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De Artemisia a las Guerrilla Girls:
“Lo que una mujer puede hacer”

miércoles 9 de diciembre de 2020
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Artemisia Gentileschi
Artemisia Gentileschi (1593-1653) fue la primera mujer en ingresar a la Academia de Bellas Artes de Florencia. “Le mostraré a Su Ilustre Señoría lo que una mujer puede hacer”, escribió en una dedicatoria.

Escritura, teatro, artes plásticas, cine, fotografía, instalaciones… la obra de las mujeres artistas ha revestido por lo general pública o secretamente formas de resistencia. Y en oportunidades también de resiliencia. Resistencia al sufrimiento y al temor a la locura. Resistir a la muerte siempre cercana. Pero también resistencia a los prejuicios de la sociedad en las que les tocó vivir y a tiranos y opresores en general.

El primer caso de proceso incoado contra una violación documentada, es el protagonizado por la gran artista del barroco italiano Artemisia Gentileschi.

De Artemisia Gentileschi a Marieta Robusti, la Tintoretta; de Frida Kahlo a Claude Cahun o Camille Claudel. Escritura en lienzos, mármol, muros, escenarios o en el propio cuerpo. Seraphine, Gina Paine, Remedios Varo, Dora Maar son nombres de una larga nómina donde cada página es una historia de algunos logros muchas veces anacrónicos a costa de incontables duelos. Puede decirse que las gratificaciones artísticas nunca les llegaron en el tiempo en el que les tocó vivir.

Valga como ejemplo que uno de los rarísimos, si no el primer caso de proceso incoado contra una violación documentada, es el protagonizado por la gran artista del barroco italiano Artemisia Gentileschi (1593-1653), primera mujer en ingresar a la Academia de Bellas Artes de Florencia. En los años 1970, su obra se convertiría en ícono de la reivindicación femenina, es decir, de las mujeres que lucharon y luchan por ser dueñas de su voluntad, de la justicia y de su destino. París, Barcelona, y actualmente la National Gallery de Londres en una muestra unitaria a celebrarse hasta enero de 2021, le rinden justo homenaje. Encabeza la presentación la dedicatoria de la propia Artemisia: “Le mostraré a Su Ilustre Señoría lo que una mujer puede hacer”.

Claude Cahun, nacida Lucy Schwob (1894-1954), es escritora, autora teatral y fotógrafa. Cahun, vanguardista siempre, escapa a todo intento de clasificación o comparación. En la puesta en escena de sus conocidos autorretratos desmonta —como luego lo hará en esa línea Cindy Sherman— los más consolidados hasta entonces clichés asociados con la identidad.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Claude Cahun y su compañera Suzanne Malherbe participaron en la resistencia francesa frente a la ocupación nazi escribiendo y repartiendo folletos en alemán para los soldados de la Wehrmacht, firmados “El Soldado Sin Nombre”. Fueron arrestadas y condenadas a muerte el 16 de noviembre de 1944. Su sentencia fue conmutada hasta febrero de 1945. En momentos en que Francia fue completamente liberada, la isla de Jersey, en la que vivían, no lo estuvo hasta mayo de 1945, fecha en la que fueron puestas en libertad. Encontraron su hogar completamente saqueado.

Camille Claudel (1864-1943) fue una escultora y pintora francesa. Colaboradora y amante del gran Auguste Rodin, hermana del renombrado escritor y diplomático Paul Claudel. Su carrera fue meteórica, destrozada por un largo internamiento psiquiátrico forzoso perpetrado por su familia y una muerte casi anónima y en la indigencia. Medio siglo después, un reconocimiento tardío de su genio la sacó del olvido. Rudos tiempos para ser “heroína”: escultora, apasionada, pareja de un genio… helàs, casado, sometidos unos y otros a los valores muy burgueses y bien arraigados del qué dirán.

 

No es casual que, a fines de este atribulado 2020, los más importantes museos del mundo y las fundaciones de primera línea dediquen simultáneamente sus espacios a grandes exposiciones de artistas contemporáneas complejas.

