
En septiembre de 2017 estuve como invitada en la Fiesta del Libro de Cúcuta con una exposición fotográfica. El día que llegamos nos llevaron a almorzar a un excelente restaurante de la ciudad y, estando allí, otro grupo de invitados al evento se sentó en una mesa detrás de la nuestra. De repente a mis espaldas escuché una voz que me sonaba familiar, pero sobre todo sonaba conmovedoramente caraqueña; ese acento, esa cadencia al hablar, tan propia de mi amada ciudad en un lugar tan alejado, me llegó al alma. Rápidamente volteé a mirar quién era la dueña de esa voz y resultó ser la poeta Sandy Juhasz. Inmediatamente mi mente voló rauda en el tiempo y el espacio a cuando la conocí —porque Sandy además de poeta es modelo, actriz, publicista—, el tiempo en que ambas trabajamos en Radio Caracas Televisión, RCTV —canal de televisión venezolano que fue sacado del aire por el difunto presidente Hugo Chávez—, en la telenovela Mi amada Beatriz, en plena efervescencia de los icónicos años ochenta. No fuimos amigas en aquellos tiempos, nos veíamos, nos saludábamos, pero en realidad no se dio nunca la oportunidad de conversar y que surgiese una amistad. La abordé y conversamos un rato, mi rostro le era familiar y al mencionarle de dónde cayó en cuenta inmediatamente. Más tarde esa noche asistí a la presentación de su libro y lectura de sus textos. Fue una maravillosa sorpresa encontrarme con una poesía tan fina y delicada a la par de sentida y profunda, todo esto expresado con una sencilla lucidez impactante.
Sandy es una mujer que transmite una enorme fuerza envuelta en una gran suavidad y una profunda calidez. Se nota una mujer que conoce su valía, que sabe quién es, pero no alardea de ello, sencillamente es. Su filosofía de vida es dejar de ser perfecta, aprender a ser feliz pase lo que pase, pero al indagar sobre cómo se describiría a sí misma, sólo atinó a responder: “Siguiente pregunta”.
Para el momento de esta entrevista la poeta estaba viviendo en Bogotá, pues como tantos otros venezolanos la habitabilidad del país se le tornó áspera y hubo de buscar nuevos horizontes. Hoy día reside en Hungría, la tierra natal de su padre. Ella, como una gran mayoría de los venezolanos, es el resultado de la mezcla de inmigrantes que hicieron de este país su hogar; en este caso, su padre era húngaro, como ya dije, y su madre costarricense, y los hijos y el hogar venezolanos. Lo cual se traduce en una formación variopinta que le da más color e intensidad a la formación de estas niñas por el contraste de culturas y formas de conducirse; aunque la infancia haya sido “normalita”, se crea ese sincretismo que es la venezolanidad y que le ha otorgado ese aire cosmopolita al país y su gente, sobre todo al caraqueño. Y ahora con el proceso migratorio que se ha dado en Venezuela, todo esto ha sumado en positivo para la adaptación a la nueva realidad de la fragmentada familia venezolana junto con la invaluable ayuda de los adelantos tecnológicos. Así lo entrevemos en su comentario respecto a su familia. “Muy rara. Sí. Bueno, es rara porque no somos una familia convencional. Yo estoy en Bogotá, mi hermana está en París, mi mamá está también con ella. En fin, todos estamos… Es decir, todos estamos como regados y gracias a Dios por las redes sociales que nos permiten comulgar”.
Creo que hice todo lo que tenía que hacer en televisión. Lo disfruté muchísimo. Ojalá sea percibida tan bonita como fue para mí la experiencia.
Esta inquieta y curiosa geminiana demuestra con esta respuesta la clara influencia de su signo zodiacal al responder a nuestra pregunta de por qué dejó la televisión venezolana: “¡Aahh, la televisión venezolana! Bueno. Dos cosas, me di cuenta de que empecé a envejecer y me dije que hay que emigrar, porque la televisión —específicamente las novelas— es para gente muy joven y yo creo que es muy duro vivir una experiencia de ese tipo de exilio. Creo que hice todo lo que tenía que hacer en televisión. Lo disfruté muchísimo. Ojalá sea percibida tan bonita como fue para mí la experiencia, ellos fueron una familia entrañable y decidí recuperar mi carrera, y fue maravilloso porque entré en la industria publicitaria no como modelo, que fue como empecé salida de la universidad, sino que empecé como copywriter, después senior y después directora creativa. La industria me brindó experiencias maravillosas. Tuve la oportunidad de ir a París, de trabajar en Publicis Groupe en París para el mercado de Malasia, Nestlé. Y fueron aprendizajes muy intensos. De una convivencia importante porque estabas allí con cuarenta países y todos con un sentir, un pulso, una vibración distinta y tú tenías que encajar, ¡y eso me educó muchísimo! Y creo que uno siempre está en búsqueda, es decir, uno no está hecho para quedarse en ninguna parte, uno está hecho para caminar y yo creo que ese es un privilegio de vida. Y ahora estoy caminando en otra dirección y mañana quién sabe, porque creo que lo más bonito de vivir es entenderla como una aventura. Y eso es lo que es. Sin miedo. Con asombro y con fe”.
