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Poemas de Nesfran Antonio González Suárez

sábado 26 de mayo de 2018
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Poemas de Nesfran Antonio González Suárez

Exilios y otros desarraigos. 22 años de LetraliaExilios y otros desarraigos. 22 años de Letralia
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2018 con motivo de arribar a sus 22 años.
Lee el libro completo aquí

Globos de exilio

En los libros empolvados prevalecen chismes, como que la vida es un paraguas y el mar una línea de nubes aglomeradas, huidizas, deslizantes, un tanto cínicas y por momentos diáfanas. Se rinde culto a los pergaminos que describen aquellos paseos por el parque Kennedy de Lima hasta el Larcomar que nos regala la vista del inmenso Pacífico, todos unidos en los bordes de Alfa Centauro y en la intimidad de una incacola y de unos juanes en el mercado de Gamarra.

Son páginas fijas en la adherencia, en lo surreal, propias de colmenas violáceas, pasillos de piedra caliza,
de acentos prófugos en avisos publicitarios, señalizaciones y textos piratas
de cerraduras lesionadas por recibir llaves equivocadas y copias defectuosas
de imaginar que la Revolution Tower de Ciudad de Panamá acepta la invitación del Canal para violentar una esclusa y sentir la ebriedad de los dos océanos, uno activo y el otro pasivo.

Sólo las manos presumidas recorren las montañas de la Cordillera de la Costa y se mecen en la Autopista Regional del Centro a la altura de Guacara. Son hombros, tobillos, rodillas, caderas, muslos, nalgas y pubis los que reemplazan las cumbres mientras la vista se pierde desde el segundo piso de un autobús viajero.

La indiferencia está contemplada en el libro gordo del exilio.

 

Soplos de silencio

Pesado, como presa antediluviana, se desploma el cuerpo agotado en la habitación sombría, sólo un destello rojo le hace entender que no está ciego
Una decisión, de arrebato puede ser una decisión, la que nos obligue a emprender el camino del exilio. La indolencia puede deparar en una caja de Pandora con una balanza depositada en el fondo
Silente, la mirada se pierde al recordar los fracasos, los abismos no demarcados, los suspiros entrecortados
Inverosímil y poco creíble el discurso basado en el odio, el rencor. La epifanía de los mejores momentos irrumpe como elixir, como señuelo al final del arcoíris
Lentamente se acepta el cadalso, se reconoce la superioridad, la elasticidad de los tejidos, la angustia, el alma en vilo
Árboles derribados, los ingenieros forestales se cruzan de brazos. Voces ahogadas, los poetas se hacen la vista gorda
Náufragos y con un semblante que afronta el tiempo perdido
Inquilinos de su propia casa, muchos toman sus maletas, otros resisten los embates del desalojo, por momentos no reconocen las paredes y el techo se les viene encima
Mientras el tiempo acordona los pesares, nada puede evitar que una miríada de altos quilates pueda sentirse
Emigrante, extraditable, eludible, evaporado, errante, enajenado

 

Un adiós y un vallenato

Mi presencia fue débil en esos espacios
destinados a las despedidas
donde los aviones engullen a las personas
para luego vomitarlas en otro sitio
desde el aeropuerto Simón Bolívar de Caracas hasta El Dorado de Bogotá, al Jorge Chávez de Lima, al Tocumen de Ciudad de Panamá, al Reina Beatriz de Aruba
la luz me debilitaba, era una sombra casi anónima
mi deleite está en el terminal terrestre de Maracay
allí donde salen los autobuses para occidente
la opacidad, los gritos ensordecedores
las sillas deterioradas, el ruido de los motores
el olor del diesel, el nudo en la garganta.
Me abrazo con la sombra de mi mamá
un acto que se repite, se reinicia, se alimenta
con la ilusión de mantenerlo vivo en el tiempo.
………………..Dios contempla a lo lejos
………………..un universo que se expande
………………..en la cápsula de un laboratorio secreto.
Ojalá llegue a cumplir cien años
y pueda seguir pidiéndole la bendición.

 

Días desatendidos

Aproveché el sueño y decidí por los gatos
preferible ante conejos, picures y rabipelados.
Mi elección contrastaba con el acontecer fuera de control
de rechazos inusitados y emboscadas en zonas calientes.
Los veinte gatos
se estremecían en mi estómago
encerrados en un costal de fique
encerrados en un grupo de whatsapp
aislados en el desespero de querer adormecerse
y mitigar el hambre con un hígado encebollado.
El sueño anida en la burla
al querer asumir el papel
de un personaje de Murakami.
La calle muestra otro paisaje, el de las multitudes
agolpadas en puertas de supermercados
atentas a un extraño poder de convocatoria.
…..Una selfie en Stonehenge desentona,
al igual que distraerse en un concierto dirigido por John Williams.
Las miradas de oprobio son tendencia en twitter
el ahogo voluble se confunde con una angina de pecho
con la ilusión de los fuegos artificiales en la madrugada
que anuncien el giro de timón, el fin de una era gris
el fin de los años de vacas flacas y espigas marchitas
el fin del invierno para muchas cigarras
el fin de los gatos renuentes a abandonar mi estómago
la actualización de una nueva página
sonriente.

