
Nos encontramos con Luis Barrera Linares en un centro comercial en la urbanización Los Chaguaramos, en Caracas, en diciembre de 2014. Era uno de esos luminosos días caraqueños, calurosos, plenos de azul y sol que a nosotros nos produce un dejo de nostalgia. Nos encontramos con un señor de rostro adusto, razón por la cual pensamos que no sería muy fácil la entrevista, pero ¡oh sorpresa! Barrera Linares resultó una persona sumamente grata. Un hombre dispuesto a conversar muy animadamente y cuya voz nada tiene que ver con su rostro, pues si su cara es seria, casi lo que diríamos malencarado, su voz muy por el contrario va de un tono suave, pausado, a uno alegre y jocoso. Por supuesto ha de tener sus momentos de malestar y mal humor y así será otra cosa, mas en líneas generales su rostro oculta a un hombre afable.
Lo primero que indagamos fue su relación entre vida y trabajo, cómo combina esas facetas de su vida, para él son dos cosas muy aparte su trabajo como docente y su vida, logra convertirse en dos personas aparte una de otra. Pero el escritor sí se combina con la vida privada por obvias razones. Así lo explica: “La vida privada sí tiene que ver con la escritura porque bueno, tienes que escribir en tu casa. Tu familia lo padece, te tolera, lo aguanta. Vive un poco ese proceso, en la vida privada, en lo que es la vida familiar, la casa. Pero en la docencia no. Cuando soy docente, soy docente y me olvido de la literatura, y cuando escribo me olvido de la docencia”.
Luis Barrera Linares es un hombre que hace su mejor esfuerzo por pasar con conciencia por este plano llamado vida; esta certeza se desprende al leer el subtexto de sus respuestas. Es un ser que busca la sencillez de la simplicidad, esa esencia que produce la paz interior y que se proyecta a lo largo y ancho de la vida. Una de las cosas que así nos lo da a entender es su respuesta cuando le preguntamos qué lo motiva y qué lo desmotiva para escribir, y estamos hablando que escribe de todo: crónicas, cuentos, novela, ensayo, crítica literaria y el abarcar tantos aspectos no tiene chance de desmotivarse: “Escribo todos los días, a toda hora. No tengo posturas especiales, ni espacios especiales para escribir. Puedo escribir en muchos lugares, en muchos espacios en cualquier momento pero por supuesto pues hago mi horario particular para esas cosas. Cuando requiero hacerlo, pues”. Ese decir que “puede escribir en muchos lugares” denota la ausencia de poses y divismos, de toda aquella parafernalia sobre la que se montan muchos artistas para demostrar que son “interesantes e importantes” y que sólo termina siendo mucho ruido y pocas nueces. Barrera Linares tiene en su haber todos los elementos para ser engreído y soberbio pues el señor es entre otras cosas profesor de castellano y literatura, especialista en investigación literaria, magíster en lingüística y doctor en letras. Profesor titular de la Universidad Simón Bolívar y de la Universidad Católica Andrés Bello –.ambas universidades en Caracas. Individuo de número de la Academia Venezolana de la Lengua, sillón letra D, de cuya junta directiva fue vicepresidente entre los años 2011-2015, y miembro correspondiente de la Real Academia Española. Integrante de la Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale) en 2013. Investigador en las áreas de desarrollo del lenguaje, narratología, literatura venezolana y análisis del discurso. Ex director general del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), cuyo taller literario de narrativa ha coordinado en dos ocasiones (1991, 2006). Miembro fundador de la Asociación Latinoamericana de Estudios del Discurso (Aled), de la que fue su primer delegado regional por Venezuela y además tiene en su haber una lista de más de veinticinco textos publicados, o sea que bien pudiera ser un divo petulante ¡y para nada! Es un caballero amable, cordial, sumamente sencillo y accesible, lo cual indica cuán ubicado está en la vida. Así es la descripción de sí mismo que hace: “Me considero muy cercano a la gente. Me considero cercano a mis estudiantes. No… Es decir, tengo un rostro bastante serio, que es una de las cosas que más me critican, pero eso para nada impide que sea una persona que vive constantemente en el amor y el humor”, aunque en su opinión el describirse a sí mismo es complicado, piensa que tal vez lo haría mejor un sicólogo o alguien allegado a él.
