El 23 de abril de cada año celebramos el Día del Libro y del Idioma, una festividad en la que coinciden la muerte de Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor, la fecha fue establecida en 1995 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), aunque ya desde 1930 se celebraba en España en el aniversario de la muerte del autor de Don Quijote de la Mancha, que coincide con el día de san Jorge.
La coincidencia con el día de este personaje es la razón por la que en esta fecha se suele regalar un libro y una rosa: el libro, por ser el Día del Libro y del Idioma, y la rosa, porque cuenta la leyenda que el caballero Jorge de Capadocia acudió a salvar a una princesa de las fauces de un temible dragón, al que mató clavándole una espada; de su sangre brotó una rosa roja que el caballero —canonizado como san Jorge en 494 por el papa Gelasio I— ofreció a la damisela.
Además de Cervantes y Shakespeare, el 23 de abril es la fecha del fallecimiento del peruano Inca Garcilaso de la Vega, la venezolana Teresa de la Parra, el británico William Wordsworth y los españoles Josep Pla y Edgar Neville, y el nacimiento del colombiano Manuel Mejía Vallejo, los franceses Maurice Druon y George Steiner, el chileno Augusto d’Halmar y el islandés Halldór K. Laxness.
El 23 de abril, en consecuencia, es la fecha en que cada año se entrega Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes, concedido por el Ministerio de Cultura de España y considerado como el galardón literario más importante en lengua castellana. El premio, que está dotado con 125.000 euros, es entregado en la Universidad de Alcalá de Henares por el rey de España. Este año ha recaído sobre el escritor nicaragüense Sergio Ramírez.
Hoy Letralia se une a esta celebración recomendando diez libros de autores que forman parte de este universo de más de 3.500 firmas que es la Tierra de Letras.
Desde la nada, de Heberto José Borjas
Editado por el sello FBLibros, Desde la nada, del venezolano Heberto José Borjas, es un compendio de diez cuentos inspirados en temas reales: la delincuencia en los barrios venezolanos, la desidia y las formas de sobrevivir en las cárceles, el crimen atroz, la muerte narrada desde la mirada de quien trabaja en una funeraria, los prejuicios que aún giran en torno a la homosexualidad, y también en otros temas pensados desde el surrealismo: la amistad que nace entre un niño y un fantasma, la llegada del ángel de la muerte, la lucha por sobrevivir a una guerra de otro mundo.
Carnaval de sangre, de Ana María Fuster Lavín
Un compendio de 58 relatos es lo que la puertorriqueña Ana María Fuster Lavín nos ofrece en Carnaval de sangre: microcuentos y otras brevedades de la palabra. Emilio del Carril destaca en su prólogo el “marcado acento poético” que distancia los microrrelatos de la autora. Wilkins Román Samot ha escrito sobre este título: “Los microrrelatos de Fuster Lavín retan a reflexionar con y entre nosotros, e invitan a cuestionar, a romper el silencio y con el silencio, y a superar nuestras propias sombras, nuestros propios temores y secretos. Vale la pena aprender leyéndoles”.
Canción gótica, de Carmen Verde Arocha
Cuarenta poemas conforman Canción gótica, el libro de la reconocida poeta y editora venezolana Carmen Verde Arocha en el que el amor se anuncia como una premonición, mostrando con un sutil trabajo del lenguaje que hay almas que se desean: “Y el apetito apenas despierta en nuestros cuerpos”. Según la editora y también escritora Gisela Cappellin, una voz de tenue sonoridad transita como un río que divulga el amor, milagro por llegar, recompensa trascendental tras la expectativa vital. Lo gótico en esta obra, según la editora, se refiere a la acepción de lo noble al representar una ornamentación escogida y a la vez abundante.
Fantasmas en la balanza de la justicia, de Paula Winkler
La autoficción y la reflexión conviven con el testimonio y la resistencia en Fantasmas en la balanza de la justicia, de la argentina Paula Winkler. Sobre esta novela escribió Elsa Drucaroff: “Una mujer escribe en una casa vacía, en Buenos Aires, bajo la temperatura agobiante de enero. Fue abogada y fue jueza. Es madre. Es escritora. Ha transcurrido ya buena parte de su vida y aunque esté sola, está habitada de recuerdos: el relato sobre su padre alemán, el disidente, que cruzó el Atlántico para salvarse de los nazis; la historia de su madre conflictiva; la familia que logró formar como un ancla o un refugio amoroso contra el horror del mundo”.
