de cultivar la egolatría del bípedo del siglo XXI y su deseo de inmortalizar un momento mediante el signo de un sello de correos que quedó prácticamente arrinconado en pro de una aceleración del tráfico postal que en estos momentos nos retrotrae a la Edad Media y al correo en diligencia si nos centramos entre el día que uno deja la carta en el correo y la recibe el destinatario.
El artista de la parte gráfica fue Krystof Krejca, comenzó su validez postal el 21 de febrero de 2018 y fue confeccionado en offset multicolor.
Pues se acabó el reparto diario; al menos en mi zona, ahora es una vez a la semana (ignoramos si por decisión oficial o es la cuca de la cartera que ha decidido no hacer el correspondiente servicio), y ello crea no pocos inconvenientes al usuario, entre otros cuando debes hacer frente a algún pago con fecha límite que, sin comunicación previa, uno no puede liquidar en las pocas oficinas bancarias que quedan por esta zona. Bruselas sigue apretando y los servicios dejan mucho que desear y, además, pagados a precios de “Pata Negra” y sin embargo van a lomos de acémila, por no decir de tortuga. ¿Y todavía se preguntan por qué crece el ciudadano euroescéptico?
El artista de la parte gráfica fue Krystof Krejca, comenzó su validez postal el 21 de febrero de 2018 y fue confeccionado en offset multicolor, aunque no deja de ser una anacronía, cuando el sello original era monocromo. Hacer ese primer sello para su país, que iniciaba la independencia, no dejó de ser uno de los momentos que más gloria le dieron al gran cartelista, casi al final de su exitosa vida.
Alfons Mucha nacía en Ivancice el 24 de julio de 1860 y moría el 14 de julio de 1939 en Praga. Estudió en la Escuela de Gramática Eslava de Brno, cantó en el coro infantil de la Iglesia de Petrov. Inicialmente fue rechazado por la Academia de Arte de Praga, entonces trabajó como escribiente en Ivancice y en esa época se enroló como actor de teatro; fue entonces cuando diseñó algunos carteles y las tarjetas de invitación; sin proponérselo, ese sería el campo en el que más destacaría a lo largo de su prolífica vida artística.
Fue uno de esos grandes artistas que descollaron entre los dos siglos. Comenzó su carrera en 1869 tras finalizar sus estudios en la Academia de Arte de Múnich; poco después encontraba trabajo en Viena y de allí saltó a París, donde alcanza el cenit gracias a un campo que le depararía muchas satisfacciones a lo largo de su vida: la cartelística, hoy pomposamente llamada publicidad. Su primer trabajo conocido es un cuadro de 1875 con la imagen de Juana de Arco, pero será el primer cartel que realizara para la actriz Sarah Bernhardt con Gismonda en 1894 con el que se convierte en su cartelista, y realizaría los de Lorenzaccio y La dama de las camelias (1896), Medea (1898) o Hamlet (1899). Su idealismo fue el que le llevó al art nouveau: en su mente estaba romper con las encorsetadas barreras de la época en el mundo del arte.
Recordemos que en la ciudad de la luz se dedicó especialmente al mundo de la ilustración (especialmente su obra quedó reflejada en las páginas de L’Illustration, Monde Illustré o La Plume), aunque tampoco es extraño encontrarse con todo tipo de manifiestos, programas de teatro, calendarios, orlas, cubiertas para libros, etc. Su contribución hay que emparejarla siempre con los motivos eslavos y orientales que impregnaron con maestría y personalidad su incursión en la corriente artística del momento.
En 1910 se instalaría en Praga tras un tiempo en donde desarrolló su trabajo como profesor. En 1922 regresaba definitivamente y confeccionó los billetes y los sellos del correo checoslovaco del momento. Aquí encontraremos algunas de las muestras más conocidas de este gran maestro, una cita obligatoria para el que la visita podría ser la famosa Casa Municipal donde numerosos artistas dejaron su huella. Mucha fue uno de ellos y hoy tenemos un extraordinario edificio que es la última reliquia de las murallas de la ciudad vieja y todo un símbolo de Praga. Por supuesto, cualquier amante de su obra tiene una cita obligada con el peculiar Museo Mucha, en el Palacio Kaunic (Panská 7); se trata de un edificio del XVIII que muestra infinidad de material de este genio (dibujos, pinturas, esculturas, litografías, billetes, sellos, fotografías, postales, objetos personales, etc., que se complementan con una recreación del estudio parisino que compartía con Rodin y Gauguin; excelente el video que se proyecta, aunque no sea en español, el que se interese por su obra sabrá extraer lo mejor de esa recopilación audiovisual).