Después de haber conversado con Barrera Linares concluimos que los dos grandes pilares de su vida son su familia y la literatura, después la docencia, y lo demás es accesorio. Sus hijos son el gran amor de su vida: “Lo que más deseé en mi vida desde que era adolescente fue tener hijos y he tenido dos, maravillosos, magníficos. Ya hombres los dos pero con mi esposa y mi madre, insisto, son la razón de mi vida”, y el brillo que hay en sus ojos mientras dice esto es un brillo que sale del alma, del corazón. Oír a un hombre hablar así de sus hijos es realmente conmovedor, que exprese con tanta sinceridad y orgullo su amor es una maravilla. Pero no sólo sus hijos son su amor profundo, su esposa y su madre —ésta última ya fallecida— también. De la primera dice: “Y tengo con mi esposa… ella tiene casi cuarenta años tolerándome, aguantándome. Creo que tiene una paciencia enorme porque los escritores, si conoces a alguno de cerca, somos personas bastante difíciles, un poco maniáticos, muchos, la mayoría de nosotros obsesivos. Y entonces conseguir la persona que logre que tú convivas con ella cuarenta años y que las relaciones se mantengan incólumes creo que para ella es un logro tremendo. De manera que es una de las grandes heroínas de mi familia y de mi vida”.
Me gusta mucho el bolero y me gusta mucho la ranchera. De manera que soy completamente si se quiere fundamental o fundamentalista en eso. No me llevo muy bien con la música clásica, lo confieso siempre, no soy adicto a la música clásica.
Procedente de una familia numerosa, Barrera Linares nace un 3 de junio en la ciudad de Maracaibo, pero se crio una parte en el estado Trujillo y otra parte en Los Puertos de Altagracia, ciudad ubicada en la costa oriental del lago de Maracaibo, por lo que se autodefine como “maragocho” —en lenguaje coloquial al oriundo de Maracaibo se le llama maracucho y gocho se le decía originalmente a los nacidos en el estado Táchira, pero luego la definición se extendió a todos los andinos—, luego, en su adolescencia se fue a vivir a Caracas, y como ya de eso hace muchos años, se siente caraqueño, razón por la cual Manuel Cabré es su pintor favorito: “Mi pintor favorito es Cabré. Por esas cosas del Ávila que hace. Quizás pondría a Bracho, el zuliano, en el segundo lugar no, pero es porque es de los Puertos de Altagracia y entonces lo conocí un poco. Conocí su casa, su museo y tal pero sí, como ya me siento caraqueño pues para mí Cabré ha sido fundamental en esta cosa de admirar a un pintor que es capaz de reproducir el espacio donde vivo”. A su madre la recuerda con mucho amor. Del resto de su familia dice: “Tengo muchos hermanos, algunos ya fallecidos, mi relación con ellos ha sido un poco distante porque todos viven en el interior y yo vivo en Caracas. Lo que no implica que no sea una relación sana y cordial. Cuando vivía mi madre ella lograba reunirnos a todos, sobre todo en estas fechas. Después de que mi madre fallece ya… No sé porque las familias suelen dispersarse, parece que las madres o los padres en algunos casos son como el centro, el foco en torno al cual giran todos los miembros de una familia”, y agrega: “Y en relación con mi familia directa, que son, insisto, mi esposa, mis hijos y algunas personas a las que yo he adoptado, que no son