En el momento de realizar la entrevista, año 2017, Sandy estaba en Bogotá y allí trabajaba haciendo correcciones de texto y estilo aunado a su desempeño como promotora cultural, pues como ella misma dice: “Poniendo al servicio de empresas mis valores para hacerme productiva porque obviamente hay que tirar el cable a tierra, como decía creo que Fito Páez, y bueno, la realidad es lo que es. ¡No lo que uno quisiera que fuera!”. Y agrega: “Lo más importante es que estoy experimentando una aventura lejos de mi país que de alguna manera lo divide a uno, pero en esa división también se encuentran cosas fantásticas, y hay mucho material que te aporta la experiencia. Y la agradezco, y la celebro. Y ojalá pueda cumplir todo lo que se asoma por ahí”.

Pero su pasión, y lo que nunca abandona esté donde esté, es la escritura, así que explica: “Estoy escribiendo. Me metí en el tema de hacer una novela. No es tan fácil como la gente piensa. No es fácil leerla, tampoco es fácil escribirla”. Entrando en la materia literaria y escritural indagamos su opinión sobre ese decir de que la literatura está en crisis, y su respuesta fue más que elocuente: “¡Ojalá! ¡Ojalá! Es que yo creo que las crisis son absolutamente necesarias. Crisis como escritores, crisis como editores, crisis como lectores porque es un punto de encuentro para rehacerte. Yo creo que de las crisis salen cosas extraordinarias. Yo creo que hay una mala lectura sobre lo que es una crisis; una crisis exige crecimiento, exige cambios, exige modificaciones, y yo quiero pensar que la lectura, la literatura, está viva, es orgánica. Y como todo lo vivo y orgánico pues no se libra, no está exenta de crisis”. Entre las cosas que la motivan a escribir está el engancharse con la historia, el sentimiento o la experiencia, y convertirla, transmutarla en esas palabras que la cuentan de una manera unique. Y añade: “Me desmotiva eso que tienes que dejar para ser productivo, para trabajar, para cosas prácticas. Y, como dije antes, para mí la escritura no es trabajo, es pasión; entonces, de pronto tienes que restarle, y eso me desmotiva un poquito”. Sí cree que la literatura ha sido y es un terreno bastante elitista, y al respecto dice: “Lamentablemente sí aunque percibo que eso por fortuna está cambiando. Hay un acercamiento, hay una aproximación a los libros, cosa que me parece importantísima, sobre todo en países como el nuestro, Venezuela, que sufre una crisis profunda y yo creo que es el momento en que la gente necesita equilibrarse, necesita adentrarse, necesita informarse. Necesita gozar y tener ese momento de sosiego, de descanso, de intimidad, y obviamente un libro es una opción maravillosa. Creo que leer es algo que se aprende, es algo que te brinda un tiempo y un espacio distinto e importante”.
Sandy es una mujer vibrante, que rezuma energía, vitalidad y sobre todo pasión de y por vivir. Ama bailar y según dice lo hace hasta cuando no baila. Su comida favorita es toda aquella que provenga del mar. En cuanto a su bebida favorita, la respuesta fue muy clara: “Baco, soy muy baquiana”. Con la música es más ecléctica. “Me gusta muchísimo lo clásico… Mozart. Me gusta muchísimo Bach, sobre todo la polifonía, la uso mucho para poesía. Esas voces que se encuentran y se desencuentran, y se atajan y se buscan, y se pierden, me encanta. Me gusta mucho el bossa nova, me encanta. Soy muy de jazz, muy Cortázar… Muy, muy Cortázar. ¿Qué otra cosa…? New Age, la uso mucho para escribir porque es como neutra pero me lleva a un espacio tranquilo de calma, quietud, que es cuando creo que afinas el instrumento. Te conviertes en eso, en madera fina”. En la plástica su inclinación son los impresionistas, ama esa manera en que ellos plasmaron la vida y su tiempo, pero sin lugar a dudas el favorito por encima de todo y de todos es el venezolano Armando Reverón; para ella, después del blanco sobre blanco no hay más nada.
Haces lo que te gusta y vives esa emoción, esa pasión. Y las pasiones no nos abandonan, se quedan con nosotros.