Femenino-masculino

El fin del siglo pasado y la primera década del XXI inauguraron por fortuna una serie de cuestionamientos y revaloraciones artísticas centradas en el género como un proceso indispensable del arte.

El año 1995 vio como primer pasaje al siglo que vivimos una presentación, “Femenino-Masculino, el sexo del arte” en el museo del Centro Georges Pompidou de París, en la que se quiso expresar un doble desafío: el de rehabilitar el término desvalorizado de una oposición inscrita en la tradición de las parejas jerárquicas del pensamiento occidental (forma/materia, verdad/mentira, ser/parecer, profundidad/superficie, etc.), y mostrar que más allá de un simple sujeto, el sexo forma parte esencial de los procesos del arte.

El año 2009 presentó, siempre también en dicho museo, una propuesta mayor: la exposición “elles@centrepompidou”, dedicada a las mujeres artistas. Reunió 350 obras de 150 artistas mujeres desde principios del siglo XX hasta la actualidad. El éxito fue rotundo y la visitaron dos millones de personas.

Fue una oportunidad para conocer la producción de mujeres artistas, de todas las disciplinas, latitudes y nacionalidades, y para colocar a las creadoras en el centro de la historia del arte moderno y contemporáneo de los siglos XX y XXI.

Por ello, no es casual que, a fines de este atribulado 2020, los más importantes museos del mundo y las fundaciones de primera línea dediquen simultáneamente sus espacios a grandes exposiciones de artistas contemporáneas complejas como Cindy Sherman, en la fundación Louis Vuitton de París, o como el caso de “Invitadas”, del Museo del Prado de Madrid, que visualiza la presencia de las mujeres en su indispensable y enorme colección.

 

Guerrilla Girls
Las Guerrilla Girls comenzaron en 1985, en Nueva York, a combatir el sexismo y el racismo en el mundo del arte. Su afiche más celebrado dice: “¿Deben ir desnudas las mujeres para entrar en el Museo Metropolitano? Menos del 4% de artistas en las secciones de Arte Moderno son mujeres, pero el 76% de los desnudos son femeninos”.

Las Guerrilla Girls

Si bien como vemos no han faltado muy loables ejemplos de revalorar la presencia de la mujer artista, el lugar en el que el oficialismo las ha acantonado, por lo estrecho, a menudo deja mucho que desear. Poner de relieve estas carencias es precisamente la meta propuesta por el combate de las Guerrilla Girls, ese movimiento neoyorquino anónimo formado por un grupo de feministas que desde mediados de los años 1980 tiene por meta combatir el sexismo y el racismo en el mundo del arte.

En momentos en que la pandemia del Covid-19 obliga al mundo a enmascararse, el movimiento de las Guerrilla Girls con sus emblemáticas máscaras… es de algún modo anticipatorio.

Interrogada, Käthe Kollwitz, una de sus responsables más conspicuas, recuerda: “Las Guerrilla Girls son feministas intersectoriales que luchan contra el racismo y el sexismo —y contra la toma de la cultura y la política por parte de los ricos y poderosos. Hemos hecho cientos de proyectos en todo el mundo: carteles en las calles, vallas publicitarias, libros, vídeos e intervenciones en museos… Recientemente hemos publicado un nuevo libro, titulado Guerrilla Girls: El arte del mal comportamiento, que muestra nuestra estrategia única para crear arte político: escribir un titular que sea inolvidable, emparejarlo con una imagen escandalosa, y luego probar nuestro caso con estadísticas asesinas”.

Tal ha sido la línea de la que las Guerrilla Girls no se han apartado desde su afiche más celebrado que, junto al desnudo de una mujer que oculta su rostro tras una máscara de gorila, rezaba así: “¿Deben ir desnudas las mujeres para entrar en el Museo Metropolitano?”, que a modo de explicación incluía el texto: “Menos del 4% de artistas en las secciones de Arte Moderno son mujeres, pero el 76% de los desnudos son femeninos”.