mi familia sanguínea pero que son parte de mi familia adoptiva, con todos tengo una excelente relación. Ellos dicen que soy colaborador. A veces me paso en ser demasiado consentidor con los hijos, pero no me arrepiento de eso. No me arrepiento de eso porque como te digo ya ambos son hombres, están casados y creo que logramos, mi esposa y yo, por supuesto, los objetivos que teníamos con ellos. Que fueran buenos ciudadanos, tranquilos, profesionales, trabajadores, etcétera. De manera que la relación con mi familia es… soy muy feliz realmente”. Y ya que estábamos en el tema de la familia le inquirimos sobre su infancia: “Fue feliz pero complicada. Complicada. Eso está en un libro que yo escribí, que… ficcionalmente, en el que inventé muchas cosas, que se llama Sin partida de yacimiento. Yo buena parte de mi infancia no la pasé directamente con mi madre sino con una tía en Los Puertos de Altagracia, en el estado Zulia, de la cual recibí muchas reprimendas pero también muchísimas enseñanzas. Creo que fue de las cosas que más me marcaron para buscar lograr siempre objetivos en la vida. Pero te voy a decir, no la veo… A pesar de la represión que sufrí y de las muchas reprimendas, porque yo era bastante tremendo, veo eso más bien con alegría y no tengo resentimiento al respecto, ¡para nada, no!”.
Como ya dijimos, es un hombre que disfruta de cosas sencillas, que no tiene gustos rebuscados, por ejemplo sus comidas favoritas son el pabellón criollo (plato típico venezolano que combina arroz blanco, carne mechada, caraotas —frijoles negros— y tajadas de plátano maduro —fruto hermano de la banana pero de mayor tamaño—) y el arroz blanco con huevo frito. Así como sencillo es su gusto por la comida, así es su filosofía de vida: “No hacerle daño a nadie, vivir para mi familia. Consentir a mis hijos, a mi esposa. A mi madre cuando vivía. Relacionarme muy bien con mis hermanos. No, creo que llevo una vida bastante, si se quiere básica, pero es la que me gusta. No soy ostentoso, no me gusta presumir de las cosas que no poseo. Tampoco las quiero. Cuando quiero alguna cosa la busco, la persigo. Soy lo que se puede decir perseverante, obstinado, decía mi madre. Donde me propongo algo intento lograrlo, no siempre se logran las cosas, por supuesto, pero uno hace el intento, ¿no?”. Pero esta simplicidad es algo para nada fácil de alcanzar, llegar a disfrutar genuinamente de la pureza de lo simple y sencillo implica un proceso de depuración del alma y de búsqueda constante del estado de conciencia; ignoramos cómo ha sido el camino que Luis Barrera Linares ha transitado para llegar allí, lo que sí sabemos es que sin estar metido de cabeza en una iglesia es un profundo creyente de Dios, así lo afirma: “En principio yo no soy curero, no soy si se quiere iglesiero, acudo poco a las iglesias ¡pero creo en Dios! Y creo fervientemente en eso”, agregando que su vida espiritual y su vida en general las lleva así: “No tenerle envidia a nadie. Pasarla lo más sencillamente posible y lo más confortablemente posible que uno pueda de acuerdo con sus recursos. Pero creo que espiritualmente, me siento yo por lo menos una persona bastante centrada, bastante conforme. He logrado las cosas que quería hacer: estudiar, escribir, tener una familia, tener una esposa”.