Al consultarla sobre la relación entre vida y trabajo nos dijo: “Esa es una bonita pregunta porque uno en definitiva es lo que hace y eso no quiere decir que te asimiles al trabajo de tal manera que no tengas una vida privada. Es que partimos del hecho de que haces lo que te gusta y vives esa emoción, esa pasión. Y las pasiones no nos abandonan, se quedan con nosotros cocinando, lavando, amando, separándonos. Yo creo que lo maravilloso del hacer es que convive con nosotros y nos va tejiendo la vida, y en esa urdimbre pues encontramos pareja, tenemos hijos o no los tenemos, en fin. Pero yo no lo llamaría trabajo trabajo, yo lo llamaría propósito, compromiso, yo lo llamaría ofrenda, y creo que eso es lo que hace la diferencia y el deber es buscar la fuente de pasión, ese aliento divino que es otra forma de llamar al entusiasmo”. Así, esta respuesta compagina perfecto con su idea de si viene o no la musa inspiradora. “Bueno, yo creo que la inspiración es un deber de vida. Yo creo que el que está inspirado de alguna forma está bajo el ala de Dios en su gracia infinita. Vivir inspirado es lo mejor que te puede pasar, pero no cuentes con ella para trabajar. Trabaja, trabaja, busca tu chispa, tu incendio, tu llama, y desde ahí empieza a trabajar y no te van a hacer falta musas, adornos ni preceptos, porque vas a estar muy ocupado. Creo que Picasso dijo algo así: ‘Yo trabajo para que las musas cuando bajen me encuentren ocupado’; bueno, yo creo que va por ahí. Es decir, no es culpa ni consecuencia de la inspiración, porque uno trabaja”. Es un ser que asume franca y frontalmente que su vida es regida por los sentimientos y emociones, y concordamos con ella, pues al final del cuento eso es lo que nos inclina a tomar decisiones independientemente de si su resultado incide de manera positiva o no en nuestra vida. Y de la vida ella nos dice: “¿De vida? Yo creo que la emoción es lo que conecta. Creo que sin la emoción nos convertimos en monstruos. Yo creo que eso de educar la emoción es un sacrilegio. Hay por ahí quienes piensan que somos los arquitectos de nuestra propia vida; yo creo que sí, yo creo que eso es posible. Ahora, tú puedes pensarte la vida, tú puedes crearte la vida, tú puedes diseñarte la vida, pero si no le imprimes eso que es emoción no pasa nada. Yo creo que la emoción es lo que hace que todo vaya a un lado mucho más alto. Y la adoro, trato de que ese animal no se domestique, trato de que sea lo que es y respetarlo y por encima de todo respetar al otro, claro. Pero no sé, no soy de las que le dan latigazos, fuetes a la emoción, yo le doy terrones de azúcar”.
Ahondando en su intimidad nos dice que quiere volver a sí misma. “A mí… A mí… Sí, siempre, siempre quiero… Yo creo que uno, no yo como Sandy o Sandra sino uno como Ítaca. Yo creo que esa experiencia es maravillosa y cualquier lugar de afuera se convierte en eso. En tierra caliente, conocida, entrañable, porque estás tú ahí”. Aprovechamos para descubrir su lado místico, esa cosa espiritual que se abriga bajo la denominación de Dios. Sandy celebra las experiencias que hacen que Dios sea Dios, pero aclara: “Yo creo que Dios no es Dios, es Diosa. Yo creo en lo femenino profundamente. Creo en esa actitud, privilegio, poder creativo y creador. Y creo que corresponde en cierta forma a la mujer”.
Ya para finalizar le pedimos que nos contara alguna grata anécdota de tantas que contiene su transitar de vida y nos narró una muy interesante y sobre todo muy diciente de la actitud, de la visión estereotipada que tiene demasiada gente: “Yo soy piloto de vuelo libre y una vez aterricé por error en un aeropuerto militar en Puerto La Cruz y me confiscaron el avión. Entonces yo estaba entre los soldaditos y yo y el avión. Y recuerdo que me dije: ‘Bueno, ¿y qué pasa si me robo mi propio avión?’. Porque el soldadito, a pesar de que era un avión de dos puestos y el otro puesto estaba vacío, me decía: ‘Por favor, dígame dónde está el piloto’, e insistía en la misma pregunta. Y cuando vi ese escenario me dije: ‘No, no, yo me tengo que llevar el avión’. Total que esperé la guardia, el cambio de guardia. Y en ese instante pasó alguien maravilloso que quería aprender a volar ultraliviano y le dije: ‘Yo necesito que me pares el tráfico en la autopista que va justamente hacia el aeropuerto, yo necesito treinta metros para salir’. Y él me dijo: ‘Parado está, pero me das una vuelta’. Hecho. Paró el tráfico, salí perfecto y me robé mi propio avión”. Sandy Juhasz es un testimonio viviente de que en todas partes se cuecen habas, pues si bien es cierto que en el campo de la televisión y el modelaje abundan personas frívolas y vacías, también hay otras con una profundidad y riqueza mental, espiritual y cultural importante. Y no es que dejó ese ámbito y entonces pasó a ser una intelectual, no; eso ya estaba dentro de ella y se comprueba al escucharla narrar la historia de cuando fue a trabajar en unas grabaciones en la selva, en sus tiempos de modelo, y cómo ese viaje, ese contacto con la vida agreste, sencilla, sin tecnología, tocó su alma y su mente hondamente, convirtiendo esa vivencia en poesía.
Realmente fue un gran placer conectar con esta mujer y poder hacerle esta entrevista.
- Armando Alanís Pulido - viernes 29 de septiembre de 2023
- Mireya Krispin - viernes 15 de septiembre de 2023
- María Luisa Lázzaro - viernes 1 de septiembre de 2023