También triunfó en los Estados Unidos, a donde viajó en cuatro ocasiones gracias al mecenazgo del industrial de Chicago Charles Richard Crane, que era un gran eslavófilo; él pagó la gigantesca composición épica del pueblo eslavo y que donaría a la ciudad de Praga. Los últimos años de su vida los dedicó a producir los gigantescos lienzos que son una lección de la historia, tormentosa, de este pueblo de Europa Central. Los veinte lienzos totalizan quinientos metros cuadrados de pintura; estaban destinados a una exhibición permanente en la capital checa y finalmente acabaron en el famoso castillo de Moravsky Krumlov, cerca de Brno y a doscientos kilómetros de la capital checa; en esa obra estuvo trabajando casi dos décadas de 1910 a 1928.
A Mucha hay que relacionarlo con un momento histórico crítico que es provocado con la ocupación de las tierras checas por el hegemónico ejército hitleriano.
Slovanske Epopej (Epopeya eslava) representa toda la historia de este pueblo sin ahorrar dramatismo al que la contempla. Según sus propias palabras, en sus colores están impregnadas el alma y la sensibilidad de su creador. El color negro es para la esclavitud, el pasado se refleja en color azul, el gozoso presente va para el amarillo y el naranja para el glorioso y esperanzador futuro. Ni él mismo se lo creería que en la España del siglo XXI, en estos momentos, esos mismos colores están librando una dura batalla. En cierta medida nos llevan, aquí y ahora, a la célebre revuelta de los políticos catalanes de 1917 que, aprovechando el momento crítico (¿y cuándo no?), le lanzaron un desafío al país tan grave y duro como el vivido en 2017. Entonces, aprovechando la debilidad, pretendían “mesa aparte”, así que lo que estamos viviendo parece calcado ¿o está en el ADN? Y nos lleva a contemplar una realidad, por no decir casualidad. Ahí estamos, atascados, aspirando a un paraíso futuro mientras desmontamos el presente y hundimos la economía y la convivencia.
A Mucha hay que relacionarlo con un momento histórico crítico que es provocado con la ocupación de las tierras checas por el hegemónico ejército hitleriano; fue detenido en 1939 por la temida y terrible Gestapo; aunque fuera liberado, no superó el mal trago y moría pocos días después, contaba 79 años. Hoy su tumba en el cementerio de Vysehrad no deja de tener flores, el camposanto de aquella vieja parroquia es el panteón de las grandes figuras de la cultura checa y los que son reconocidos como héroes ocupan el denominado Slavín (podríamos traducirlo por el Podio de Honor o simplemente el salón de la fama). Es el caso de nuestro genial pintor y allí se lee: “Ac Zemereli Jeste Mluvi” (“Aunque muertos, todavía hablan”). Nunca mejor dicho, pues año tras año uno encuentra materiales de todo tipo alusivos a este pintor que vino a revolucionar la cartelística de su tiempo.
Si alguno no sabe en qué gastar sus euros puede darse una vuelta por la Joyería Belda o Art Decorativ (donde venden obras de su nieta Jarmila), en pleno centro; encontraremos infinidad de referencias y reproducciones de Mucha y el Art Nouveau.
Jarmila Plocková (la nieta) usa elementos de su abuelo para realizar sus propias composiciones que venden en Art Decorativ. Y para los que apenas tienen tiempo, pero sí que visitarán la famosa Catedral de San Vito, junto al Castillo de Praga, nada mejor que pararse a contemplar el vitral que se ubica sobre la tercera capilla (lado norte, izquierda de la puerta de entrada) que ilustra la vida de los santos evangelizadores Cirilo y Metodio, y que Mucha realizara en 1909.
Referencias
- Correo Checo • Correo electrónico: filatelie.kv@cpost.cz.
- Museo Mucha.
- Made in Czechoslovakia.
- Kusadasi, el emporio turístico del Egeo - viernes 26 de mayo de 2023
- Centenario de la Radio Checa - martes 9 de mayo de 2023
- Sellos dedicados al Parque Marino de Penghu del Sur, en islas Pescadores - martes 25 de abril de 2023