Pero esa sencillez no implica carencia de vehemencia, muy por el contrario, bajo esa serenidad bulle un alma apasionada, creativa, que ama esta música latinoamericana toda pasión, amor e intensidad como son los boleros y las rancheras: “Me gusta mucho el bolero y me gusta mucho la ranchera. De manera que soy completamente si se quiere fundamental o fundamentalista en eso. No me llevo muy bien con la música clásica, lo confieso siempre, no soy adicto a la música clásica. Una que otra pieza de música clásica, por ejemplo, Vivaldi me gusta muchísimo, este… algunas cosas de Beethoven… pero si tú me pones a mí a escoger qué música me llevo yo a una isla cuando me vaya a quedar solo me llevaría muchísimas rancheras mexicanas y muchísimos boleros”. Esta intensidad en el sentir queda descrita así: “Los sentimientos son muy importantes aunque no todos tenemos la misma posibilidad de, bueno, posibilidad sí, pero no la misma actitud para manifestarlos. Algunos somos más secos que otros, lo que no quiere decir que no tengamos sentimientos. Sí, sí los tenemos. Yo soy de ese, de esa camada en particular. Creo que tu concepción sobre los sentimientos cambia después de que tienes hijos, la vida se vuelve otra. Y ya dejas de vivir para ti o para tu pareja y comienzas a vivir para esa tercera o esas terceras personas que ingresan a la familia. Uno se vuelve otro completamente, cambia su concepción del mundo, de la vida, de los miedos, de todo, de todo. Es increíble cómo se le cambia la vida a una persona”.
En la Internet la posibilidad de lectura suele ser muchísimo más amplia que en el caso de los libros de papel, porque cuando tú publicas en la red publicas no para tu país, no para tu región, sino para el planeta.
Retomando el tema de la literatura quisimos saber su opinión sobre si la literatura es o no coto de una élite: “Yo creo que eso depende. Eso depende de qué tipo de literatura estemos hablando. La literatura que se publica en papel, todavía, en libros, en papel, siempre ha sido elitista, siempre. No solamente ahora. Porque el número de ejemplares de un libro siempre es pequeño en comparación con la potencialidad de los lectores que tendrían acceso a él. Entonces siempre llegará a una élite y en el caso de los escritores hiperreconocidos pues el libro tiene muchas más probabilidades de difusión pero siempre el número de lectores será limitado, en consecuencia lo que ocurre en ese caso es que la élite es más numerosa pero no deja de ser una élite”. Ahora, en cuanto a creer que en este momento, en este tiempo que estamos viviendo la literatura esté en crisis, fue afirmativa su respuesta: “Yo creo sí, que un tipo particular de literatura está viviendo una crisis extraña, por la poca relación que hay entre las personas que escriben y las personas que leen, los lectores. Porque posiblemente estemos viviendo un cambio que tenga que ver con la red, con la Internet. Y por eso te decía antes, y hablaba antes de la literatura de papel porque la de la Internet, a pesar de lo que se crea, suele ser mucho más, este… En la Internet la posibilidad de lectura suele ser muchísimo más amplia que en el caso de los libros de papel, porque cuando tú publicas en la red publicas no para tu país, no para tu región, sino para el planeta y por supuesto cualquier lector del planeta en teoría tiene acceso a lo que tú estás escribiendo, a lo que tú estás publicando allí. En ese caso, la élite, la posibilidad de que la literatura sea elitista es un tanto menor. No significa que deje de serlo, pero es menor”. Entre las muchísimas anécdotas que hay en su vida, existe una muy graciosa ligada a su trabajo de escritor: “De acuerdo con la historia que yo escribí en mi libro de 2009 que se llama Sin partida de yacimiento, yo tuve muchos compañeros entrañables en bachillerato en Los Puertos de Altagracia; en esta novela yo intenté poner los nombres de algunos de ellos y les inventé historias que no ocurrieron con ellos. Lo curioso es que cuando voy a Los Puertos, nos reencontramos otra vez después de muchos años, ellos me dicen todos que recuerdan haber vivido esas historias conmigo cuando éramos adolescentes. Fíjate, eso es magnífico: lograr una realidad a través de la ficción”.
Nos despedimos de Luis Barrera Linares con la sensación de haber tenido una muy grata conversación más que una entrevista. Un hombre que se ha fijado metas en la vida y paso a paso las ha ido logrando con gran tesón y perseverancia. Una persona fuerte, determinada y muy clara en quién es, qué quiere, para dónde y sobre todo por qué va.
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