Lo que me dijo Joan Didion, crónicas de Nueva York, de Pedro Plaza Salvati
Lo que me dijo Joan Didion, crónicas de Nueva York, el título con el que el escritor venezolano Pedro Plaza Salvati ganó el Premio Anual Transgenérico de 2016 por decisión de los jueces Luis Yslas, Roberto Echeto (ganador de la edición 2015) y Luis Alfredo Álvarez, conduce al lector a través de trece crónicas en una doble experiencia. Por una parte la observación de un flâneur neoyorquino, atento y perceptivo, que recorre y se adentra en los espacios físicos y simbólicos de Nueva York, al tiempo que reflexiona sobre el proceso creativo. En Letralia está publicada una de las crónicas, “La última parada del Bronx”.
Feliz cumpleaños, de Inés Muñoz Aguirre
La escritora venezolana Inés Muñoz Aguirre presentó a finales de 2017 su novela breve Feliz cumpleaños, en la que se nos recuerda que en un cumpleaños pueden ocurrir hechos impredecibles. En el cumpleaños de Nell, no hubo fiesta, pero sí venganza, locura, pasión, lo inesperado. Todo lo que con una llamada la detective Carolina Larotta pudo resolver, porque no siempre lo que nos asombra es lo más complicado. Bajo la lluvia llegará el fin aunque el lector quiera seguir celebrando. Esta es la tercera novela negra de esta dramaturga y narradora.
Las ciudades de la furia, de Luis Benítez
Los quince cuentos que componen Las ciudades de la furia, del poeta, narrador y ensayista argentino Luis Benítez, exhiben, como dice Esteban Lozano, “una prosa exquisita y el doble mérito de constituir un excelente entretenimiento y, a la vez, sacudir la modorra del lector pasivo haciéndolo transitar insospechados caminos que conducen a la reflexión”. Son cuentos sobre personajes extremos —una especie de vampira, un hombre que anhela la eternidad, un niño que vive en la marginalidad, un animal mágico—, “todos ellos disparadores de la imaginación del lector —a estas alturas muy lejos de ser pasivo— hacia territorios inexplorados: tanto el riesgo como el placer son suyos”.
La ola detenida, de Juan Carlos Méndez Guédez
El venezolano Juan Carlos Méndez Guédez consigue retratar de forma magistral la violencia de la Caracas de 2017 en La ola detenida. “La habilidad y fluidez narrativa de Juan Carlos Méndez Guédez combina e incorpora elementos identificables para el prevenido lector venezolano, con sonados casos de la vida real fácilmente identificables o la actuación de los ultraviolentos ‘colectivos’; todo mezclado con el día a día de la violencia generalizada, el atraco anónimo, el crimen casual, la escasez, las penurias, el miedo, la tristeza, la suciedad y la miseria de la Caracas actual”, escribió sobre este libro el novelista Marcos Tarre Briceño.
El mar estaba sereno, de Jorge Majfud
El uruguayo Jorge Majfud publicó recientemente en España su novela El mar estaba sereno. Como ha dicho Julio Castro sobre este libro, “las acciones principales se vinculan a Uruguay, al del propio autor, pero las necesidades nacen de fuera. En el trayecto encontramos a un exiliado descendiente de un español republicano, al hijo secuestrado por los militares uruguayos y entregado a otra familia en la infancia, a un huido de Argentina que trata de reencontrar el pasado de su abuelo ruso y, quizá el más conciso, un puertorriqueño metido a militar yanqui en la guerra de Irak”.
El cuento más largo, de Francisco José Aguiar
El venezolano Francisco José Aguiar reúne en El cuento más largo una selección de cuentos brevísimos, de pocas líneas, que funcionan como un fogonazo en la oscuridad y logran con pocas palabras deslumbrar al lector. Según Javier Domínguez, este libro “es un hijo de los tiempos que corren en los que la brevedad del tuit, el comentario en redes sociales o el meme luchan por atrapar la atención de un público que sólo da vistazos a lo que encuentra en línea. El cuento más largo tiene la intensidad suficiente como para atrapar a ese lector acostumbrado a la inmediatez y quedarse en él ardiendo como una brasa que se consume lentamente”.
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