Recordemos de paso que las fundadoras del movimiento firman sus obras, apariciones y declaraciones como “Frida Kahlo” o “Käthe Kollwitz”, apoderándose y empoderándose del nombre de mujeres artistas a las que admiran.

 

Un poco de historia

La primera acción de las Guerrilla Girls se remonta a 1985, como reacción a una exposición en el MoMA (acrónimo de Museum of Modern Art de Nueva York) titulada “Un estudio internacional de la pintura y la escultura recientes”, cuya ambición era exhibir obras representativas de los nombres más importantes del arte contemporáneo. Los conservadores eligieron trabajos de 169 artistas, incluyendo sólo a trece mujeres. Irritadas por tanto desequilibrio, las Guerrilla Girls —en su mayoría artistas visuales— manifestaron frente al museo, empapelando las paredes de Nueva York con sus carteles, diseñados como un guiño a la historia del arte: una intervención en la Olympia de Édouard Manet, reivindicaciones en mensajes que cuentan con una escritura inspirada en la de Niki de Saint-Phalle… y sonoras irrupciones en manifestaciones de diversa índole ataviadas con las citadas máscaras de gorila, convertidas casi en su seña de identidad. Un cóctel que combina en balanceadas proporciones seducción, justa reivindicación y un acentuado dejo de ironía.

Un guiño: en momentos en que la pandemia del Covid-19 obliga al mundo a enmascararse, el movimiento de las Guerrilla Girls con sus emblemáticas máscaras… es de algún modo anticipatorio de nuestro alucinante modo de vivir la cotidianidad.

 

Exposición “Invitadas”, en el Museo Nacional del Prado (Madrid)
La muestra “Invitadas” está abierta al público hasta el 14 de marzo de 2021 en el Museo Nacional del Prado, en Madrid.

“Invitadas” propone hasta la primavera de 2021, en el Museo Nacional del Prado (Madrid), una reflexión sobre la manera en que los poderes establecidos defendieron y representaron el lugar de la mujer en la sociedad a través de las artes visuales desde principios del siglo XIX hasta 1931. A través de más de 130 cuadros, la exposición reivindica el papel de la mujer poniendo de relieve la hostilidad con la que fue tratada por el sistema artístico español. “Así, Invitadas explica al gran público, con obras nunca vistas, las razones relacionadas con el pensamiento que intentaron reducir el rol de la mujer en el arte desde el Romanticismo a la vigilia de las Vanguardias. Después de años en los almacenes, era el tiempo de restaurar, reconocer y ordenar un gran conjunto de obras que, en su mayoría, conforman un mapa nuevo de un territorio desconocido de la colección”, explica Carlos G. Navarro, comisario de la muestra. Al visitarla tomamos conocimiento, por ejemplo, de que muchas artistas fueron relegadas al rango de copiantas (copistas) de las obras de los grandes maestros (hombres, por supuesto), o que aquellas cuyas obras se consideraban demasiado atrevidas o vanguardistas podían terminar sus carreras y sus vidas como Aurelia Navarro, condenada tras pintar un desnudo en 1908 en un convento. Ostracismo similar al que fue relegada la muy célebre escultora francesa Camille Claudel (1864-1943), quien terminó sus días encerrada, a instancias de su familia, en una institución mental de Montdevergues (Francia).


Para ampliar el conocimiento de la labor de las Guerrilla Girls, acudir a su página web o a su perfil en Twitter.


Exposiciones “Féminin – Masculin, Le sexe de l’art” (del 26 de octubre de 1995 al 12 de febrero de 1996) y “elles@centrepompidou” (del 27 de mayo de 2009 al 21 de febrero de 2011) en el Centro de Arte Pompidou (París, Francia).


Exposición “Artemisia” en la Galería Nacional (Londres), del 2 de diciembre de 2020 al 24 de enero de 2021. Cabe destacar que es la primera vez en 196 años que el museo londinense dedica una exposición en solo a una mujer artista.

Luisa Futoransky
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