 

Entre el viaje y la moda

Sucede que el buen sembrador
hizo un recorrido en la tierra más fértil.
En esta ocasión la semilla buscó otros parajes
que le brindasen más sombra,
la simiente dibujó una trayectoria
y fue creando otros hogares
dispuestos a dar lo mejor de sí
en cualquier parte menos en la parcela
que le corresponde por ley natural,
y las maletas se confunden atestadas
y de pasar una de ellas por el infrarrojo
se podrá observar un libro sobre Dido y la fundación de Cartago
el cd debut de Dido No Angel
y un dildo de tamaño descomunal para noches
en que se extraña el origen, la matriz que algunos llaman país.

 

Homenaje a los caídos

En un principio se activó la conciencia
despertaron los recuerdos
la melancolía, la nostalgia, el arraigo y la desazón.
El camino trazó una recta hasta el infinito
no sin tropezar con un fusil perforando el ano
una bala desplazándose por un cráneo hermoso
y una nevera que sirve de tumba para anhelos de cambio.
Esos pétalos, caídos, formaron una alfombra
para la lágrima que en una billonésima de segundo
representó la consagración del espíritu
hasta alcanzar el paradero: el infinito
los ojos, el Sahara, el Pacífico, la Vía Láctea, el Universo, Dios.

 

Después de la diáspora

Un nuevo camino se abre paso
se comprime el aire
se eleva la temperatura
hasta sucumbir a la explosión.
Luego sobreviene el naufragio
y la llegada a tierras bajas
donde predomina un lenguaje
sostenido por engranajes y discos.
Allí, en medio de bosques incinerados
se encuentra la diosa que realza sus dotes en cada copia.
Los rostros familiares
simulan ser impostores
aun cuando el aire les pertenece.

 

Constantinopla

Estoy en un punto donde sospecho que lo ignoro todo
hasta el recuerdo en que la máquina fumigadora recorrió el barrio
y en medio de la gran nube nos golpeábamos como locos.
Una veleta en medio de un torbellino
pareciera tener más sentido de orientación
que mis pasos dados cada vez que me alejo del centro
y en el sitio donde se aprecia la planicie
comprendo que es inútil quejarse
para no retar al dios de lo inevitable.
El domingo recibo un llamado más
para reunirnos en los Campos Cataláunicos
y allí, con otras cincuenta y cinco mil almas
formaremos un rebaño de ángeles expulsados del paraíso.
Los recuerdos se quedan en los escombros
de un país sin dueño.

 

Voraces

Los genocidas
duermen tranquilos,
sonríen frente a las cámaras,
gozan del oasis.
Los genocidas
respiran otro aire
lanzan dados y dardos,
se creen afortunados,
ungidos, sagradamente elegidos
para enviar al reino de la muerte
a un sinnúmero de inocentes
con el poder de un asentimiento.
La fiesta macabra promete no detenerse
y los genocidas están dispuestos
a bailar otra pieza,
las necesarias
hasta que sólo queden los guijarros
como únicos testigos.

 

Más allá del puente

Las almas se tambalean al borde de la periferia
como piezas de ludo cuando el perdedor no se resigna y arruina el juego.
Se multiplican las anotaciones dejadas en las paredes
arte rupestre, números de teléfono, penes en caricatura,
huellas oscuras de los que alguna vez se fueron
convertidos ahora en zamuros, intransigentes y orgullosos.
Sus pasos quedan desprovistos de profundidad
son un insulto a la gravedad, al devenir de lo inconmensurable,
las multitudes del Maestro Edito López lo saben y lo transmiten
pasan a ser nada como la estela de un avión que atraviesa la nocturnidad
y lo que deja a su paso son dos luces titilantes, semejantes a dos grandes estrellas.
A veces la humillación y la afrenta no son suficientes
y las palabras se quedan en el limbo ante el desastre que hace rato dejó de ser inminente.
Las consignas quedaron estáticas, fijas en la pantalla de un monitor, de un celular
y un jadeo interminable busca ser reemplazado en las proximidades del oído
todo esto mientras se acerca el orgasmo, posiblemente el último.
Las almas reúnen lo poco que les queda, lo apilan con un mínimo de optimismo
y piensan en Dios, cósmico y atómico, sin principio ni fin, alfa y omega,
aquel que perdurará más allá de las supernovas y los agujeros negros
aquel que es energía pura, energía que expande el universo,
pero obtienen a cambio serenidad
no permiten que sus razonamientos caigan en el falso lodo de las suposiciones,
la contrariedad es recibida con un gesto de oprobio y se considera herejía
y con tan afortunado botín
prosiguen
más allá de un puente frágil, de los caminos hostiles,
del corazón que permea sus latidos y los convida a abrirse al sol de las lejanías
de las patrias olvidadas, de los platos sin migas.
Nabucodonosor no los lleva cautivos, los deja huir,
es el dueño y señor de las siete plagas y muchos quieren salvarse.
¿Es posible trasladar su pensamiento
más allá de catorce mil millones de años luz
donde pernoctan los cuásares más lejanos?
Una vez más se convencen de la parodia en la que están inmersos.
Moscas azules cubren sus rostros.

Nesfran Antonio González Suárez
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